La niebla puede llegar a ser muy traicionera y hacer que la víctima se pierda en ella incluso antes de que pueda darse cuenta. A Silent Hill le ha pasado algo similar, y sus últimas entregas se han ido alejando paulatinamente de la senda marcada por sus predecesoras. Por suerte, Climax Studios cuenta con una linterna potente que guiará al jugador hacia sus excelentes orígenes.
Hace años que la saga Silent Hill va dando tumbos sin sentido, como si se hubiese perdido en su característica niebla. Los últimos títulos han olvidado la importancia del terror psicológico y de la simbología sutil para dar rienda suelta a una aleatoriedad descontrolada y liderada por una desquiciante tendencia a diseñar monstruos con forma de órganos reproductores. Asimismo, los viajes de redención protagonizados por almas pecaminosas han dado paso a secuencias ininterrumpidas de violencia gratuita. Para evitar la destrucción del pueblo más siniestro de Estados Unidos, Climax Studios ha cerrado sus entradas y salidas y se ha puesto manos a la obra para reforzar sus cimientos sin denostar por ello su esencia primaria. Lástima que al hacerlo haya vuelto a dejar atrapado a Harry Mason.
Shattered Memories no puede ser considerado un remake de la primera entrega de la serie, ya que lo único que comparte con ésta a nivel narrativo es el inicio y la mala suerte de su protagonista: durante una tormenta de nieve, Mason pierde el control de su coche y acaba estrellándose. Las desgracias nunca vienen solas ya que al reponerse del accidente descubre que su hija de siete años, Cheryl, ha abandonado su asiento. No queda más remedio que explorar Silent Hill, donde los únicos habitantes que han salido a la calle pese a la situación meteorológica son los horrores del subconsciente.
¿Quién juega con quien?
Tal y como advierte el inicio de cada partida, el juego juega con el jugador de la misma manera que el jugador juega con el juego. Lejos de convertirse en un mero trabalenguas anecdótico, cada nueva incursión por las partes más oscuras del pueblo será una experiencia diferente que se adaptará a la personalidad del usuario. Éste ha acudido a un psicólogo para averiguar si las pesadillas que sufrió durante la búsqueda de Cheryl fueron reales o es que está a un paso de llenar su armario con camisas de fuerza. Cada sección del título viene precedida por una parte de la sesión, donde las respuestas a las preguntas un tanto improcedentes -"¿Ha sido alguna vez infiel?"- o los resultados de los []btests interactivos[/b] -como rellenar un horario de instituto ideal- afectarán ciertos elementos de la investigación posterior.
Con este análisis tan exhaustivo del jugador, Climax Studios ha conseguido que éste y Mason emprendan un viaje paralelo donde deberán enfrentarse a sus miedos y debilidades, ambas búsquedas en pos de la verdad superponiéndose sucesivamente hasta que surge la deliciosa duda de si la trama no es más que una excusa para castigar al usuario por sus pecados, demostrando que la diferencia entre él y un protagonista de la serie es más débil de lo que podría parecer a primera vista. Una revelación acertadamente sobrecogedora.
Por supuesto, la desarrolladora sólo cumplirá su objetivo si el jugador pone de su parte y coopera con fidelidad a los intentos del anónimo psicólogo por desentrañar las raíces de su delirio. Una vez terminada la sesión, es recomendable retomar la aventura encarnando diferentes personalidades para descubrir cómo los personajes, enemigos, localizaciones, recuerdos y finales toman una nueva forma retorcida.
La frialdad del subconsciente
La aventura principal permanecerá siempre inmutable ante los desmanes mentales del jugador. Lejos de equipar a Mason con tantas armas que al final los monstruos se convierten en patitos de feria con un par de extremidades de más, el padrazo sólo cuenta con una linterna y su teléfono móvil. No hay gestión de inventario que valga; la mayor parte de los objetos esenciales son llaves que se encuentran ocultas muy cerca de su puerta correspondiente.
Sin niebla, sin combates, sin retrocesos de relleno por el escenario, sin pistas tan obscuras como un poema conceptista del Barroco, sin retazos de diarios tirados por el suelo... Es muy posible que este listado de ausencias haga que muchos fans se decidan por rechazar la premisa de Shattered Memories, pero la propuesta de Climax Studios funciona y necesita ser instaurada ipso facto en el género. Al quedarse exenta de obstáculos redundantes, la aventura resultante es corta -entre unas seis y diez horas según la predisposición del jugador a explorar el escenario- pero intensa. Cada localización es única, los puzles son ingeniosos y evolutivos, las situaciones son variadas, y el ambiente inquietante es tan opresivo como la sempiterna nieve que ha invadido Silent Hill.
