Más allá del videojuego: The Last Guardian y La Amistad

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Fumito Ueda lo ha llamado "el último guardián", pero en realidad lo que pretende es ser tu mejor amigo. Trico pasará a la historia como uno de los mejores personajes que nos ha dado la industria. Y no es exclusivamente por narrativa, por jugabilidad, por gráficos… Es por lo real que se siente y las emociones que despierta una vez concluye su (nuestra) aventura.

El nombre en clave para The Last Guardian era "Trico", no por casualidad. Esta criatura explica el prolongado tiempo de desarrollo, así como aciertos y desaciertos que ha tenido el videojuego de genDESIGN, auspiciado por el laureado director Fumito Ueda. Trico no hubiese sido posible hace 10 años, lo dijo el creativo. Ahora yo os digo que puede que necesitemos al menos 10 años más para darnos cuenta de lo que ha significado. Esto es más que un personaje. Es la demostración del grado de inmersión que se puede provocar en el jugador a través de una criatura que parece de verdad.

No es mi objetivo hacer una crítica sobre el videojuego, ni mucho menos arruinaros la experiencia a los que aún no lo hayáis jugado (no encontraréis "spoilers"). Mi interés es tratar el personaje de Trico, generado a partir de varios animales que Ueda tuvo de joven en su casa: un perro, un gato, patos y hasta un mono. Comprender a Trico es fundamental para entender por qué este título es tan especial.

Se basa en animales existentes, pero sus movimientos no usan "motion capture". Las voces están extraídas del mundo real (seres acuáticos y motores de máquinas), pero encierra mística en esos ojos que cambian de color. Es desconocido, pero al mismo tiempo nos resulta familiar. ¿Por qué parece tan real? ¿Por qué le echamos de menos cada vez que apagamos la consola? Su evolución en la aventura es importante para entenderlo, y por eso lo vamos a estudiar. Cómo pasa de bestia a mascota, y de ahí a nuestro amigo. Este artículo va sobre eso, sobre descifrar la anatomía emocional que ha metido a Trico en los corazones de aquellos que han vivido una aventura junto a él.

BESTIA

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Hay una escena crucial para entender The Last Guardian. Es el comienzo de la aventura. Nuestro personaje se sube a un Trico herido de gravedad y le arranca una de las lanzas. Os sonará… es el movimiento contrario al que usábamos para acabar con los colosos en Shadow of the Colossus. Casi todo el mundo con el que he hablado sobre este último juego, sintió lo mismo al abatir a esas bestias: lástima. La música que suena al caer aquellos místicos seres no deja lugar a dudas sobre la intención de Team ICO. Era un acto heroico para salvar a nuestra amada, pero tremendamente injusto con la naturaleza.

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Ueda da un giro al planteamiento con The Last Guardian. Es una reconciliación con la naturaleza a la que habíamos lastimado. Esa lanza que entra, se convierte en una que sale… y lo cambia todo. La bestia que se revolvía, chillaba enfurecida y proyectaba violencia con sus ojos, se vuelve inocente.

Trico se deshace de su máscara, nos muestra sus ojos. Unos ojos penetrantes y cálidos. Son su maldita alma. Y aquí quería yo llegar, porque es uno de los elementos fundamentales de la anatomía emocional de esta criatura. Una persona puede expresar emociones de muchas maneras, pero un animal no habla, no tiene gestos tan elaborados. Un alto porcentaje de la conversación con Trico es a través de los ojos. Por eso cambian de color. Negros en estado normal, blancos cuando algo llama su atención, rojos si se enfurece.

La expresión "los ojos son el espejo del alma" es una realidad indiscutible en Trico. Sin ojos, no hay alma. Y cuando los muestra, la corrupción subyacente se transforma en inocencia, fusionándose con la del propio niño. Todo está entonces preparado para un viaje que ya no será al lado de una bestia, sino de un animal… y en última instancia, de un gran amigo. Un viaje que se habría acabado en el momento en que el niño hubiese sido un hombre, o en el que la bestia nunca se hubiese quitado esa máscara. Pensadlo. La inocencia hace posible la aventura.

