Uno de los videojuegos de rol que más interés despiertan de cara a la próxima generación de videoconsolas y a la actual es el tercer Dragon Age: Inquisition. La saga abre sus puertas a la libertad del jugador para multiplicarla, pero sus responsables no están dispuestos a sacrificar la importancia del argumento para conseguir un sandbox. Apasionante tira y afloja creativo para un juego que ha abierto sus puertas en la GamesCom.
Uno de los grandes representantes del género del rol en esta GamesCom es Dragon Age: Inquisition, la tercera entrega de una de las nuevas marcas de un estudio absolutamente puntero en el género. Se trata no sólo de un producto planteado para brillar entre generaciones con un lanzamiento para consolas y PCs de este ciclo y del próximo, sino también de aportar ideas jugables que contribuyan a rejuvenecer la marca. El juego, de salir adelante exactamente como se dibuja en la mente de sus creadores, tiene por lo tanto el deber de funcionar a muchos niveles.
De hecho desde su anuncio en BioWare han querido dejar claro que el juego va a contar con muchos elementos novedosos como los ya comentados, pero que también se afianzará sobre las cosas que al usuario le resultan familiares de entregas precedentes: combate táctico, decisiones que importan y preeminencia de la exploración. Es como si el estudio deseara aunar conceptos de probado rendimiento en el pasado, con todas las nuevas características que permite la nueva generación de videoconsolas.
Al Frente de la Inquisición
En Inquisition la tierra de Thedas pasa por un momento lamentable, los Buscadores de la Verdad y los Templarios están cruentamente enfrentados, operando todos ellos de forma independiente; y Ferelden, la tierra que pateábamos en Origins, todavía trata de recuperarse de todo lo que sucedió hace ya una década. En el oeste la situación no es mucho mejor, con una guerra civil. No está mal como comienzo, ¿verdad? Pues a todo esto hay que sumar que una brecha une el mundo real con un universo de pesadilla, y que de ella comienzan a surgir demonios y otras criaturas monstruosas que ya no necesitan de la intercesión de magos para llevar a cabo el salto. Para justificar esta situación la única explicación es la de una gigantesca conspiración, y la Inquisición que da nombre al juego y que ya conocemos de otros episodios de la serie se pone en marcha no sólo para desenmascararla, sino también para cortar de raíz la peligrosa situación en la que están inmersos.
Nosotros formamos parte de esta Inquisición, pero ya no controlamos sólo a un personaje sino a la organización al completo. BioWare en la GamesCom ha dado muy pocas pistas sobre el argumento del juego más allá de su punto de partida, pero de algún modo se las ha ingeniado para que nosotros seamos el único superviviente de esta orden y que ésta se reconstruya sobre nuestra figura. Nuestro personaje, como ya se sabía, será enteramente personalizable en nombre, aspecto, clase (mago, guerrero y pícaro) y un sin fin de otros aspectos; y a lo largo de la aventura en nuestra mano quedarán decisiones como si la de ser un héroe que simpatiza con otras causas durante su periplo o si, por el contrario, somos uno que únicamente dedica su tiempo a historias que sean de su interés. No recibimos órdenes de nadie, nuestro camino únicamente lo dictamos nosotros, y eso en un mundo tan abierto y gigantesco como el del tercer Dragon Age es una verdadera bendición.
Según sus responsables se trata de recuperar cierta sensación de libertad al estilo de los juegos de tablero, pudiendo investigar un mundo gigantesco y completo y sentirnos relacionados y poder interactuar con todo lo que encontremos interesante. Encontraremos en nuestro viaje reliquias mágicas, también algunos misterios a resolver, daremos con montones de civiles que requerirán de nuestra ayuda e incluso podremos luchar contra dragones entre otros muchos ejemplos. Todo en las raciones que nosotros deseemos, aunque el mundo no es abierto en el sentido más literal de la palabra. Hay que dejar claro que Inquisition está dividido en áreas de un tamaño gigantesco, "más grandes de lo que jamás ha construido" el estudio, y que ya no estarán caracterizadas por los túneles y pasillos que reinaban en sus dos predecesores. De hecho en la demo de la feria alemana hemos tenido oportunidad de ver cómo son estos entornos, con desiertos monumentales o áreas montañosas abiertas ante nuestros ojos para que las recorramos a nuestro gusto.
Así que la idea es que los lugares que visitamos son como micro-mundos abiertos, con lo cual la principal diferencia entre el tratamiento de los escenarios entre este juego y los sandbox al uso es que éste está dividido en compartimentos estancos. Lamentablemente de momento no se puede arrojar más luz sobre todo esto, porque incluso aún está en el aire si éstos están divididos por tiempos de carga o si la unión entre unos y otros estará organizada de una forma más orgánica.
Por otra parte la progresión funciona a muchos niveles. En el personaje tendrá algunas sorpresas, pero uno de los elementos más curiosos está ubicado en todo lo que tiene que ver con la propia Inquisición. Según vayamos completando objetivos, recogiendo ítems y ayudando a la gente, la reputación y la fortaleza de la organización irá creciendo. De este modo no sólo podremos customizar los hechizos y habilidades de nuestro protagonista, sino también en todo lo que tiene que ver con nuestra orden... Aunque de momento en BioWare no dan respuestas sobre cómo se enfocará, negándose a comentar incluso si podremos llegar a tener nuestra propia base de operaciones y erigirla a nuestro gusto.
En cuanto al combate en algunos casos, como por ejemplo cuando controlamos a nuestro personaje principal de forma directa, la mecánica tiene ciertas similitudes con la segunda parte, algo que nos hace recordar que al contrario que para algunos sectores del público, en BioWare se valora muy positivamente a Dragon Age II. Sin embargo el producto en líneas generales transmite la agradable sensación de estar a caballo entre los dos lanzamientos originales, con elementos de uno y otro pero también con una notable identidad. Para el manejo del resto de miembros de nuestro equipo hay un híbrido entre tiempo real y mecánica de pausas, un estilo que nos deja tener un control total de sobre lo que sucede sobre el escenario sin perder ni un punto de reacción o velocidad.
En lo visual hay también extraordinarias noticias, y la misma idea de progreso que exhibe el producto en lo jugable. ¿El motivo? La modificación del Eclipse Engine de Dragon Age II deja paso a Frostbite 3 en la tercera, adoptando de este modo el poderoso motor gráfico de DICE para Battlefield 4 y demostrando su versatilidad adaptándolo a un mundo de fantasía. Este cambio no sólo permite un mayor detalle gráfico, sino también la posibilidad de renderizar esas áreas más grandes de las que hablábamos con anterioridad y de interactuar con el escenario. Lógicamente no en las cotas que presenta la serie bélica del estudio nórdico, pero sí con algunas posibilidades como las de, por ejemplo, echar abajo un balcón desde el que disparan flechas unos incómodos arqueros o, por mencionar otro caso, utilizar a un mago para que reconstruya un puente derribado y poder llegar a un área anteriormente inaccesible.
Dragon Age: Inquisition continúa su desarrollo y, a pesar de que falta mucho tiempo para su lanzamiento en otoño de 2014, comienza a presentar un aspecto extraordinario. La saga da el salto hacia la libertad del usuario, y el hecho de estar al frente de la propia Inquisición que da nombre al título promete grandes implicaciones narrativas y jugables. Lo seguiremos con interés.