El recuerdo y el remordimiento son la pareja del momento en Silent Hill; en ocasiones, Mason podrá observar figuras distorsionadas que al ser fotografiadas con el teléfono móvil revelan un pequeño susto y una revelación en forma de SMS o mensaje de audio. Asimismo, los ecos reminiscentes que se pueden encontrar gracias a sus interferencias con la luz de la linterna van desencadenando historias traumáticas íntimamente relacionadas con la personalidad del jugador, incentivando sucesivas partidas para descubrirlas todas. La sutileza con la que narran contenidos normalmente considerados tabú en los videojuegos -incluyendo los de esta índole- es sumamente efectiva.
Siguiendo la estela de Steve Jobs y asociados, el móvil de Mason cuenta con diversos accesorios, entre ellos un GPS un tanto inútil teniendo en cuenta la linealidad del título. A parte de guardar las partidas y personalizar la configuración del juego, el dispositivo también sirve para enviar o recibir llamadas, convirtiéndose así en el último vestigio de realidad -y quizás de cordura- que le queda al protagonista. El pueblo está repleto de números de teléfono que o bien sirven como resoluciones originales de puzles o bien como anécdotas contextuales.
Pesadillas a gusto de consumidor
Al principio, la nieve parece una solución descarada para encerrar al protagonista y guiarlo como un niño pequeño por el escenario. Pero poco a poco, la amenaza blanca empieza a tomar una relevancia sólo comparada con la neblina original de la saga -y no ese sucedáneo actual creado con algún dispositivo de humo de segunda mano, especialmente cuando las pesadillas hacen su inesperada aparición. En estas secuencias, el pueblo queda tan congelado como la mayor parte de las relaciones paterno-filiales durante la adolescencia, señal de la pronta presencia de terroríficos enemigos que cambiarán de forma según la personalidad del jugador.
La única arma con la que cuenta Mason es su lastimera presencia, así que no tendrá más remedio que huir del peligro por áreas laberínticas que logran dar la sensación de estar dando círculos hacia un destino funesto. Si las criaturas rodean al protagonista, éste acabará sucumbiendo a sus miedos y volverá al punto de inicio de la pesadilla, así que cierta planificación es necesaria para contrarrestar la vertiginosidad de las persecuciones; escondites donde resguardarse momentáneamente, obstáculos improvisados, bengalas a modo de escudo lumínico... La posibilidad de echar la vista hacia atrás para comprobar la distancia cada vez menor de los enemigos añade un grado más en el frenesí de la situación, y los puzles que lentamente van introduciéndose en la misma evitan que el terror quede degradado a redundancia cíclica.
La portabilidad del miedo
Al tratarse de un port de la versión original para Nintendo Wii, el escepticismo está más que justificado cuando toca averiguar cuantas bajas han sido necesarias para adaptar el título a PlayStation Portable. En este sentido el resultado visual y sonoro es sorprendente: tanto la inquietante banda sonora -a cargo del excelso Akira Yamaoka- como las convincentes voces de los personajes se han mantenido intactas, y pese a la lógica reducción de los gráficos, Shattered Memories es un alud majestuoso que sepulta a la mayoría de sus congéneres. Destaca especialmente la atención que ha puesto Climax a los detalles; cada habitación cuenta con objetos especialmente creados para contar su pasado particular.
Evidentemente, los controles para interactuar con el entorno o para utilizar el teléfono móvil han perdido la inmersión inherente en la versión para Nintendo Wii; el control de la linterna ya no es independiente al del movimiento del jugador y los mensajes de audio no son tan intensos al no poderse oír a través del altavoz del wiimote. Aún así, la desarrolladora ha realizado una gran labor para subsanar esos inconvenientes, y como resultado Shattered Memories para PSP no debe ser considerada una subordinada al título original, sino como una alternativa perfecta para aquellos que prefieren jugar refugiados en la cama, creyéndose a salvo de la oscuridad que les rodea. Ilusos.
Cuando parecía que Silent Hill había perdido su esencia, Climax Studios regresa al pasado para cambiar el futuro de la franquicia. Sin llegar a ser un calco de la primera entrega, Shattered Memories es la bocanada de aire fresco -casi helado- que hacía falta para regenerar no sólo una serie en baja forma, sino todo un género en decadencia en cuando a originalidad. ¿Su baza principal? Apostar por el miedo más temible de todos: el temor hacia uno mismo.
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