Estrategia con mayúsculas. El concepto de Hearts of Iron como saga ha estado siempre a tremenda distancia de lo que los RTS tradicionales han ofrecido, y es que su planteamiento serio y riguroso la ha convertido en coto casi exclusivo de hardcores del género. Tenemos entre nosotros la nueva entrega, y ésta ofrece exactamente lo que cabría esperar de ella.
Paradox Interactive lo ha vuelto a conseguir. Llamémoslo simulación, llamémoslo estrategia seria y veraz... la etiqueta que se le desee poner a la saga Hearts of Iron importa poco, lo que de verdad es relevante es que con su nueva entrega se consigue mantener el listón de calidad una vez más.
Para quien no conozca la saga Hearts of Iron dejar claro que se trata de un videojuego increíblemente complicado y complejo, en el que debemos lidiar con todos los destinos de una nación. El tercer capítulo sigue a rajatabla la estética sobria de las series, aunque es algo más continuista con lo visto en Europa Universalis III, de los mismos creadores aunque ambientado en una época totalmente diferente.
Hearts of Iron III es, posiblemente, el más accesible de cuantos títulos de las series han aparecido en el mercado. Se mantienen los elementos que hicieron grandes a los originales, pero se aderezan en esta ocasión con un interfaz mucho más cómodo y una sensación general del que el videojuego es más viable a la hora de ofrecer un entretenimiento mejor escalado para los que no están demasiado habituados al género.
Órdenes de Guerra
En el título que nos ocupa podremos escoger entre más de 150 países para vivir la convulsa Europa de entre 1936 y 1948, y en el que podremos reescribir un acontecimiento tan impactante y desolador para todo el mundo como la Segunda Guerra Mundial.
Así pues la práctica totalidad de naciones del mundo son jugables, y nadie nos impide, por ejemplo, elegir un país sudamericano lo más alejado posible del conflicto para disputar nuestra partida con él. Todos los puntos del mundo tienen su interés y se ven afectados de una u otra forma por lo que pasó en Europa, y es que no sólo Japón se erigió en imperio expansivo durante la época, sino que otros países como Ecuador o Perú también tuvieron sus más y sus menos. Sin embargo el juego, como es lógico, centra sus esfuerzos y su atención en el enfrentamiento de los Aliados con el Eje, y es sumergiéndonos en los países directamente implicados como de verdad tendremos la sensación de estar reescribiendo la historia de una forma importante.
Y esto es precisamente lo mejor de Hearts of Iron III, que tenemos tal nivel de profundidad y complejidad que realmente sentimos que somos nosotros los que dirigimos los destinos de todo un país. Las partidas pueden ser disputadas en solitario o a través de internet –o en Lan-, y todo continúa manteniendo el aroma inconfundible de las series, aunque pasado por el tamiz del rediseño que supuso Europa Universalis III.
A nivel estético y de interfaces el videojuego se parece más a la otra saga de Paradox, pero nada debe distraernos del hecho de que estamos ante un Hearts of Iron, aunque en esta ocasión la representación de soldados y vehículos de guerra sea tridimensional.
Pero, ¿qué es lo que hace de Hearts of Iron algo tan minoritario? Dejando de lado que su complejidad puede resultar sencillamente abrumadora, también hay que apuntar que su sobria presentación puede ser uno de los elementos que echen atrás a algunos usuarios. Sin embargo en esta ocasión, como decimos, se ha trabajado mucho en este campo, no sólo para conseguir que el videojuego sea más atractivo y vistoso, sino también para distribuir con mayor eficiencia las opciones y las formas de desplazarnos de un sitio a otro.
Sí que echamos en falta una mayor atención hacia el tutorial, que nos ha parecido ciertamente exiguo para la cantidad de opciones que se abordan. Cierto que todo resulta más agradable y fácil de profundizar, pero también es cierto que con una experiencia previa en forma de “entrenamiento” más trabajado nos ahorraríamos algunas desagradables experiencias de ensayo-error.
Corazones de Hierro
Es fácil sentirse abrumado con Hearts of Iron III, no sólo por lo árido de su presentación pese a las obvias mejoras de menús e interfaces, sino también por la infinidad de aspectos a los que hay que prestar atención. Sin embargo el videojuego recompensa, y lo hace ofreciendo una jugabilidad para la que, como a los grandes títulos, hay que dedicar infinidad de horas para poder considerarnos a nosotros mismos unos maestros.
La política interior tendrá una importancia fundamental y deberemos gestionar un número inabarcable de aspectos económicos, políticos o diplomáticos. Nuestras inversiones en investigación o espionaje deberán estar íntimamente ligadas con la política que deseemos llevar, y es que no conviene malgastar los recursos pues los presupuestos tienden a ser ajustados.
Por lo que respecta a la política exterior hay cerca de 15.000 territorios a nuestro alrededor, lo que los usuarios habituales de las series reconocerán como un descomunal aumento para un globo terráqueo que sigue siendo el mismo. ¿Qué supone esto? Básicamente que se incrementan de forma notable las opciones tácticas. La masificación de tropas se reduce muchísimo, y ahora podemos dispersarlas para tomar estrategias nuevas como las de flanqueo o búsqueda de espalda del enemigo, entre muchas otras.
Huelga decir que todas estas regiones están modeladas con un gusto por el realismo extremo en cuanto a población, materias primas, recursos, importancia estratégica… Y lo mismo se puede decir de todos los elementos que rodean nuestra experiencia: Los diferentes modelos políticos –democracia, nazismo, fascismo, comunismo…- están retratados con enorme veracidad, así como las figuras relevantes de la época –Rommel, Zukhov, Eisenhower…-, todas ellas con sus cualidades y jerarquías.
Todo esto no debuta en Hearts of Iron III a modo de adorno, sino para contribuir a la accesibilidad de la que hemos hablado con anterioridad. Si, por ejemplo, en una partida con la Unión Soviética queremos movilizar al ejército rojo no tendremos que seleccionar unidad a unidad, sino hablar con el mariscal Georgi Zhukov para establecer los objetivos. Idéntico patrón de conducta deberemos seguir con otro tipo de decisiones, consultando con ministros, consejeros, etcétera.
De este modo podemos automatizar las partes que no nos interesen, para moderar a nuestro gusto nuestra implicación en el videojuego al igual que en Europa Universalis III. Se trata de una medida fantástica, puesto que no sólo mantiene el rigor y la amplitud de opciones de entregas anteriores, sino que los usuarios que no deseen semejante nivel pueden dejar más partes que nunca al dominio de una IA muy eficiente, tanto en nuestro bando como en los rivales.
La faceta técnica que no está tan perfeccionada como la de la Inteligencia Artificial es la del pulido y acabado general. Hemos experimentado algunos problemas únicamente atribuibles a la falta de optimización, y también algunos inconvenientes muy serios que han llegado incluso a interrumpir la partida sin posibilidad de continuarla. No nos cabe duda de que con futuros parches se solucionarán la mayoría de las molestias, pero nuestro análisis es del juego que viene embalado en la caja, y ahí todavía hay algunos que corregir.
Hearts of Iron III ofrece exactamente lo que prometía, y eso en un videojuego de Paradox no puede ser mejor noticia. Tan poco espectacular y artificioso como efectivo e intenso, un nuevo videojuego que hará las delicias de los fans de la estrategia más dura y realista.
