Outlast es uno de los nuevos clásicos de terror que más nos gustan. Tras el lanzamiento de su DLC y para preparar la llegada de su secuela, queremos recordar, con cierto temor, los momentos más terroríficos del éxito de Red Barrels. Situaciones intensas, personajes poco recomendables, una atmósfera agobiante y mala iluminación, son los ingredientes de las escenas más horripilantes de la aventura de Miles Upshur.
Las alcantarillas - Prácticamente a oscuras y rodeado por sospechosos sonidos que te hacen estar en tensión continuamente, el descenso a las alcantarillas es una experiencia húmeda y claustrofóbica, donde el más mínimo chapoteo te hará echar a correr por los estrechos túneles. Ésta es la esencia pura de Outlast.
La biblioteca - Se podría pensar que el mayor peligro que puede encerrar un biblioteca es el corte de un dedo con el filo de una página. Así que es comprensible que des un salto que te deje colgado de la lámpara del techo cuando al abrir una puerta nos cae encima un ensangrentado cadáver. ¿Esto es lo que te pasaba en la biblioteca del sanatorio cuando te retrasabas con una devolución?
El hombre en la silla de ruedas - A pesar de tomar todas las precauciones posibles para evitar que el hombre que dormita en la silla de ruedas se despierte, es imposible esquivar este susto. La primera vez que pasas junto a él esperas lo peor, pero es la segunda vez donde el equipo de Red Barrels te la juega. Por cierto, spoiler: para estar en una silla de ruedas, este personaje pega un buen salto.
El Patio - A la altura de la historia en la que visitas el patio, recibes con alegría esta oportunidad de visitar un espacio abierto. Pero lo que parece una oportunidad para respirar tranquilo durante unos instantes se convierte en una pesadilla oscura y azotada por el viento, en la que cualquier objeto en movimiento en la pantalla es sinónimo de peligro.
La persecución de Dr. Trager - Richard Trager no solo es un experto en vinos y torturas, también es uno de los personajes más aterradores y fascinantes de la historia reciente de los videojuegos. Su obsesión por el dolor y la biología suponen una mezcla peligrosa para el protagonista del juego. Y no, no lleva pantalones. Seguro que cada vez que hace acto de presencia en la trama, consigue ponerte la piel de gallina.
