¿Son de verdad tan malas todas las películas sobre videojuegos?

¿Son de verdad tan malas todas las películas sobre videojuegos?
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Películas sobre videojuegos, uno de los grandes caballos de batalla de la industria. ¿Son todas tan malas? Repasamos algunas de las más representativas, y ahondamos en los detalles y curiosidades que rodearon a rodajes y producciones de films como Tomb Raider, Street Fighter o Super Mario Bros.

Han pasado más de veinticinco años desde el estreno de la primera gran superproducción de Hollywood basada en un videojuego y todavía hay quien asegura que ninguna de estas películas vale la pena. El gusto por el cine es subjetivo, pero teniendo en cuenta que la crítica profesional se ha cebado con este género desde su misma génesis, como aficionado al séptimo arte no creo que fueran muy desencaminados. De hecho, sólo tres de estas películas no han sido vapuleadas por la crítica: Tomb Raider, Detective Pikachu y el film protagonizado por Sonic. ¿Merece el cine basado en videojuegos semejantes varapalos? Insisto en que eso es subjetivo. Lo que ya no lo es tanto es el desdén y desprecio que han demostrado algunos de estos cineastas por el material original. Lo que podría justificar de alguna manera la poca calidad que suelen demostrar estas películas.

Un buen ejemplo es la primera película de imagen real basada en un videojuego: Super Mario Bros, estrenada en 1993 y con un reparto de ensueño liderado por Bob Hoskins, John Leguizamo y Dennis Hopper. Sus directores, Rocky Morton y Annabel Jankel, no solo decidieron obviar que el principal público de Super Mario en aquel momento eran niños, sino que desarrollaron un guión a medio camino entre Blade Runner y el Batman de Tim Burton en el que el Mundo Champiñón fue sustituido por un escenario de ambientación cyberpunk. Los ejecutivos de Disney, que compraron los derechos de distribución de la película, quedaron horrorizados con lo que estaban fraguando Morton y Jankel, por lo que exigieron una reescritura radical del guión. Por desgracia, para entonces el equipo ya había gastado todo el presupuesto en instalar aquellos decorados, por lo que sus guionistas se vieron en la tesitura de adaptar una historia infantil a un escenario postapocalíptico. Las reescrituras de guión eran constantes, por lo que Hoskins y Leguizamo, hartos de aquella situación, no solo no se aprendían sus líneas, sino que solían acudir al plató borrachos.

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Street Fighter demostró que ser buen desarrollador de videojuegos no implica ser buen productor de cine

Super Mario Bros fue un tremendo fracaso en taquilla. Como lo fue también un año más tarde la adaptación de Street Fighter, guionizada y dirigida por Steven E. de Souza. El cineasta reconoce que nunca había jugado al juego original, pero la leyenda urbana de que fue su hijo quien escribió este guión es falsa. De Souza era un excelente guionista, responsable de los libretos de películas como Commando o La Jungla de Cristal, quien decidió devorar toda la documentación que pudiera conseguir sobre la obra de Capcom. El problema de Street Fighter no fue su equipo de cineastas sino su productora, la misma Capcom, que gracias a sus recientes ingresos multimillonarios decidió probar suerte en la industria del cine. Sus ejecutivos demostraron no tener el más mínimo conocimiento sobre la industria del séptimo arte, ignorando todos los consejos del veterano de Souza. Por ejemplo, pese a que de Souza había insistido en que una de las máximas de cualquier película de éxito es no tener nunca más de siete protagonistas, desde Capcom le exigieron que todos los personajes de Street Fighter II tuvieran su momento de gloria en pantalla. La selección de Jean-Claude Van Damme también fue otra de las exigencias de los directivos de Capcom. Con todo la película fue otro fracaso en taquilla, aunque de Souza seguiría muy activo en la industria, formando parte años más tarde del equipo de guionistas de las dos Tomb Raider protagonizadas por Angelina Jolie.

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Mortal Kombat (1995) / Street Fighter: La última batalla (1995) / Resident Evil (2002)
Mortal Kombat (1995) / Street Fighter: La última batalla (1995) / Resident Evil (2002)

Street Fighter nos demostró que ser un buen desarrollador de videojuegos no implica ser un buen productor de cine. Son dos industrias muy diferentes, cada una con sus propias dinámicas e idiosincrasias, pese a que sean constantemente comparadas. Sin embargo, tanto Hironobu Sakaguchi, productor de la saga Final Fantasy, como Chris Roberts, creador de Wing Commander, se creyeron capacitados para dirigir las películas basadas en sus respectivas obras.

