Godfall está aquí: un paseo por sus mundos, combates y jefes de nueva generación

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Una experiencia de nueva generación: es lo que todos buscamos cuando nos hacemos con una consola como PS5. Con Godfall disponible en tiendas, nos sumergimos en el mundo de Aperion para maravillarnos con sus mundos elementales, sus palacios y sus intensos combates. Si quieres saber qué se siente a los mandos, descubre cómo ha sido esta primera toma de contacto.

La espera ha terminado: PlayStation 5 llega a las tiendas de España, y con ella toda una nueva generación de experiencias. A estas alturas ya conoces sus especificaciones técnicas, sus prestaciones y sus videojuegos; pero pensamos que al final, hasta que juegas no te das cuenta de cómo se aplica todo esto. No podemos invitar a todos los lectores a jugar (estaría guay, ¿verdad?) pero al menos sí podemos darte una aproximación contándote cómo es una partida de Godfall: un juego lleno de encuentros intensos, de los que hacen preguntarte "¿cuánto tiempo llevo sin pestañear?" y de los que hacen que te enorgullezcas cuando terminas con un jefazo. ¡Te haces a la idea! Pero eso lleva tiempo, y aquí te voy a hablar te mi experiencia con las primeras horas del juego.

Aún falta un poco para que puedas leer su correspondiente análisis en 3DJuegos, porque quiero ver a fondo sus Piedras de Sueño y la Torre de las Pruebas (ambos parte del material postcréditos) antes de cerrar una nota, pero en esta crónica tienes un pequeño adelanto del juego. ¿Mi objetivo? Explorar el reino elemental de la tierra, el primero de todos, y enfrentarme al primer jefe de mundo, Zamora. Es un rival formidable y uno de los súbditos de Macros, el dios loco que sirve de villano principal para la campaña. Pero para acceder a la misión, primero debo reunir suficientes sellos de la tierra, que se consiguen completando misiones de cacería.

Para cuando llegues a este punto, ya habrás librado unos cuantos combates durante el tutorial, donde uno puede familiarizarse con los controles y las dinámicas más básicas de navegación por el mundo y los menús. Pero aprender a controlar el juego y dominarlo son cosas distintas, claro. Así que, con el DualSense entre las manos y las ganas de aprender, toca ponerse por fin manos a la obra. Así es Godfall en PS5.

Descubriendo un mundo de fantasía

Una de las primeras cosas que notarás tan pronto como configures PS5 por primera vez es que la interfaz de usuario ha cambiado bastante respecto a lo visto hasta ahora, es más elegante y cede el protagonismo a los contenidos. Es como pasar de un tema personalizado a otro a medida que mueves la cruceta, y da la sensación de estar sumergido en el mundo del juego antes incluso de entrar en él. Como cuando dejas el cursor parado sobre el icono del juego en PS4, pero más inmediato. Oh, y si prefieres el formato digital como yo, seguro que te das cuenta rápidamente de que la PlayStation Store está integrada directamente en la interfaz. No tienes que esperar a que se abra para navegar por la tienda, basta con que pulses la flecha hacia abajo y empieces a buscar. Una vez descargado —hay un botón de acceso rápido dedicado específicamente a gestionar las descargas— el nuevo juego se aloja en el menú principal. Seleccionas "jugar", y listo. Omitiendo por completo el paso de la bajada de datos, pasan apenas unos diez segundos entre que enciendes la consola y entras al juego.

Volver a la partida al instante ayuda a mantener la tensión, te anima a superarte al ser derrotado


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Godfall está aquí: un paseo por sus mundos, combates y jefes de nueva generación

Por supuesto, nuestra primera visita es un poco más larga que el resto porque se nos recibe con una cinemática y un tutorial, pero a partir de ahí tenemos toda la libertad para lanzar cualquier actividad que nos apetezca desde la Séptima Ermita, un santuario vivo que guía el camino de nuestro protagonista en su cruzada contra Macros y que hace las veces de base de operaciones. Allí se encuentran también las doce armaduras del juego, cada una con sus propias estadísticas, habilidad pasiva y activa: la Furia del Arconte, que mejora temporalmente todas las capacidades del personaje y libera un efecto especial adicional. También es el lugar desde donde se escogen todas las misiones. En este caso, voy a reunir diez sellos de la tierra con los que desbloquear el combate contra Zamora, así que inicio una misión de cacería contra un pequeño jefe, el Rancor Alfa. ¿El precio por su cabeza? Entre otras cosas, dos de los sellos que necesito. Hay una carga separando esta pantalla del mundo del juego, pero es tan breve que apenas nos da para leer un par de consejos antes de tomar el control del personaje.

