Normalmente, con un videojuego interesante las horas suelen hacerse cortas. Pero con los "survival horror" ocurre lo contrario. La intensidad que condensan hace que los segundos se conviertan en minutos, que veas pasar la vida de tu personaje a cámara lenta. Y tenemos una gran noticia al respecto: Dying Light provoca esta sensación.
Los polacos de Techland no llevan una trayectoria para menospreciar. Son los autores de la serie Call of Juarez, así como los responsables de haber dado vida a Dead Island. Por ello, su próximo videojuego debería merecer, al menos, buena parte de nuestra atención. La compañía aún no quiere separarse de los zombis, pero eso no quiere decir que su próximo título vaya a carecer de originalidad. Así lo hemos podido comprobar en la Gamescom, con demo jugable incluida.
Nos encontramos ante un shooter apocalíptico con "no muertos" como coprotagonistas. Y claro, ¿quiénes son los protagonistas? Pues nosotros, los jugadores, que en realidad formaremos parte de un grupo que intenta sobrevivir a la invasión zombi. Un planteamiento muy conocido, y que ha vuelto a la actualidad a través de todo tipo de medios, pero que en este caso resulta especial por un gran motivo: el mundo abierto que se nos propone.
El juego hace uso del Chrome Engine 6, un motor propietario de Techland que soporta las consolas de la actual generación, pero que evidentemente sacará adicionalmente partido a PS4 y Xbox One, puesto que el lanzamiento está también previsto para estas máquinas. De hecho, pudimos probar el juego en la "next-gen" de Sony, siendo conscientes de detalles como el ciclo día-noche (estará presente) o la amplísima distancia de dibujado aplicada sobre los escenarios.
Intensa supervivencia
La demo que experimentamos fue sencilla, basada en recorrer el mapa para cumplir una serie de objetivos marcados en el radar. Tener un ojo puesto en el radar "in-game" y otro en la acción será muchas veces fundamental, pero en muchas ocasiones difícil, puesto que la intensidad de la acción es tan sumamente embriagadora que acabaremos cayendo en las redes del survival horror. Sabemos que el término ya no se puede usar tan a la ligera, pero creédnos, aquí hay buenas dosis del género.
En Dying Light no se ha escatimado al colocar un elevado número de zombis en pantalla. Doblar una esquina o adentrarnos en el jardín de una casa podría suponer nuestro fin si no pensamos antes donde vamos a poner los pies. La urbe que se nos mostró, una zona de casas bajas, estaba así a rebosar, siendo difícil avanzar. Y no podremos protagonizar una hecatombe como en el último juego de Dead Rising. Esto no va de eso. Va más bien de escapar...
Y de hacerlo rápido y con talento. La destreza del jugador cuenta en un videojuego que nos propone mecánicas para defendernos, al estilo de dar patadas y puñetazos o sacar una contundente hacha. Versa su jugabilidad real en correr todo lo que podamos y saltar edificios para alcanzar las azoteas, únicos espacios por los que podremos llegar a nuestro destino de forma segura. Y no siempre, porque se nos comentó que estos zombis sí que saben subirse a sitios elevados.
Todo esto siempre visto desde una perspectiva en primera persona, y con zonas abiertas, cargadas de libertad para explorar. Así, podemos ir directamente a nuestros objetivos, en línea recta (la peor opción), o bien dar un rodeo para hallar la ruta más segura, libre de "no muertos". Definitivamente, la obra sabe colocarnos ante una experiencia de supervivencia
atractiva e incluso realista, al permitirnos tomar la importante decisión de qué camino tomar.
No se acaban aquí las buenas noticias. Los enemigos no son para nada estúpidos. Captan nuestra presencia al instante, siendo imposible pasar por su lado sin que nos atrapen, a no ser que lancemos un señuelo para distraerlos. Una dinámica de la que sacamos partido en más de una situación, generando así nuestra propia estrategia de supervivencia. El avance se convierte así en algo muy orgánico y satisfactorio, y que encima cuenta con diferentes ritmos, pasando de momentos más tranquilos a otros más tensos.
En particular, el final de la demo tenía que ver con una persecución frenética, y es que los zombis de Techland empezaban a correr como locos al caer el sol. Pero por suerte nosotros también, gracias a unas mecánicas "parkour" muy fluidas, que nos permiten agarrarnos a salientes, saltar entre azoteas o deslizarnos por el suelo. Todo mientras vemos las extremidades de nuestro protagonista, logrando un grado de inmersión aún superior. Tal vez el control todavía debería pulirse, ya que no resultaba del todo preciso, pero sin duda el esquema jugable no podía ser más sólido y satisfactorio: una agradable sorpresa.
Ahora bien, ¿qué ocurre si nos agarran los zombis? Pues que habrá un evento "quick time" fácil de resolver, a pesar de que no impedirá que nos quiten parte de nuestra vida. Al ser una demo en estado avanzado, pero lejos de la versión final (el juego sale en 2014), no pudimos esclarecer el sistema empleado en términos de vida, pero nos dio la sensación de que presentará un carácter mixto (a medias entre la clásica barra y la autorrecuperación).
En cualquier caso, la interfaz resultaba minimalista, para evitar alejarnos de lo que realmente importa: la sensación de supervivencia. Un "survival horror" en primera persona que se podrá jugar en individual, pero también en cooperativo para cuatro jugadores. Los desarrolladores no nos pudieron concretar si la historia será o no la misma, o si tendremos las mismas misiones, pero ya lo iremos conociendo.
Lo que importa ahora mismo es que Dying Light es un título realmente prometedor, con una intensidad enorme, mucho dinamismo y un acabado que podría considerarse como sólido, y eso que aún queda para que se ponga a la venta. En los próximos meses, hasta que llegue la fecha escogida para darnos este juego, Techland seguirá ofreciéndonos muestras sobre su nueva propuesta zombi, y nosotros estaremos ahí para seguirlas. No podemos esperar para ponernos a jugar a oscuras con este título...