Estos cinco elementos del mundo abierto de Elden Ring hacen que sea mejor que cualquier Souls

Estos cinco elementos del mundo abierto de Elden Ring hacen que sea mejor que cualquier Souls
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Elden Ring es un juego formidable. Pero la pregunta es ¿su mundo abierto lo hace mejor o peor que Dark Souls o Bloodborne? Por estas cinco cosas, creo que la libertad de recorrer el mundo a nuestras anchas lo hace mejor o, por lo menos, más interesante. Vamos a por ellas, ¡y quiero vuestras opiniones en los comentarios!

El diseño del mundo de Elden Ring ha sido una de las apuestas más arriesgadas que From Software ha tomado en su carrera. Aunque las mecánicas de juego sean muy similares a los de los otros Souls, o parezcan una mezcla de la forma de jugar de todos sus juegos, el mundo abierto lo cambia todo, pero, ¿para bien o para mal? ¿Y qué aportan estos cambios? Lo principal que se ha visto modificado con respecto a Dark Souls es la sensación de escala, de distancias entre puntos y cómo entendemos el impacto que ha causado un soberano sobre un territorio. Todos los Souls hablan de reyes caídos y de lo que estos han hecho en sus tierras, pero siempre habíamos recorrido esos sitios en forma de pequeños espacios cerrados interconectados.

Por ejemplo, es muy interesante cómo están diseñados los alrededores de la Academia de Raya Lucaria. En sus proximidades hay todo un conjunto de pequeñas edificaciones derruidas que podemos explorar, que se fusionan con el lago que las acoge y que se ven a lo lejos. Eso nos dice mucho de cómo resistió la escuela de magia en la batalla de los semidioses. Lo mismo sucede con Caelid. Al poder caminar por sus rojos valles libremente, podemos adentrarnos en su corazón, escalar la aeonia que Malenia liberó en su combate con Radahn, entender el tremendo esfuerzo que Finlay tuvo que hacer para llevar a la empírea de vuelta al Árbol Hierático, o los soldados de Radahn para empujarlo hasta la costa. Sin un mundo abierto, esto no estaría tan claro. Es decir, el mundo abierto le da mucha coherencia a lo que se quiere contar y más valor a sus protagonistas.

En Dark Souls, por ejemplo, es difícil tener del todo claro las consecuencias de la guerra entre Gwyn y los dragones, o en Dark Souls II la de los gigantes contra Nashandra y Vendrick. Pero si tuviéramos una zona de paso para ver los estragos realizados por estos eventos en toda su dimensión, sería genial. Eso se consigue con el mundo abierto. Otro punto a destacar es cómo ahora la arquitectura cobra más protagonismo. Sabemos que Hidetaka Miyazaki ama las catedrales, le encanta ofrecer al jugador la sensación de ser un ser pequeñito en comparación con esas magníficas construcciones. Al ubicar castillos en la distancia, recibimos esta impresión todo el tiempo. Nos asustan y nos dan placer estético, y sirven de guía. No es casualidad que las Tierras Intermedias tengan casi forma de dónut, para que girando el cuerpo de nuestro personaje podamos ver de todo a su alrededor.

El lore de Elden Ring se siente más real por el mundo abierto

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El tercer motivo por el que el mundo abierto ha mejorado la fórmula se encuentra en el combate. En Elden Ring hay muchísimos menos problemas con la cámara que en títulos anteriores. El motivo de esta mejora es evidente puesto que ahora peleamos mucho más en campos abiertos. Hay menos pasillos, menos caminos angostos y puentes. Todo es más amplio. Eso, además, facilita poner sobre la mesa más combates contra gigantes, dragones y seres mastodónticos que insistan en la idea de que eres un guerrero insignificante y chiquitito. Contar con más distancia y espacio para pelear permite que las magias, encantamientos e incluso artes de las armas sean más imaginativos. Es interesante llevar una espada con una ceniza de guerra para pelear en exteriores y otra para interiores. Hay encantamientos de llama negra o de gravedad perfectos para pelear fuera, pero un Cometa de Azur es letal en un pasillo.