Una de las primeras cosas que me sorprendieron del juego fueron sus gráficos y su apartado artístico: al margen de las chispas y animaciones que vemos durante el intercambio de espadazos, hechizos y técnicas especiales durante los combates, el propio entorno también aporta una sensación de dinamismo constante mediante un uso inteligente de los reflejos que se pueden encontrar en los suelos y paredes de los templos y palacios; así como de los paisajes: edificaciones imposibles que desafían la lógica, torres que cortan las nubes y más. Pero personalmente, diría que el tratado de la iluminación es, junto con las partículas, lo que separan a Godfall de otros juegos de la generación anterior. En muchos sentidos es como estar jugando a alguna de esas demostraciones técnicas que tanto nos ilusionaban tiempo atrás. Y más allá de eso, también disfruta de una cohesión narrativa: la historia que va literalmente grabada en cada arma, anillo y estandarte se entrelaza con los enemigos que se interponen entre nosotros y nuestra presa, y con los castillos en los que nos adentramos. Pero aunque hay mucho tiempo para deleitarse con el escenario, aquí lo que vine a hacer es combatir.

Un combate intenso, fluido e inmersivo

Actualmente, se hacen muchos esfuerzos por ofrecer experiencias más inmersivas: no se trata solo de conseguir gráficos más realistas, sino también de sumergirnos más en la partida a través de interfaces ágiles, sistemas sociales mejor interconectados o nuevas posibilidades de interacción. En este caso en concreto, lo que más te llamará la atención es sin duda la retroalimentación háptica del DualSense. La nueva sobremesa de Sony tiene una nueva capa de profundidad permitiendo a sus juegos emular sensaciones de tensión, roces, pulsaciones y similares. El de Gearbox y Counterplay Games tiene un sistema de combate enérgico, rápido e intenso; con cinco clases de armas diferentes entre las que elegir. Y es fácil entender cómo casan una cosa y otra.

Mi armadura favorita es Greyhawk, que es también la mejor para rematar enemigos con su acumulación extra de Partealmas.
Mi armadura favorita es Greyhawk, que es también la mejor para rematar enemigos con su acumulación extra de Partealmas.

El DualSense aporta más personalidad e inmersión a los diferentes tipos de arma de Godfall

"No solo hemos ajustado la respuesta háptica de cada arquetipo de arma, también hemos profundizado en los ataques individuales y los hemos configurado para que encajen bien" comentaba tiempo atrás el productor técnico Richard Heyne. En la práctica, esto se traduce en que los gatillos se resisten, vibran y se relajan en función de cómo estés luchando. En mi caso, encontré que Greyhawk, mi Valorplate preferida (y que se puede desbloquear muy fácilmente en el primer reino, no dudes en probarla) tiene una estupenda acumulación de Partealmas con una espada grande y un arma de asta que tenía en el inventario. Eso se traduce en que aunque mis ataques no causan mucho daño, sí que aplican un medidor superpuesto a la barra de salud de mis enemigos. Cuando lanzo un ataque cargado, el medidor corta en seco esa barra. Y si derroto a un enemigo con Partealmas, explota en mil pedazos causando una ola de energía dañina a su alrededor. Es mucho más satisfactorio que sencillamente ver a los magos, lanceros y tramperos enemigos caer al suelo. Pero no nos desviemos.

Durante el combate, los tajos se sienten más largos y pesados en la espada, con impactos realmente duros que vibran a medida que la hoja recupera su forma; mientras que el arma de asta se siente ágil y precisa: potente, pero liviana. Pero a medida que le coges el tranquillo (lo que seguramente te tome unas horas) terminarás olvidándote del asunto, se hace sencillamente parte de la experiencia. Y hablamos de un juego muy metódico: en las primeras misiones, uno actúa con mucha cautela, observando detenidamente el comportamiento de los oponentes, pero a medida que desbloqueamos nuevas formas de esquivar, atacar y contraatacar, el flujo del combate cambia a algo mucho más agresivo, a caballo entre God of War y Devil May Cry. Esquivas un tajo para contestar inmediatamente con otro, dejas de levantar el escudo y lo lanzas contra un grupo mayor de rivales, y ganas las técnicas que necesitas para despachar a los oponentes más débiles, centrándote en los más duros. Creo que es un ejemplo de lo que el DualSense puede lograr en un juego de nueva generación, llevándonos al corazón de una contienda que ya de por sí es muy profunda.

