El nuevo contacto con Inquisition nos deja claro que el mundo de Thedas luce impecable. Con las bases ya fijadas, una historia clásica, pero interesante y algunas sorpresas en nuestro grupo de aliados, quedan pocas dudas que despejar de cara a su lanzamiento, retrasado de octubre a noviembre del presente año.
Parece una tontería, pero es la primera vez que BioWare lleva a cabo un mundo abierto puro y duro. Acostumbrados a movernos en un mapa con unos cuantos caminos lineales es un gustazo moverse por Ferelden con plena libertad. Y sin embargo, todo lo que identifica a un Dragon Age está ahí: los combates, el entorno, los diálogos y las diferentes opciones... Se nota que la compañía canadiense ha aprendido de las partes que no acabaron de agradar a los más puristas de un Dragon Age 2 que, para muchos estaba demasiado inclinado hacia la acción, y ha planteado un sistema que funciona, bebe de los orígenes y no tiene miedo a aportar elementos de cosecha propia.
Combate Táctico
Lo dijimos en las impresiones que publicamos durante el pasado E3 sobre este juego, y lo volvemos a repetir: Dragon Age Inquisition tiene influencias tanto de su primera como de su segunda parte. Se nota que el estudio ha realizado una apuesta por implementar un buen control con un pad, hasta tal punto que la vista isométrica y pausada se controla perfectamente con él. No llega al punto de la comodidad que tiene un teclado y ratón en estos menesteres, pero no supondrá ningún problema para los jugadores de consola o los de PC que prefieran esta opción. Gracias a la vista táctica, podemos pausar la partida y tomar las decisiones de combate de todos los miembros del grupo, eliminando los molestos oponentes que nos atacan desde lejos, posicionando los magos para crear un gran daño mientras están protegidos y utilizar al personaje más fuerte del grupo para tanquear al rival más poderoso. Con el pad en las manos, podemos apretar el gatillo derecho para hacer correr el tiempo y soltarlo para volver a pausar y volver a tomar nuevas decisiones.
Es, de hecho, esta estrategia por turnos lo que caracteriza a Dragon Age en los combates, ya que si no fuera por ella nos encontraríamos con un estilo bastante sencillo, bastante inspirado en los MMOs de ataque básico y casillas con interesantes magias y habilidades, sí, pero pecando algo de clasista. Se agradecen las nuevas opciones de cubrirse y esquivar, que añaden algo más de interacción en el combate para aquellos que prefieran una aproximación más directa. Queda todavía por ver cómo cambia en una partida larga, ya que lo que hemos podido probar en media hora no es suficiente para ver todo lo que tiene que ofrecer.
No es el caso de su diseño. Un pequeño paseo por Ferelden ayuda muchísimo a darse cuenta que este Inquisition está cuidado al detalle, con zonas muy diferenciadas que sacan lo mejor de este universo de fantasía. Sus personajes también ayudan, con un montón de líneas de diálogo en las que podemos dejar patente nuestra actitud. De nuevo, es muy tradicional, con las ya conocidas opciones de "bueno" y "malo" que afectarán a nuestra condición y a cómo nos ven nuestros compañeros, pero nos ha sorprendido gratamente ver la nueva faceta irónica que puede tomar nuestro personaje, en la que con una mueca muestra la cara más ácida del asunto. Las relaciones con nuestro grupo, marcados con ese corazón que va de 0 a 100 según nos aprecien o desprecien, sigue patente para cada uno de nuestros aliados.
La simple aparición de Morrigan en el tráiler, que la revela como un personaje a añadir a nuestro grupo (y jugable), unido al más que posible interés amoroso, va a alegrar a más de un aficionado que la lleva echando de menos desde su desaparición al final del DLC Caza de Brujas. El resto de personajes también parecen interesantes, aunque de momento no hemos podido profundizar en ellos y queda mucho por descubrir, pero no hay duda de que lo van a tener difícil para competir con las caras conocidas de la saga, como Morrigan o Leliana.
La historia, poco a poco, va tomando también forma, con un malo tradicional pero que plantea ciertos asuntos interesantes al cuestionarse la pasividad del dios de este mundo, el Hacedor, que no parece pronunciarse ante el mal que cierne a su creación. Nosotros, como Inquisidor, tendremos que detenerle pudiendo elegir para nuestro héroe tanto su raza, clase y modelo facial, en un editor que parece lo bastante profundo para satisfacer a los jugadores más exigentes.
No podemos imaginar un mejor contexto para Inquisition. Tenemos ante nosotros un mundo inmenso, cuyo panel de misiones parece revelar que por fin visitaremos las tierras de Orlais, por lo que no todo será conocido. Su duración también se nos antoja una de las más largas en comparación con los anteriores, con sus desarrolladores asegurando que completar al cien por cien el juego nos llevará más de 150 horas. Probablemente no necesitaremos tantas para sumergirnos en este mundo con una de las cosas que mejor domina Bioware: la narración de historias, uno de los pilares que más ha mantenido la saga y que esta vez parece mezclar con maestría lo mejor que tenía Origins con lo mejor que aportaba Mass Effect, aunque en tema de diálogos, por ejemplo, cada uno tenga su predilección a la hora de cómo afronta BioWare este aspecto, con un personaje mudo y más elecciones o un estilo más cinemático y resumido.
Es difícil saber si Dragon Age Inquisition es el final de un largo camino o el inicio de uno nuevo que lleva la franquicia a un otro nivel. En el tema técnico y el diseño de sus entornos, no cabe duda que el listón se ha puesto muy alto. Es el aspecto táctico y las batallas donde todavía nos falta profundizar más para ver cómo se comporta en nuestra propia partida, y saber si la dirección tomada es la correcta. Sin embargo por el momento tenemos que celebrar el retorno de la franquicia a los orígenes… y el de Morrigan a nuestro grupo.