Vive una gran noche de Halloween con esta notable aventura de rol desarrollada por los padres de Psychonauts y Brütal Legend, un estudio que sigue demostrando que a la hora de crear videojuegos, los abultados presupuestos no lo son todo.
Tras el lanzamiento del fantástico Brütal Legend, Double Fine anunció que se centrarían en el desarrollo de cuatro nuevos proyectos de menor escala presupuestaria, y el primero de estos es el que hoy nos ocupa: Costume Quest. Éste, se trata de una aventura de rol muy simpática que presenta una sencillez pasmosa en prácticamente todos sus apartados sin innovar tampoco a nivel jugable, y pese a todo ello, hemos disfrutado como niños de esta propuesta del estudio liderado por el padre de clásicos como Grim Fandango, Tim Schafer.
¡Cuidado con los cocos!
Dos jóvenes mellizos, Wren y Reynold, viven con una gran intensidad la noche de Halloween, pero este año, al haberse mudado de casa, ésta no tiene el encanto de antaño. No, al menos al principio, porque tras recitar el clásico “Truco o trato” en una casa vecina, un “temible” monstruo terminará por secuestrar a nuestro hermano –o hermana dependiendo del protagonista seleccionado- al confundirlo con un caramelo gigante, por los que sienten una obsesión enfermiza. Será entonces cuando el mellizo restante se embarcará en una lucha por rescatar a su hermano pero… ¿cómo puede un niño enfrentarse a un ejército de monstruos? Y partiendo de esta cuestión, en Double Fine han logrado transmitir a la perfección las emociones que embargan a los más pequeños cuando se disfrazan, puesto que éstos pueden estar ataviados con un cubo en la cabeza y una caja en el torso, y verse sin embargo como un robot de última generación. Precisamente esto es lo que viviremos en la aventura.
Cada disfraz con el que logremos equipar a nuestro protagonista y a sus dos acompañantes –se irán uniendo a nosotros poco a poco- se convertirá en una letal herramienta de combate durante los encontronazos contra los enemigos, pudiendo ver cómo los simpáticos disfraces de los niños toman una apariencia propia de los cómics de súper héroes. En este sentido, la variedad de disfraces resulta encomiable, con algunas propuestas de lo más divertidas que no os desvelaremos. Sin embargo, sí conviene destacar las distintas habilidades especiales con las que contaremos. Por un lado, las propias de las batallas, pero aparte muchos de nuestros disfraces ofrecen utilidades fuera de los combates: ya sea iluminar las zonas oscuras, protegernos de escombros o corrientes de agua, o caminar de forma sigilosa sin que los enemigos nos puedan ver.
¡No te tengo miedo!
Gracias a estas opciones, el desarrollo de la aventura ofrece una buena variedad de situaciones en los tres grandes escenarios de juego por los que nos moveremos, si bien es cierto echamos en falta más opciones. Algo que se puede trasladar perfectamente a los combates. Y es que éstos, que se desarrollan por turnos de una forma muy clásica, al final pueden ser algo repetitivos porque únicamente contamos con tres opciones: el ataque básico, el movimiento especial propio de cada disfraz que se va cargando cada pocos turnos, y la opción de usar movimientos especiales que compraremos durante la partida. Por supuesto, los enemigos serán cada vez más poderosos, pero al final prácticamente todo se resolverá a base de atacar, atacar y atacar sin preocuparse de otros aspectos –aún así hay momentos en los que las estrategias de combate ayudan muchísimo-. Y nada ayuda el hecho de subir de nivel, porque esta mejora simplemente marcará el mayor daño que provocaremos y la cantidad de salud con la que contaremos.
Se agradece que dentro de esta simplicidad los combates sean muy dinámicos. Y es que cada vez que ataquemos o nos protejamos deberemos pulsar un botón en el momento preciso o agitar el stick, para conseguir los mejores resultados. Igualmente, habrá ítems especiales que mejorarán determinados atributos de nuestros héroes, por lo que tampoco hablamos de una simpleza total.
Durante las partidas, también nos encontramos con una serie de misiones que son idénticas en las tres zonas de juego, ya sea buscar a niños en una especie de “juego del escondite”, coger manzanas con la boca, o tocar puerta por puerta en todas las casas o establecimientos que encontremos para recolectar caramelos (podemos encontrarnos con gente simpática o con monstruos, así que al menos los “sustos” no nos los quita nadie). Por eso, y aunque el juego nunca deja de ser divertido, no llega a las cotas de genialidad de otras obras del mismo estudio u otras enmarcadas en el mismo género. Por supuesto, tenemos que tener en cuenta que éste es un videojuego descargable publicado a un coste inferior al de un juego retail, pero con los antecedentes del estudio, esperábamos algo más al respecto.
Ingenuidad, la belleza perdida
Se agradece, por ejemplo, el empeño puesto en la exploración y la necesidad de buscar cofres ocultos para dar con los ítems necesarios para fabricar nuevos disfraces, algo que también nos obliga a completar prácticamente todas las misiones –tarea no demasiado difícil-, para recoger este tipo de recompensas; pero no entendemos en este caso que no se haya incluido por ejemplo un mini-mapa con el que podríamos ubicarnos mejor en los escenarios.
Si hablamos del apartado audiovisual, Costume Quest presenta un diseño de gran nivel por la simpatía que desprende el mundo por el que nos movemos y sus habitantes, aunque éstos resultan algo repetitivos. El paso de los disfraces de los niños a combatientes es sin duda su punto más fuerte, sobre todo por la originalidad de los diseños y el buen gusto a la hora de mostrar sus habilidades especiales. El sonido, en cambio, nos parece algo más discreto; las melodías son poco variadas y pasan muy desapercibidas, a lo que debemos sumar unos efectos de sonido también correctos sin más.
Muy divertido, entrañable en muchos aspectos, y una buena forma de disfrutar de una aventura de rol para todos los públicos con un diseño artístico realmente atractivo, sobre todo por combinar ese toque naíf o ingenuo del mundo con los diseños más épicos de los combates. Sin embargo no llega al sobresaliente por la falta de variedad en las situaciones de juego, y por presentar un sistema de combate excesivamente simple. Aún así, recomendamos su compra porque al menos durante unas horas –la aventura se puede completar en unas seis horas- sentiremos que somos niños pequeños equipados con una gran variedad de disfraces.
