La técnica que haría que todos te bloqueen en Twitter es también la mejor arma de The Forgotten City

La técnica que haría que todos te bloqueen en Twitter es también la mejor arma de The Forgotten City
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Imagina un juego donde tu mayor arma no mata, sino que convence. Así es Forgotten City, un juego con un alto contenido filosófico que utiliza la técnica de uno de los filósofos más famosos de la Grecia clásica: Sócrates y su mayéutica.

Le llamaban el tábano de Atenas. Imagínate a un señor algo feucho yendo por la polis preguntando a la gente cosas extrañas sin parar, dejando en evidencia a los gremios y gobernantes y paseándose por los mercados diciendo aquello de "¡Ah, mira cuántas cosas que no necesito!". Sócrates estaba deseando que le contaras tu opinión sobre cualquier cosa no para demostrarte que él tenía razón, sino para que tú mismo te dieras cuenta de lo equivocado que estabas. Se lo hubiera pasado de fábula en Twitter. Le hubiera bloqueado todo el mundo. Para ello, usaba una metodología llamada la mayéutica. Su madre era partera y el término viene de ahí. De hacer parir la verdad en vez de decirla directamente, a través de una serie de preguntas que demostraban al interlocutor las contradicciones de sus propios argumentos. Para ello, había que actuar un poco, y pretender ser ignorante sobre un tema haciendo un montón de preguntas. Pero esas preguntas estaban convenientemente formuladas para encauzar la conversación hacia respuestas que, al ser enunciadas, hacían darse cuenta a la persona de que su razonamiento no era muy sólido o, incluso, que lo que creía no tenía ninguna consistencia.

Es una técnica interesante. Todos sabemos que nadie cambia de opinión porque otro le diga "Estás equivocado. Yo te lo explico", ¿verdad? Algo así de directo lo único que logra es acorralar a la persona que se defenderá aún más fervorosamente. Sócrates buscaba, a través de las preguntas y la razón, que la otra persona se cuestionara su propia verdad. ¿Consejo? No lo probéis con vuestros amigos. Aunque sea de forma indirecta, la gente odia que le dejen en evidencia, sea el siglo V a.C. o el siglo XXI; y Sócrates daba mucho la lata. Por eso lo del tábano y tal.

The Forgotten City consigue establecer su propia regla interna: nada de armas

La verdad es la mayor arma de todas. Esto lo sabe muy bien The Forgotten City, un juego que nació de un mod de The Elder Scrolls V: Skyrim y que se volvió tan popular que su creador, el australiano Nick Pearce, decidió dejar su trabajo en la abogacía para crear una versión completa y moderna de él. En The Forgotten City viajamos a una ciudad atrapada en el tiempo donde sus personajes viven por toda la eternidad bajo una estricta regla: la temida Regla de Oro. Nadie sabe exactamente cuál es su principio, aunque parece tener que ver con no cometer crímenes y, si alguien la incumple, todos pagarán el precio: ser convertidos en estatuas de este mismo mineral. Ahora bien: ¿Qué es exactamente un crimen? ¿Quién dicta lo que está mal?

Aparte de ser un planteamiento interesantísimo, The Forgotten City consigue así establecer su propia regla interna: nada de armas. Es un poco como Death Stranding, cuando Hideo Kojima creó esa regla por la que un cuerpo debía ser incinerado para no provocar un cráter, y así prevenía al jugador de usar armas letales. Si queremos avanzar en la trama de The Forgotten City, por tanto, tendremos que usar otro tipo de munición; y esta es precisamente la que nos propone el bueno de Sócrates: la mayéutica. Convencer para vencer. Son las ideas las que dan forma al mundo y, si queremos escapar de esta ciudad olvidada, tendremos que cambiar los corazones de sus habitantes sin violencia alguna.

La técnica que haría que todos te bloqueen en Twitter es también la mejor arma de The Forgotten City

En este artículo prefiero evitar spoilers, porque The Forgotten City es un juego que puede completarse en 6-8 horas, pero no hay duda de que Pearce era un gran estudioso de las primeras civilizaciones y, sobre todo, de la filosofía clásica. Muchas de las situaciones que se nos presentan ponen a prueba nuestros principios; por ejemplo, enfrentando las leyes con la moralidad. ¿Qué es más importante, aquello que sentimos que es lo correcto o las reglas que permiten el orden en una sociedad y que aquí responden también a la temida Regla de Oro? (si os interesa explorar este tema, también os recomiendo el reciente Lost Judgment, del Ruy Ga Gotoku).

La solución a estos conflictos, por tanto, nunca está en la violencia habitual que solemos ver en el mundo de los videojuegos. No es que nuestro medio sea irracional, simplemente las mecánicas de acción son divertidas y, por ello, se favorecen. Pero esto también nos demuestra que argumentar, informarse bien antes de actuar, expresar nuestras opiniones y escuchar las de los demás, es el camino difícil, más aburrido quizá que disparar una ballesta, pero sin duda el indispensable para que las sociedades, antiguas o modernas, puedan funcionar.

La técnica que haría que todos te bloqueen en Twitter es también la mejor arma de The Forgotten City

En última instancia, The Forgotten City plantea al jugador el verdadero significado de la justicia, a todos los niveles. Y se plantea también si hay personas que tienen la capacidad de impartir dicha justicia por encima de otras (es decir, nuestros gobernantes). Enfrentarse a esta ciudad olvidada y sus habitantes funciona siempre a dos niveles: en uno, queremos resolver los misterios, descubrir qué está pasando en este extraño mundo, cómo funciona la Regla de Oro y quién la impuso en primer lugar. Pero, mientras vamos desvelando su trama, ya hemos caído en la mayéutica socrática, pues la obra no deja de hacer preguntas implícitas al jugador sobre cada situación que se le presenta. ¿Cómo actuarías tú? ¿Estás seguro de que tu mundo presente es más avanzado que el de las civilizaciones antiguas? ¿Es la ley perfecta? ¿Hay excepciones? ¿Cómo, cuándo y quién las debe aplicar? ¿Te engañas a ti mismo sobre una determinada idea? ¿Eres capaz de cambiar el mundo según tus creencias?

The Forgotten City plantea al jugador el verdadero significado de la justicia, a todos los niveles

Jugando a The Forgotten City, uno se da cuenta de que la mano invisible de Sócrates no solo está presente en esta obra. Lo está también en nuestro día a día. Está en lo que sucede en tu vida personal, en tus redes sociales y también en los conflictos entre naciones. Creemos que las ideas a las que tanto nos aferramos y que defendemos a capa y espada conforman nuestra identidad. Nos asociamos a ellas intensamente y es por eso que no nos gusta estar equivocados. ¿Qué sentido tendría nuestra vida si nos damos cuenta de que aquello en lo que creíamos tiene fallos? Pero debemos comprender que por encima de nuestras ideas o ideologías, siempre está la verdad. Por eso merece la pena dejar una duda razonable y pensar que, quizá, estemos equivocados. Sócrates se enfrentó a tanta gente que no quería descubrir que estaba equivocada que terminó dando su vida por ello. Y más de 2.400 años después seguimos enfrentándonos, en nuestras civilizaciones “avanzadas” a sus mismos problemas.

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