Esperábamos con ansia el primer Way of the Samurai de la Next-Gen, y el resultado ha sido de lo más decepcionante. Poco que rescatar en lo jugable o tecnológico del título de Acquire salvo su propio concepto, que no logra despegar debido a una serie de anacrónicos lastres que hacen del conjunto algo aburrido, tedioso y de lo más encorsetado.
La saga Way of the Samurai puede que no sea la más popular del mundillo de los videojuegos, sin embargo bajo su nombre se esconde una de las franquicias más únicas, genuinas y reconocibles de los últimos años. ¿A qué se debe su fuerte personalidad y carácter? Al hecho de que, desde sus comienzos, ha ofrecido una jugabilidad que ha llevado hasta límites insospechados la libertad que otros Sandbox como GTA sólo han acertado a atisbar lejanamente.
En Way of the Samurai 3 todo lo que hacemos tiene consecuencias de una forma inimaginable, haciendo que cada acto, movimiento, combate o muerte tenga resultados directos que cambien por completo el desarrollo de la aventura. Más allá de este concepto apasionante, sin embargo, no hay nada más que ver en el juego de Acquire.
La Pluma es más Fuerte que la Espada
Los problemas que hacen que la apasionante propuesta de Way of the Samurai acabe severamente recortada tienen que ver con la práctica totalidad de aspectos narrativos y jugables, eso sí, dejando de lado un apartado gráfico y tecnológico que no le hace ningún favor al videojuego aunque no repercuta en la diversión que proporcione el título.
A menudo la saga ha transmitido precisamente esta sensación, la de no llevar hasta las últimas consecuencias la idea de la libertad total absoluta y la relación acción-reacción de todo lo que hacemos. El problema es que esperábamos que las limitaciones de PlayStation 2 responsables de estos problemas se tradujeran en que el salto a la Next-Gen supusiera una evolución real en este campo, y lo cierto es que el resultado no ha estado a la altura de las expectativas.
Al comienzo de la partida, el juego sólo cuenta con campaña individual, podemos escoger el aspecto de nuestro personaje y algunos detalles. En este sentido el videojuego es tan limitado como en el resto de sus aspectos, y apenas contamos con un puñado de cabezas y ropajes predefinidos entre otros detalles menores que editar.
Comenzaremos la aventura malheridos en el campo de batalla, y ya ahí dará inicio nuestro carrusel de decisiones. Unos campesinos se acercarán a socorrernos, y podemos escoger entre aceptar su ayuda, apartarlos con diplomacia o mostrarles el filo de nuestra espada para asustarlos. Esta es la línea que marca el videojuego en todo momento, con unas interacciones con el resto de NPCs muy limitadas pero repletas de repercusiones.
El modo campaña es tremendamente corto, lo que se equilibra con su fuerte rejugabilidad, algo en lo que sus responsables fundamentan el atractivo del lanzamiento por la infinidad de caminos que se ofrecen. Lo que se busca es algo similar a lo que Heavy Rain, con mayor acierto, ha conseguido recientemente: Un juego que ofrezca tantos caminos y alternativas que permita al usuario superarlo varias veces consiguiendo que los hechos que acaecen sean siempre diferentes en función de nuestras decisiones.
¿El problema? La historia es demasiado simple y pobre para sentir algo de interés por lo que se nos cuenta o por los personajes que la protagonizan, y el mapeado del videojuego es demasiado pequeño para ofertar grandes alternativas. Esto se traduce en que la totalidad del propio concepto pierde su razón de ser. ¿Cómo podemos profundizar en una aventura que no nos interesa en absoluto? ¿Cómo aumentar el factor rejugable si los escenarios y los personajes con los que interactuar se repiten de forma tan abusiva?
En el momento en que los pilares sobre los que se fundamenta un videojuego flaquean de esta forma, el resto del conjunto se resiente de igual manera, y a ello hay que sumar que otros aspectos como el de la exploración, el combate o el diseño de las propias misiones el juego demuestra también un trabajo descuidado; con lo cual el tedio acaba siendo la sensación dominante con sólo unas horas de juego.
Lamentablemente ni en el apartado gráfico ni en el sonoro encontramos grandes motivos de redención para este mediocre Way of the Samurai, más bien todo lo contrario. Estéticamente, en términos de diseño así como de ejecución visual el título parece directamente portado de PlayStation 2, sin trabajo alguno por mejorar aspectos fundamentales en la Next-Gen. ¿En qué se traduce esto? Físicas inexistentes, distancia de dibujado irrisoria, animaciones pésimas, saturación de tiempos de carga para mapeados muy pequeños… Por desgracia, como decimos, tampoco hay nada rescatable en el apartado sonoro. El videojuego llega a nuestro país en perfecto inglés, sin traducción alguna para textos o voces, únicamente el manual viene en nuestro idioma, por si fuera poco el doblaje en inglés es ciertamente mediocre y la banda sonora olvidable.
Way of the Samurai 3 es, ante todo, una lástima. Con el concepto tan interesante que había detrás y las posibilidades de la Next-Gen para ampliar el abanico jugable y también el tecnológico, resulta chocante el abultado descenso de calidad de la tercera entrega. Muy poco recomendable, ni tan siquiera para los más hardcores de la saga.
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