Los chicos de Visceral Games quieren que nos divertamos al máximo con su brutal visión de Army of Two: balas, explosiones, sangre, personalización y un impresionante modo overkill. Todo ello para que no te lo pienses dos veces antes de ponerte a jugar y… disparar.
Alpha y Bravo, herederos directos de Elliot Salem y Tyson Rios, son los nuevos protagonistas de una saga que ya tiene un puesto en el olimpo de los juegos cooperativos. La corporación TWO, rebautizada a Tactical Worldwide Operations, mantiene el modus operandi de la etapa Trans World Operations y sigue adelante con las tácticas centradas en dos soldados. Salem y Ríos ya demostraron tener un romance de los más graciosos que se recuerdan en los videojuegos; una relación que junta elementos de la psicopatía de Kane y Lynch y la fuerza bruta de Marcus y Dom. Ahora Alpha y Bravo siguen en su línea de cinismo y compromiso con la misión.
Colócate a mi espalda. Dispara sin piedad
La acción sin pretensiones es la base de este Army of Two. Los chicos de Visceral Games no tienen ningún reparo en reconocer que The Devil’s Cartel se trata de un juego poco profundo. Ellos saben lo que hacen: su título va dirigido a esos momentos en que llegamos a casa de un arduo día de trabajo y no nos apetece más que disparar y ver saltar en pedazos a nuestros enemigos. Y su premisa es proporcionar diversión a raudales sin compromiso. Hay que tener en cuenta, ya desde el punto de vista del jugador, que no siempre tenemos tiempo o ganas de acercarnos a otros títulos con una gran carga narrativa o que nos comprometen más emocionalmente.
Para lograr que The Devil’s Cartel resulte atractivo y rápido a la hora de ponerse a jugar han explorado las formas de juego que más simples resulten para el jugador actual. Para empezar, el manejo de esta nueva entrega sigue siendo intuitivo y se basa en los controles clásicos de cualquier shooter en tercera persona que podamos echarnos a la cara en la actualidad. Lo mismo pasa con el sistema de coberturas. Recuerda, para que os hagáis una idea, a las coberturas de Ghost Recon Future Soldier. Está diseñado de forma que moverse por todo el escenario para buscar las mejores posiciones, protegerse o flanquear, sea sencillo y requiera poco esfuerzo. Un pequeño matiz en los controles por defecto es que se ha relegado el botón para correr al stick izquierdo, aunque suponemos que no obstante podrá personalizarse más adelante.
Uno se plantea cómo es posible que dos personajes puedan ellos solos con hordas y hordas de enemigos enfurecidos y muy macarras. Sí, puede que Alpha y Bravo vayan recubiertos de una armadura antibalas, pero hay algo más relevante aún. Hablamos del tremendo arsenal que llevan encima. Ametralladoras, escopetas, revólveres, granadas… podrían abrir una tienda y no se les agotaría el stock jamás. Por si fuera poca la variedad de armas, en esta ocasión el nivel de personalización es enfermizo. Podemos modificar cada parte de las armas para mejorarlas o, sencillamente, adecuarlas a nuestra forma de juego y gustos estéticos. Incluso podemos armarnos con escopetas tanto como arma primaria como secundaria.
Armas, personalización y escombros
Pero en cuestión de personalización Visceral no se ha conformado con las armas: tenemos a nuestra disposición un amplio vestuario compuesto de máscaras y uniformes.
Como os comentábamos en anteriores impresiones, en esta entrega se ha dejado de lado la barra de aggro, ese indicador que se iba llenando a medida que atraíamos la atención de los enemigos hasta casi hacer invisible a nuestro compañero. No ha llegado a eliminarse, es decir, se ha mantenido de forma subyacente para dejar libre la pantalla de barras, o, más bien, para dejar espacio a la barra de overkill. Cada jugador tiene su propia barra, que se va llenando a medida que acumulan muertes. Al completarse, podemos activar el citado modo overkill que nos da inmunidad y la posibilidad de apretar el gatillo como si no fuera a haber un mañana, sin tener que recargar. El espectáculo y la sensación de poder son brutales, pero aún hay más. En el caso de que sean los dos jugadores los que activen el modo overkill, el tiempo también se ralentizará, de forma que todo el espectáculo de escombros y vísceras volando por los aires se exagera aún más.
Escombros, y muchos, hay en pantalla constantemente. Gracias al motor Frostbite 2, el nivel de destrucción de los escenarios es altísimo. Casi cada pared y cada elemento puede aniquilarse o dañarse hasta cierto punto. Es digno de elogio la cantidad de elementos que se presentan en pantalla al mismo tiempo. Entre cuerpos saltando por los aires, explosiones, disparos, destellos, escombros y demás maravillas bélicas, se hace justicia al uso de Frostbite 2. Por otro lado, es cierto que visualmente quizá no llegue a resultar tan atractivo como algún que otro título reciente que haya aprovechado el motor estrella de EA, pero hay un trabajo impresionante detrás que no se puede olvidar.
Diversión a raudales: eso es Army of Two: The Devil's Cartel. Visceral Games ha tomado las riendas de una franquicia con mucho potencial y le ha dado una vuelta de tuerca muy personal, que puede lograr que el título se haga con un importante pedazo del mercado. El equipo está haciendo un muy buen trabajo que, seguro, sabrán valorar los fans de la saga y los jugadores que se hayan sentido atraídos por la búsqueda de un cooperativo potente.