Expresar la misteriosa naturaleza de sus ojos fue uno de los objetivos de este proyecto. En Shadow of the Colossus estuvimos limitados, pero ahora pudimos crear una mirada más realista

MASCOTA

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Ueda ya manifestó que su gran prioridad con The Last Guardian era que Trico pareciese real, que nos lo creyéramos. Han habido otros que lo han intentado, dar esa sensación de que tenemos una mascota esperándonos al otro lado de la pantalla… pero nunca nadie había llegado tan lejos. Trico está vivo por su mirada, pero también porque se rasca cuando menos te lo esperas, bosteza, siente miedo al ver estas cristaleras o no te hace ni puñetero caso.

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Es importante detenerse en este último punto, porque es crucial. Hay un momento en The Last Guardian que pone todo patas arriba. Llega cuando empiezas a dar órdenes a Trico. A veces te hace caso… otras pasa olímpicamente de ti. El videojuego se mueve en una delgada línea, la de hacerte creer que es un personaje real y la de provocarte frustración al no ver materializadas tus consignas. Aquí voy a ser claro. Los desarrolladores se la han jugado, y merecen todo mi respeto.

Podríamos entrar a valorar si esto fue hecho a propósito, si Trico a veces te desobedece para desmarcarse del típico personaje de videojuego que te sigue a todas partes. No es un robot, tiene autonomía. Esto rompe las convenciones establecidas. Estamos acostumbrados a que si damos una orden, las cosas respondan; si no, consideramos que es una chapuza. No obstante, The Last Guardian tal vez haya que entenderlo desde la perspectiva de que juega a romper esta idea. Juega con la incertidumbre, así lo defiende Ueda. Desafortunadamente, la verdad está en el código fuente del juego, y hasta que alguien no logre descifrarlo (y entenderlo), no podremos saber si se trata de una genialidad o de un genial error.

En cualquier caso, para mí es una gran noticia que la gente con la que he hablado tenga las mismas dudas que yo. ¿Es Trico más obediente cuando lo acaricias? ¿Influye en algo que le des de comer? Ueda proclama que no es afectado por el avance en el juego, pero algo queda muy claro. Tienes ante ti un animal, y es tan de verdad que sientes la necesidad de cuidarlo, sanar sus heridas y darle esos misteriosos barriles para que se nutra.

Hay dos extremos en los que no queremos caer. Si controlas plenamente a Trico, ¿qué sentido tiene? Se convierte en una mascota. Y si no lo controlas en absoluto acaba siendo una barrera, algo que entorpece la progresión

AMIGO

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Leyendo sobre el tema, me encontré con algo revelador: Ueda aseguró inspirarse en la exposición fotográfica Ashes an Snow, aunque sólo para los ojos de Trico. Sin embargo, no descarto que pudiera haber algo más... Pueden verse imágenes en que los animales "posan" junto a seres humanos. La armonía es perfecta. Trata de mostrar una relación de igualdad, saltándose la idea de que somos la raza dominante. En esas fotografías hay un sentimiento imperante, el de la amistad.

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Sólo con jugar a The Last Guardian percibes dicha idea, pero esto me lo ha dejado aún más claro: es una invitación a la reconciliación entre hombre y naturaleza. Todo el juego se basa en ese postulado, y no descansa hasta que llega a su clímax, para acabar con una pregunta: ¿es posible dicha convivencia? Trico dura muy poco en su papel de bestia, y aunque después evolucione a las sensaciones que podrías tener con tu mascota en casa, es incluso capaz de ir más allá.

Todo lo que ocurre en tu viaje está pensado para que el nexo de unión se fortalezca, para que no exista una relación de dominancia, sino de compañerismo. Trico no va contigo, ni tú tampoco vas con Trico. Ambos vais juntos. Cuando empiezas a comprender eso, se desata la magia y el videojuego acaba mostrando todo su potencial. Por eso The Last Guardian es uno de esos títulos que no se deberían dejar a medias. No al menos si quieres captar el mensaje completo, que va más allá de conceptos clásicos como gráficos, jugabilidad o sonido.

Fumita Ueda tiene su propia concepción sobre lo que es un videojuego, de la misma forma que Hayao Miyazaki tiene su propia concepción sobre la animación. Ambos autores están relacionados. Los paralelismos son notables, incluso en los temas. Cuando sus obras se acaban, sientes una sensación de orfandad, de querer volver a sus mundos y, en el caso de Trico, de estar de nuevo junto a él. Me ha hecho reflexionar sobre si estamos valorando esto lo suficiente, sobre si somos conscientes de lo vivo que se siente esa maraña de ceros y unos. Pero por algo he escrito este artículo. Amigo "perropollo", se te echa de menos.

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