¿Jugarte el futuro de tu colonia a las cartas? Bueno, no es así del todo, pero digamos que tus decisiones importan mucho en I Was a Teenage Exocolonist, un valiente y particular juego indie en que vivimos la difícil adolescencia de un colono durante 10 años. En este análisis te cuento lo que te espera.
Hay juegos diseñados para los paladares más selectos, no destinados a un gran público, pero que aún así merecen la pena ser conocidos. Con sus pros y contras, creo que I Was a Teenage Exocolonist entra dentro de dicha categoría, la de títulos fuera de lo normal que intentan cosas diferentes, que se salen de lo convencional. Es un juego de rol con muchas conversaciones y combates de cartas. Lo sé, se trata de una fórmula que echa para atrás a muchos jugadores, más si os digo que está completamente en inglés. Sin embargo, debéis creerme si os digo que es bastante único, principalmente por el impacto que tienen las decisiones que tomamos, hasta el punto de determinar la supervivencia de nuestra colonia.
Aquí es donde entra el objetivo principal de la aventura: ponernos en el lugar de un adolescente al que acompañamos durante diez años plagados de elecciones y crecimiento. Formamos parte de la primera colonia espacial de la humanidad, la cual se ha visto obligada a huir del planeta Tierra en busca de nuevos horizontes. Pero claro, no estamos exentos de amenazas, y junto a un pintoresco repertorio de personajes nos vemos envueltos en una trama que he de reconocer que resulta absorbente, aunque siempre que estés dispuesto a leer mucho y dejarte llevar por un sistema de juego de lo más peculiar. ¿Desconcertado ante el planteamiento? Si me acompañas, te lo explico todo en este análisis, porque ya te adelanto que es algo distinto de lo que estamos acostumbrado a jugar.
Decisiones a la carta
I Was a Teenage Exocolonist es un título que ya por su propio nombre nos hace entrever que se sale de lo convencional. Se trata básicamente de una aventura conversacional en que hay cantidad de líneas de narración, acompañadas de un buen puñado de combates de cartas. Todo esto se acompaña de un sistema de progresión RPG en que determinamos la evolución de nuestro protagonista, además de un sistema temporal que comprende desde los 10 a los 20 años de edad, cubriendo la adolescencia de nuestro personaje hasta que alcanza la mayoría de edad.
Como tal, es un juego atípico como ya te he dicho, con un pequeño entorno a explorar (la colonia) y un reducido número de personajes con los que interactuar. Tu objetivo es crecer y cultivarte en varias disciplinas, ya sea estudiar sobre biología o ingeniería o mejorar atributos como la empatía, la creatividad o la valentía. Puedes escoger en qué aspectos destacar, algo que también te permitirá llevar a tu grupo de compañeros en una u otra dirección. Y con esto me refiero a enamorarte de alguien o incluso determinar la extinción o supervivencia de tu colonia. Interesante, ¿verdad? Lo es, aunque la diversión no siempre acompaña.
Tal vez sea cuestión de que el juego llega en inglés, lo cual es un fuerte impedimento para disfrutarlo
Tal vez sea cuestión de que el juego llega en inglés, lo cual es un fuerte impedimento para disfrutarlo, pero también influye lo poco variado y profundo que es el conjunto. Quitando la narrativa, que está bastante cuidada, la exploración es circunstancial y las batallas de cartas, aunque interesantes, creo que podrían haber dado más de sí. Cada mano contiene naipes de colores y números que debemos combinar con mucha cabeza. Por ejemplo, si colocamos varias cartas del mismo palo, obtenemos un bonificador. Lo mismo ocurre si juntamos números iguales. Hay veces en que una de las cartas ya está puesta, y hay otras en que se integran modificadores del estilo de que colocando una carta en un hueco, puede cambiar de palo.
La magia está en que también podemos usar cartas de nuestra propia baraja, las cuales obtenemos mientras exploramos y conversamos con el resto de colonos. Esto aporta un factor coleccionismo al conjunto, lo cual no está nada mal. Y es que no tengo ninguna duda de que las batallas de cartas son lo más adictivo del juego, aunque también me quedo con la sensación de progresión, con cómo cambia el mundo a medida que pasan los meses. Cada vez que sales a explorar o realizas una acción, se consume un mes de vida. A medida que pasan los años, ves cómo cambia tu entorno, y cómo van desapareciendo personajes (o cómo crecen).
Eso tiene un fuerte impacto en ti como jugador, porque realmente tus acciones determinan qué es lo que sucede en este mundo tan particular. Esa es otra de las bazas más fuertes de este lanzamiento, uno con cerca de 1.000 eventos de historia, los cuales -por cierto- no podrás completar en una sola vida. El juego está diseñado para que vivas varias veces, con una duración que se prolonga más de lo que podrías imaginar en un principio. Por eso hay docenas de finales, en los cuales descubrirás cómo acaban tus amigos de la infancia o cuál de los trabajos existentes terminas ejerciendo.
Mención aparte merece el delicioso apartado artístico del videojuego
Mención aparte merece el delicioso apartado artístico del videojuego, muy basado en la estética cartoon, con un uso muy inteligente de los tonos de colores, como podéis observar a través de las imágenes. El juego se basa mucho en hacer uso de artes estáticos, y lo cierto es que quedan fenomenal, dando al argumento un cierto aire a cómic. Esto otorga al título una ambientación única, como te contamos en nuestro especial sobre el arte y los videojuegos bonitos, que viene acompañada de temas musicales sintetizados y efectos que ilustran la vida extraterrestre que vivimos en la colonia.
Con esto, no es necesario que insista en que el planteamiento de I Was a Teenage Exocolonist resulta de lo más curioso. Su fórmula jugable descansa en el argumento, que repito que es una pena que esté en inglés, pero también en su peculiar progresión, basada en acompañar a un adolescente durante años, con numerosos cambios determinados por nuestras decisiones. Si quieres probarlo, adelante, especialmente si eres amante de los experimentos, aunque hazlo con cautela, puesto que aunque no me guste mucho decir esta frase, lo cierto es que no es un juego para todo el mundo.
I Was a Teenage Exocolonist no es un título habitual para un videojuego, y es que el juego es de todo menos convencional. Está basado en batallas de cartas, pero tiene también bastante de RPG y un sistema de decisiones que determina el futuro de tu colonia. El paso del tiempo y cómo cambia todo durante la adolescencia del protagonista es también un elemento importante en este lanzamiento, que se acompaña de un apartado artístico muy singular. Pruébalo si te gustan las rarezas, pero siempre considerando que tendrás que leer mucho en inglés y que su jugabilidad no está hecha para todos los gustos.
- Fuerte énfasis en la narrativa y cómo cambiamos los acontecimientos con nuestras decisiones.
- La progresión estilo RPG está cuidada y propone cosas bastante interesantes.
- Los combates de cartas son de lo mejor del juego, con algunas pinceladas estratégicas.
- Puede hacerse monótono, debido a la poca profundidad en mecánicas como la exploración.
- Desgraciadamente todos sus textos están en inglés, y son muy numerosos.
