Rogeche / 1 de julio de 2011 Jugabilidad: Gráficos: Sonido: Innovación:

2,3 Espantoso

Cuando la estrategia se avergüenza
Pride of Nations es un producto particular. Nos llena de expectativas y fantasías, esperando poder administrar una potencia en una período tan interesante y poco cubierto por los juegos como son los años de 1850-1920; a la vez es patrocinado por Paradox Interactive, gente que sabe de estrategia compleja y realista. Pero el globo de las fantasías se pincha en no más de unas horas de juego.
En cuanto carga, vemos que no está bien optimizado, es lento para cargar hasta el menú más simple. Suma algunos puntos por las diversas opciones que ofrece para configurar, sin embargo los resta una vez que iniciamos la partida.
Elegimos facción, iniciamos partida y nos encontramos con un mapa que abruma con opciones y datos, muchos originales e interesantemente novedosos, pero lo más elemental no está al alcance de la mano, cuestiones tan simples como un cuadro económico, el desarrollo de las tecnologías y las características del gobierno se ocultan tras los botones 'F' (F1, F2, etc.)... que si no hemos leído el manual jamás nos enteraremos que están allí.
El juego intenta ser realista... lo logra espantosamente. Ninguna ventana presenta más que una o dos opciones y si es que la presenta, lisa y llanamente no podemos hacer nada salvo construir edificios y pasar turnos. Por ejemplo en las tecnologías podemos poner un poco de moneda para acelerarlas, pero nada más.
Los turnos demoran una eternidad en pasar y hay que leer un diminuto cuadro en la parte inferior para enterarse si nos están haciendo una petición diplomática, si tenemos inflación o lo que fuere. 
La tecnología del juego es de hace una década probablemente y lo gráficos aprueban con 6, lisa y llanamente porque este tipo de juegos no requieren mejores gráficos para cumplir su fin.

Y así podemos seguir con una lista de deficiencias que hacen al juego totalmente incomestible. De cualquier manera, podemos rescatar la banda sonora: canciones de época (por lo lento y largo deberían haber puesto más, se repiten demasiado) y algunas innovaciones interesante estratégicas que deberían ser tomadas por juegos realistas, como el sistema de resolución diplomática que merece ser probado aunque sea una vez por su originalidad.
Por otro lado, podemos decir que por ser el único juego de estrategia que abarca la época Imperial y la Primera Guerra Mundial tiene el monopolio temático, así que si alguien quiere ganar la Primera Guerra con Alemania o tiene interés de industrializar Rusia antes de tiempo... puede arriesgarse con ESTO o seguir esperando algo más decente.

Un Saludo