El mundo abierto nos ha dado una exploración muy rica

Esto enriquece mucho la exploración. Elden Ring es el título en el que más apetito he tenido para encontrar todas y cada una de las armas ocultas y legendarias. He necesitado probarlas, experimentar con ellas y descubrir cuál era mejor en cada situación. Y se nota que el juego lo sabe, ¡si hasta podemos encontrar un dedo gigante que usar como garrote! El mundo abierto nos ha dado una exploración muy rica, y ha sabido aliarse perfectamente con el salto. El Castillo de Velo Tormentoso es un ejemplo excepcional de esto. Ha sido maravilloso sentir que en espacios reducidos se había filtrado la misma sensación de libertad que en el mundo abierto. La fortaleza está llena de recovecos, de secretos tenebrosos en sus profundidades y de tesoros en sus partes más elevadas. La verticalidad de Elden Ring es excepcional. Todavía recuerdo el descenso por el lago putrefacto, y más allá, al que me condujo la misión de Ranni. Fue una claustrofóbica y espeluznante sensación de ¿hasta dónde puedo bajar?

Estos cinco elementos del mundo abierto de Elden Ring hacen que sea mejor que cualquier Souls

Además de la exploración, el combate, el disfrute de la arquitectura y el enriquecimiento del lore, creo que el mundo abierto ha aportado algo mágico: la sensación de que el juego no se termina nunca. Elden Ring no te dice qué mazmorras, cavernas, grutas o secretos te quedan por descubrir. Cuando llegué al final del título, volví a él solo para cabalgar y descubrir qué me había perdido, porque parece infinito. Ojalá este videojuego se hubiera publicado en una época en la que no existía Internet. En su momento, nos volvimos locos con el primer The Legend of Zelda de NES por esto mismo, porque había fortalezas enteras a las que accedía retirando un arbusto. Con Elden Ring siempre te queda la sensación de que en alguna parte se esconde un objeto con detalles sobre el maestro ciego de Malenia, del verdadero origen de los numen, de cómo Farum Azula acabó flotando en los cielos, o cuál es la auténtica naturaleza del título “la reina del ojo velado”. Esa sensación es magnífica, y por eso quiero más mundos abiertos más misteriosos en producciones futuras de Elden Ring.

Pero no todo es bueno con un mundo abierto

Aunque el mundo abierto está genial, el juego sigue brillando más en sus grandes mazmorras

Dicho esto, también es verdad que hay mucho margen de mejora. Hemos perdido cosas con el mundo abierto. Por ejemplo, es muy estimulante cuando en Dark Souls abres una puerta y apareces de nuevo en el Santuario de Enlace de Fuego. La forma de intercomunicar su mundo, e ir abriéndolo poco a poco, entrega una poderosa sensación de descubrimiento. Eso no está en Elden Ring. Para hacer que su mundo esté más comunicado, se han usado unos teletransportadores; pero esta solución es un poco de medio pelo. Solo se activan cuando ocurren ciertos eventos y no se sienten naturales en el mundo de juego. Dark Souls II lo solucionaba con Pharros, y funcionaba mejor a nivel de historia y de construcción de universo.

Otro punto a tener en cuenta es que, aunque el mundo abierto está genial, el juego sigue brillando más en sus grandes mazmorras. Por eso, ahora toca hacer las preguntas que tú debes contestar: ¿crees que el mundo abierto ha mejorado o empeorado la fórmula Souls? ¿Por qué? ¿Este debería ser el camino a seguir o sería mejor recuperar el diseño de gran ciudad de Bloodborne? Es una decisión difícil. En mi opinión, quiero más mundos abiertos porque quiero que mejoren los flecos que Elden Ring deja colgando, pero, ¿cuál es tu opinión al respecto? ¡Te leo!

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