Naciste en un estado opresor, las revueltas están tomando las calles y unas inminentes elecciones pueden acabar con la tiranía. Mientras tanto, tu objetivo es abandonar un país que ya te ha quitado demasiado y por el camino tendrás que averiguar cuánto estás dispuesto a sacrificar por los que te rodean. Este es el viaje de Road 96, uno repleto de importantes preguntas que ahora tienen su respuesta en consolas de sobremesa.
La primera vez que vi Road 96, con su bonito y cálido apartado artístico, esos amigables diseños de sus personajes y música relajada, no entendía bien cómo esa estética lograría casar con el potente mensaje que el juego busca transmitir. Estamos acostumbrados a que cuando un videojuego trata temas tan duros como el de un régimen totalitario y el impacto en la población que puede tener, lo haga desde una atmósfera oscura y siniestra. Juegos como Papers, Please envuelven los dramas humanos con una paleta de colores negros, rojos y verde militar, juegos apagados que nada tienen que ver con el título de DigixArt. Pero ¿por qué es relevante el tratamiento del color, las baladas pop y la familiaridad de sus personajes? Porque con ellos consigue que realmente nos sintamos parte de ese grupo de adolescentes que buscan huir de la represión de su país, Petria.
La cercanía con la que Road 96 consigue que vivamos su drama está potenciada por la época en la que se ambienta. La historia transcurre en 1996, y nuestro viaje está rodeado de walkmans, cintas VHS y máquinas recreativas, sumando un sentimiento nostálgico que logra enmarcar los eventos del juego de forma que casi podemos sentir que este viaje realmente ocurrió y que ahora forma parte de un recuerdo lejano. Una representación muy inteligente que apunta hacia un objetivo final: que tomemos decisiones morales genuinas, incluso cuando intuimos que no será la mejor manera de avanzar en nuestro camino. Esto es algo que ya comentaba mi compañero Alejandro Pascual en el análisis de Road 96 en PC, el juego nos empuja a reflexionar sobre el individualismo y el bien común.
Nuestras aventuras en Petria se plantean a través del viaje de diferentes individuos desaparecidos
Nuestras aventuras en Petria se plantean a través del viaje de diferentes individuos desaparecidos, jóvenes con apenas unos dólares en el bolsillo y a muchos kilómetros de la frontera. Esta es nuestra meta y para lograr llegar hasta ella, tendremos que vivir multitud de situaciones: desde relajadas charlas con agradables personajes, a momentos de gran tensión en los que temeremos por nuestra vida, pasando por minijuegos, zonas de exploración y, sobre todo, muchas decisiones morales a las que enfrentarnos. Sin embargo, el viaje de Road 96 también lo viví como jugador. En un primer momento, la inercia me llevó a enfocarme en la supervivencia del personaje al que estaba controlando, con el objetivo único de llegar a la frontera vivo. Pero conforme la historia avanzaba, conocía al resto de personajes y tomaba conciencia sobre el drama vivido en el país, me implicaba cada vez más en su lucha, en la necesidad de ayudar al resto y de rebelarme contra las autoridades, aunque eso significara poner en riesgo mi vida.
Esta es una de las grandes virtudes de Road 96, el juego logra hacerte partícipe de unos valores que van más allá de las mecánicas jugables y de los objetivos a priori, más intuitivos. Aunque por lo general, el juego mantiene su tono dentro de una familiaridad tranquila, también tiene momentos donde parece perder el rumbo con personajes histriónicos que beben del cine de los hermanos Coen o Tarantino, pero que no logran encontrar su espacio. Estos rompen con un estilo que, pese a su apartado artístico, se sustenta sobre emociones y rasgos muy humanos. Del mismo modo, en ocasiones el juego sabe ser sorprendentemente sutil a la hora de comunicarse con el jugador, mientras que, en otras, sus personajes se convierten en una torpe caricatura de aquello que pretenden dibujar. La historia, aunque aparenta ejecutar una narrativa procedural, en realidad cuenta una serie de microhistorias en torno a varios personajes que se suceden en distinto orden en función de nuestras decisiones, para desembocar en uno de sus diferentes finales.
A nivel jugable, Road 96 no realiza demasiados alardes, aunque tampoco los pretende. Los minijuegos son sencillos: un cuatro en raya en el asiento trasero de un coche, una partida al Pong en el arcade de un bar o desplazarnos con una moto de izquierda a derecha por una carretera sorteando coches: todos ellos funcionan como refresco para un juego que es, en esencia, narrativo. Pese a su simpleza, algunos siguen siendo más entretenidos que otros, aunque no me he encontrado con ninguno que sea suficientemente largo como para poder hacerse pesado. La forma más fácil de avanzar en nuestro viaje es por carretera, algo que le aporta al juego un ritmo muy particular, situando gran parte del desarrollo de la aventura dentro de un vehículo.
En los momentos en los que nos desplazamos a pie el juego está perfectamente adaptado al mando
La versión que he podido jugar ha sido la de PS5 y, aunque no es un juego que requiera de grandes cargas, el uso del SSD ayuda a que la aventura no sufra apenas interrupciones. Road 96 luce estupendamente y corre con fluidez en la consola, sin embargo, he de confesar que he tenido la constante sensación de que es un título que debería haber jugado en PC. Aunque en los momentos en los que nos desplazamos a pie el juego está perfectamente adaptado al mando, la interfaz en las conversaciones no está resuelta de la mejor manera. Nos desplazaremos entre las diferentes opciones de respuesta a través de un cursor que, aunque tiene un gran margen de error para la selección, no dejaba de recordarme que estaría jugando mucho más cómodo con un ratón, echando en falta una fórmula que me permitiera desplazarme entre las opciones que tenía en pantalla a mayor velocidad. Una sensación que también he tenido en algunos momentos en los que debíamos tomar objetos de nuestro entorno.
Road 96 es un juego que se desvía de aquello a lo que nos tiene acostumbrados la industria, que viaja contra muchas convenciones, cambiando nuestra forma de jugar a lo largo de la aventura. Un viaje con una interesante carga reflexiva que ha conseguido hacerme empatizar con una situación que, afortunadamente, no he vivido. Sin embargo, también es un título que en ocasiones sacrifica el tono en favor de un humor poco elegante y que, pese a la dureza de su planteamiento, llega a resultar cándido en sus mensajes.
Road 96 sigue siendo importante para la industria, un juego esencialmente narrativo que nos fuerza a reflexionar sobre la represión, el individualismo y la solidaridad. El viaje por Petria en consolas de sobremesa mantiene los motivos que lo hacían brillar en PC, aunque con una pobre adaptación de su interfaz a los mandos. Los personajes entrañables, los minijuegos nostálgicos y la carga emocional de los eventos vividos son los grandes valores de un título que por momentos se siente desubicado.
Comprar Road 96- Los personajes son, en su mayoría, entrañables y resulta fácil conectar con ellos.
- La narrativa y las conversaciones sustentan el juego, con minijuegos que sirven de refresco.
- Las diatribas morales planteadas suelen ser acertadas y tienen peso en la narrativa.
- La versión de consolas de sobremesa luce bien y se mueve con fluidez.
- Se echa en falta un ratón en una interfaz que aporta pocas facilidades para el control con mando.
