Análisis de Amy

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El pobre batiburrillo de ideas extraídas de los más grandes del género del terror no ha salvado de la quema al esperado Amy, que pese a contar con unas interesantes premisas de juego se ha quedado lejísimos de alcanzar un resultado aceptable.

Teníamos muchas esperanzas puestas en el prometedor Amy por tratarse de un juego de terror de la vieja escuela protagonizado por dos chicas, Lana y la joven Amy, sin ninguna aptitud para el combate ni armas contundentes con las que defenderse. Algo que nos invitaba a pensar que estaríamos ante una auténtica experiencia de terror y suspense alejada de lo habitual. Sin embargo, todas nuestras esperanzas se han desvanecido a los pocos minutos de juego por culpa de un desarrollo de la acción bastante pobre y caótico en el que se entremezclarán los momentos de desconcierto general ante situaciones en las que no queda del todo claro cómo debemos actuar, con otras en las que simplemente perderemos la vida a causa de errores en el sistema de cámaras, la inteligencia artificial de los aliados, el pobre sistema de combate, etcétera. En definitiva, por cuestiones ajenas al jugador que más que terror, se desvivirá ante las irritantes situaciones que plantea esta fallida aventura de suspense.

Negro sobre blanco
Con mucho misterio de por medio y muy poca información en nuestras manos, la historia de Amy arranca con las dos protagonistas del juego viajando a bordo de un tren camino de un centro hospitalario. Ambas parecen asustadas tras haber escapado de un centro de investigación del que no se dan más detalles, aunque se muestran confiadas en que las cosas irán a mejor. O al menos eso es lo que pensaban, porque una repentina explosión en el horizonte y un terrible accidente ferroviario desatarán un auténtico infierno al que tendrán que sobrevivir fomentando la cooperación entre ambas. Pero este punto de partida tan interesante, sin embargo, pronto dejará patente las carencias de Amy a todos los niveles.

Para empezar, y aunque la historia tiene su miga y por momentos puede resultar interesante, esta cae rápidamente en una sucesión de clichés y situaciones mil veces vistas que no nos incitará a seguir avanzando en la partida; a lo que debemos sumar además una brutal falta de información en determinados aspectos que, en vez de fomentar el interés por descubrir cosas, crea el efecto contrario. Jugablemente, Amy podría definirse como un enorme batiburrillo que coge elementos de algunos de los juegos de terror más clásicos, añadiendo a la fórmula un componente cooperativo entre Lana y Amy que recuerda a títulos como el gran ICO.

En este sentido, dirigiremos directamente a Lana a través de un sistema de control bastante tradicional aunque un tanto ortopédico, con opción de avanzar sigilosamente para no hacer ruido, o correr a toda prisa si vemos que no nos queda más remedio que poner pies en polvorosa. En ambos casos, por desgracia, los resultados obtenidos son pobres, ya sea porque al correr la protagonista se quede en ocasiones trabada con algunos elementos del escenario –lo que permitirá a los enemigos atraparla-, o porque los avances sigilosos resulten ineficaces cuando la infección que merma la salud de Lana si Amy está lejos nos obliga a agilizar el paso aun estando rodeados de enemigos.

Proteger a Amy es una prioridad, pero a veces esta joven puede delatar nuestra posición si no avanzamos cogiéndola de la mano continuamente.
Proteger a Amy es una prioridad, pero a veces esta joven puede delatar nuestra posición si no avanzamos cogiéndola de la mano continuamente.

Para más inri, el sistema de combate resulta tosco, simple y muy impreciso, lo que provocará que en más de una ocasión muramos tontamente porque la cámara ha decidido usar un plano horrible que nos dejará a ciegas frente al enemigo, o porque el sistema de evasión y los propios golpes cuerpo a cuerpo que ejecutaremos no responden como deberían. Y el colmo llega cuando muchos de los golpes fallan porque las armas atraviesan literalmente a los contrarios, pero estos en un par de segundos pueden dejarte KO si juegas en el nivel de dificultad más elevado –aparte de recibir más daño aparecen más enemigos-.

Lo peor es que la inclusión de Amy como compañera de fatigas tampoco ayuda a mejorar el ya de por sí pobre desarrollo de la acción, puesto que el tipo de rompecabezas que se plantean están demasiado vistos, amén de que se repiten hasta el hartazgo a lo largo de la partida. En este caso, al margen de ordenarle constantemente que se escabulla por determinados agujeros para que accione interruptores o que piratee sistemas informáticos, también podremos hacer uso de las habilidades especiales que Amy irá aprendiendo a lo largo de la partida. Un elemento que está muy bien, ya que plantea retos que se salen algo de la norma, aunque es un aspecto que no está del todo explotado en el juego.

Y lo mismo se puede decir de la escasa variedad de situaciones con la que nos encontraremos, ya que salvo algunos momentos en los que tendremos que ocultarnos para no ser detectados o escapar a toda prisa de enemigos más poderosos, el juego se mantiene siempre bajo una misma rutina que se agrava por culpa de un apartado gráfico excesivamente monótono. Por supuesto, tenemos que destacar el buen nivel de detalle y modelado de los distintos personajes con los que nos toparemos, así como el diseño de los infectados; pero hay aspectos como las animaciones o el reciclado de texturas y objetos que a la larga le pasan factura. Además, no entendemos la necesidad de los desarrolladores por alargar algunas secuencias animadas hasta un punto desesperante, como la subida y bajada de escaleras, el proceso de piratear ordenadores, etc.

Existe algún que otro desafío que rompe la norma en el juego, aunque son muy escasos y tampoco un derroche de originalidad.
Existe algún que otro desafío que rompe la norma en el juego, aunque son muy escasos y tampoco un derroche de originalidad.

Por último, también resulta muy molesto lo mal situados que están los puntos de control en este Amy, sin dar opción al usuario de guardar la partida en cualquier momento. Esto significa que a veces, después de una hora de juego en el nivel de dificultad más elevado, un enemigo puede abatirte en cuestión de segundos por un error del programa, teniendo que repetir otra vez los mismos puzles y enfrentamientos bajo una lentitud irritante. Aparte, como apuntábamos, el juego resulta excesivamente parco en detalles en algunos aspectos, sin dejar muy claro qué debemos hacer para continuar.

En definitiva, Amy se ha quedado lejísimos de lo esperado –sobre todo viniendo del creador del clásico Flashback, Paul Cuisset- y es algo que nos apena porque es un título que parte de una buena premisa que no se ha ejecutado correctamente. La sensación de desamparo de la protagonista está perfectamente orquestada y es algo que nos gusta porque fomenta el tener que jugar con el sigilo y los escondites; pero como decimos, el resultado no es ni tan convincente ni tan aterrador como el visto, por ejemplo, en Amnesia: The Dark Descent.

Malo

No recomendado
No recomendado

A veces las buenas ideas no son suficientes para crear un buen juego, y esto es precisamente lo que le ha ocurrido a Amy. Su pobre sistema de combate, lo monótono que resulta, los fallos que atesora y esa constante sensación de que en cualquier momento puedes morir por culpa de un error del juego no es lo que esperábamos, ni mucho menos es el tipo de terror que queremos vivir en nuestras carnes.

Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en inglés
Duración:
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