El primero, aprovechando los enormes beneficios de la séptima y octava entrega de Final Fantasy, consiguió convencer al estudio Square a invertir cientos de millones en fundar su propia productora especializada en cine de animación. El estudio japonés creía poder replicar el éxito de Visual Works, el estudio que habían constituido a mediados de los noventa para desarrollar las escenas cinemáticas de su nueva generación de videojuegos, por lo que no repararon en gastos en la fundación de Square Pictures, cuya primera y única película, Final Fantasy: The Spirits Within, fue un fracaso estrepitoso en taquilla. El mazazo fue tan grande que Sakaguchi abandonó Square poco después. Por su parte Roberts, quien justo acababa de fundar Digital Anvil, creía que su estudio podía diversificar su actividad, no solo produciendo sus propias películas sino incluso diseñando sus efectos gráficos por ordenador. Por ello, con tal de demostrar de que eran capaces, decidieron filmar la película Wing Commander, la cual probablemente pensaron que nadie podría dirigir mejor que su mismo creador. No hace falta decir que no fue el caso.

Fueron muchos los directores de cine que demostraron desconocer por completo las obras que adaptaban, pero sería injusto afirmar que aquella era la norma habitual. Paul W. S. Anderson, por ejemplo, quien dirigió la mayoría de películas basadas en Resident Evil, empezó su trayectoria en Hollywood dirigiendo la adaptación de Mortal Kombat; proyecto por el que aseguró estar entusiasmado pues era un asiduo jugador a su recreativa. Al francés Christophe Gans por su parte, director entre otros de Crying Freeman, le gustaba tanto Silent Hill que se propuso convencer a Konami de rodar una película basada en la saga. Lo consiguió tras años de insistencia. Por desgracia estos casos no eran más que excepciones. El director de Doom, Andrzej Bartkowiak, creyó homenajear al juego original rodando una escena en primera persona emulando al clásico, dejando para el recuerdo uno de los momentos de mayor vergüenza ajena que he vivido en un cine. El mismo que años más tarde rodó Street Fighter: la leyenda de Chun-Li, demostrándonos que de Souza en realidad no filmó una película tan horrenda. Por otro lado, aunque ni John Moore ni Xavier Gens estaban familiarizados con Max Payne y Hitman, proyectos que dirigieron respectivamente, demostraron saber adaptar la estética de aquellos videojuegos a la gran pantalla.

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El problema de estas películas radicaba en sus guiones

El problema de estas películas radicaba en sus guiones, cuya calidad en comparación dejaba mucho que desear, por lo que no se salvaron de los reproches de los jugadores. Ningún director sin embargo ha representado mejor el desprecio por los videojuegos que Uwe Boll, el director alemán que harto de las críticas furibundas a su obra retó a sus detractores a resolver sus diferencias en el ring de boxeo. Es difícil comprender como alguien que jamás ha demostrado el menor interés por los videojuegos haya sido el responsable de adaptar a la gran pantalla tantas series míticas. Entre ellas House of the Dead, Alone in the Dark, Far Cry, Bloodrayne, Dungeon Siege y Postal. En mi opinión, no solo ninguna de ellas se salva, sino que en ocasiones son un insulto a la obra original.

Por fortuna las cosas han cambiado mucho en estos veinticinco años. Si antaño ambas industrias parecían competir, tratando de imponer sus métodos y filosofías sobre la otra, hoy parecen haber comprendido que la unión hace la fuerza. De forma que las últimas adaptaciones basadas en videojuegos, como Sonic the Hedgehog y Detective Pikachu, han contado con la supervisión y apoyo tanto de SEGA como Nintendo. Es probable que el punto de inflexión lo marcase Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo, estrenada en 2010, la cual se coronó hasta no hace mucho como la película basada en un videojuego más taquillera de la historia. Lo demuestra que sus productores contaron con Jordan Mechner, el creador del juego original, en la escritura de su guión. Cambios que han revitalizado el género, por lo que son ya muchas las futuras adaptaciones de videojuegos que están llamadas a convertirse en éxitos de taquilla. Como las inminentes Monster Hunter, Uncharted, los reinicios de Mortal Kombat y Resident Evil, o incluso un film basado en Minecraft, que sin duda estarán entre los blockbuster de la próxima década.

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