Nos paseamos por Netflix para hablar de HiScore Girl II, el anime inspirado en el manga de Rensuke Oshikiri. ¿Está la conclusión a la altura de la primera temporada? Un anime que debes ver si te gustan las series animadas y los videojuegos de los noventa: pura nostalgia, edad del pavo y un triángulo amoroso disputado en Super Street Fighter II Turbo.
El clímax de HiScore Girl llega a Netflix con HiScore Girl II, los últimos episodios del triángulo amoroso más apasionante que se ha vivido en un salón recreativo japonés de los noventa. La historia se sitúa justo en el momento en el que terminó la anterior temporada, con un Haruo infantil que sigue eludiendo un conflicto amoroso que le viene demasiado grande: ¿Akira o Koharu? La secuela del anime de J.C. Staff cierra la historia de forma satisfactoria sin traicionar a lo que hizo grande a la serie: apoyarse en los videojuegos y sus referencias con gusto sin caer en el cameo barato, como tantas otras películas y series intentan hacer sin éxito y con mucho menos gusto.
Rensuke Oshikiri, autor del manga original publicado en la revista GanGan Comics de Square Enix, ya se las ingenió para recrear la visión de los arcades en Japón de una forma entrañable y nostálgica para los aficionados, pero la adaptación animada no ha hecho más que acentuar la grandeza de la idea y la creación del mangaka. Te gusten o no las idas y venidas amorosas de sus protagonistas, la realidad es que es fácil perderse en las hileras de recreativas del juego, con alguno de los grandes éxitos arcade de mediados de los noventa. The King of Fighters 96, Virtua Fighter 2, Last Bronx, Die Hard Arcade o Fighting Vipers son algunos ejemplos, pero hay muchos más en la serie recién estrenada por Netflix.
No obstante, la serie sigue siendo Capcomcéntrica, situando la trama en las habilidades de sus protagonistas en Super Street Fighter II Turbo, como ya pasó en la anterior entrega, y Street Fighter Alpha 2, pero eso no resta un ápice de interés a lo narrado. Al contrario, la divertida relación de los protagonistas con sus alter-egos del juego brinda algunos de los mejores momentos que vivirás en la serie. Quién no querría tener a Zangief o Guile como consejero celestina, ¿no?
"Ni me hables de Street Fighter 3"
Resulta difícil sentirse representado por las andanzas del bobo de Haruo por las calles de Tokio porque las diferencias culturales son evidentes en todos los sentidos. Obviamente, los recreativos se vivieron en España de una forma muy distinta a la que se vivía a mediados de los noventa en Japón, pero si hay algo en lo que Oshikiri habla en un idioma internacional es a la hora de presentarnos un Haruo que, por inocente, acaba siendo mezquino, sin saberlo, con Koharu y Akira. ¿Qué duda hay del buen fondo de Haruo? Sin embargo, justificar en su ingenuidad e inocencia muchas de sus decisiones son discutibles, tanto, que hasta el propio protagonista acabará dándose cuenta de ello. Ahí brilla la nueva temporada de HiScore Girl.
Y sí, naturalmente te reirás con chistes como el de Street Fighter 3, recurrente a lo largo de toda la historia de HiScore Girl, pero es en el crecimiento de Haruo y su crecimiento como persona en lo que su creador y el estudio de animación hace verdadero hincapié a lo largo de toda la trama. Haruo no es prototípico protagonista odioso de un manga romántico para chicos: trabaja, se esfuerza en estudiar y disfruta con pasión de los videojuegos… pero es cortito en la materia del amor. No es fácil construir un personaje que, dando bandazos tan obscenos, acabe despertando ternura en el espectador. ¿Quién no hizo una tontería en sus primeros compases románticos en la adolescencia y hoy se avergüenza de su torpeza?
La serie, sin embargo, sigue sustentándose en Akira y Koharu como principales claves de su éxito. La segunda es entrañable, y sus actos, muchas veces incomprensibles dadas las circunstancias, vuelven a hablar bien de la construcción de personajes de Oshikiri cuando dos posiciones tan enfrentadas como la del protagonista y ella pueden ser entendibles para el espectador. El mejor trabajo vuelve a ser el de Akira, un personaje que sin decir nada habla mediante los videojuegos y gestos. La trama alcanza una complejidad en la que el autor se ve obligado a tirar en ocasiones de su hermana (o Zangief) para hacer de interlocutora en momentos en los que difícilmente puede aprovechar los videojuegos para expresar lo que siente. Pero no es lo habitual: el silencio de Akira sigue siendo delicioso.
Me parece una buena noticia que la animación mantenga el tipo a lo visto en la primera temporada. Puede que una de las bondades de la animación CG sea precisamente (y permitidme sustentar la siguiente afirmación en un kilómetro de comillas) que los estudios no dependen ya tanto de los presupuestos ajustados de una y otra temporada mientras tengan el modelo de un personaje realizado. Naturalmente, se pierde el característico toque de la animación tradicional. Es obvio, pero también lo es que prefiero una animación CG de una calidad más que respetable a toparme con lo sucedido con, y por nombrar un caso reciente y también alojado en Netflix, la segunda temporada de Baki.
¿Inventa algo HiScore Girl y su secuela en los animes románticos? Puede que no, pero su ejemplar ejercicio a la hora de homenajear a los videojuegos de arcade con devoción casi religiosa y convertirlos en el vehículo de la narración sin caer en la señalización banal de los homenajes más pobres e inanes que se han dado en recientes producciones como Rompe Ralph o Pixels, dice mucho del buen hacer de los implicados. ¿Sabéis qué otra cosa habla muy bien de los artistas? Contar con las voces originales de Guile, Zangief y Akuma para interpretar a sus personajes en la serie, Hiroki Yasumoto, Kenta Miyake y Taketora, respectivamente. En definitiva, una estupenda creación del mangaka y soberbia adaptación animada por parte de J.C. Staff. HiScore Girl 2 es una ventana a un recreativo japonés de los 90, y el buen gusto que se ha exhibido en su presentación confirma que estamos ante uno de los mejores animes que se han hecho con los videojuegos, ya no como protagonistas, sino como uno de los propios personajes principales de la historia.