Godfall está aquí: un paseo por sus mundos, combates y jefes de nueva generación

Al final del día, Godfall es un juego de fantasía con un universo rico, y es más fácil conectar con ese mundo cuando literalmente sientes el peso del combate en las manos. Pero igual te dejas llevar demasiado, como fue mi caso. Me da un poco de vergüenza reconocerlo, pero configuré mi primera cacería en la dificultad más alta sin dudarlo y terminé mordiendo el polvo. Hay tres opciones: fácil, normal y difícil. La última de ellas tiene oponentes más agresivos y con mayor salud, así como objetivos de misión opcionales, tiempo límite y si fallas tres veces te toca volver a la base con las manos vacías. ¿Y si ganas? Más recompensas. Me tentó esa idea porque uno de mis anillos y mi amuleto no me estaban dando las bonificaciones que quería, y pensé que tal vez el Rancor Alfa me podría soltar los objetos que quería. Pero no estaba preparado para aquello a nivel de equipo, ni de habilidad personal. Caí en combate tres veces, dando la misión por fracasada, pero al menos esos intentos se me hicieron muy cortos. El jefe mantiene la salud en el mismo punto en el que la dejé en el intento anterior, así que cuando me derrotaban me decía, "¡venga! Ya casi lo tengo". Porque claro, para cuando llegas al último intento de los tres que te dan, ya conoces los patrones de ataque del jefe y te convences a ti mismo de que puedes hacerlo mejor, de que lo tienes todo bajo control y de que no vas a volver a meter la pata. Ahí es donde entra en juego otro punto importante: los tiempos de carga.

Keith Lee, director del juego, comentaba en el evento Godfall Celebration que la idea tras el potente SSD de PS5 es "no cortarte el rollo". Quieres seguir intentándolo, no rendirte, tomar nota de lo aprendido cuando fallas y volver a la acción más preparado que la última vez. ¿Los resultados? Ese proceso dura aproximadamente un par de segundos de mantener un botón, por lo que te da el tiempo justo para estirar los brazos y pensar "vale, esto era así, sé cómo hacerlo, estoy listo". Y a intentarlo otra vez. Creo que si hubiera tenido que cargar el mundo desde cero y tuviera que haber empezado desde el principio, la tarea me daría algo de pereza. La hubiera terminado de todos modos, para qué nos vamos a engañar, pero ir al grano en todo momento es más interesante. Como te decía, caí tres veces en mi primer intento, pero la cosa cambió al segundo y pude dar caza a mi oponente. En el artículo puedes ver el momento inmortalizado con una gloriosa ejecución personalizada. Y llegaron algunas más, claro.

Godfall está aquí: un paseo por sus mundos, combates y jefes de nueva generación

Para cuando reuní los diez sellos, me vi preparado para afrontar el reto de Zamora, que es bastante más complicado que el anterior a todos los niveles. Siendo uno de los lugartenientes de Macros, no es de extrañar que sea un jefe de tomo y lomo. Antes tuve que aprender a responder a los ataques con rapidez y precisión, pero para derrotar a este oponente hay que controlar esbirros, hay que correr por el escenario para esquivar hechizos, y saber cuándo atacar y cuándo alejarse, porque además de los ataques en área y cargados que nos lanza, también tiene un ritmo cadencia propia en cada tajo y acometida. Pero se puede ganar, claro que sí. Godfall no es un juego difícil, es uno que te obliga a aprender y a superarte.

Hay varios jefes como este en el juego, y los últimos pueden ser realmente duros (busca por internet cómo es el combate contra la versión mejorada de Lunara, tenso como ninguno). Pero Godfall tiene ese equilibrio entre reto y satisfacción que tanto gusta en los RPG de acción, y siempre es de agradecer que PS5 inmortalice momentos como estos grabando automáticamente un clip de vídeo para compartir con amigos o en redes sociales. Por supuesto, unas hazañas son más relevantes que otras, pero definitivamente creo que alcanzar el piso 50 en la Torre de las Pruebas será uno de esos momentos en los que no podrás evitar sentirte orgulloso mirando esos últimos segundos de tensión y gloria.

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