Rust: Impresiones jugables

Rust: Impresiones jugables
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Sobrevivir no es un juego de niños. Pero Rust consigue que por lo menos sea una experiencia altamente satisfactoria. Enfréntate a la falta de alimentos, combate contra animales salvajes y construye tu propio refugio en esta desafiante aventura de supervivencia extrema, que ya ha cautivado a más de un millón de jugadores.

Se suele decir que los humanos mostramos nuestra peor cara en los momentos de mayor dificultad, cuando sacamos a relucir al demonio que llevamos en nuestro interior para perdurar sobre los demás. El famoso Homo Homini Lupus que Thomas Hobbes popularizó, describiendo al hombre como el mayor enemigo para los hombres. Y justa esa cruda realidad queda perfectamente reflejada en el prometedor Rust, que desde hace unas semanas se ha convertido en uno de los títulos más populares de Steam.

Éxito al que ya parecen abonados los creadores del popular Garry’s Mod, Facepunch Studios, que con esta nueva aventura de supervivencia extrema van a poner nuestros nervios a flor de piel. Y no solo por la falta de alimentos o los ataques esporádicos de animales salvajes. No. Si por algo nos ha gustado sobremanera esta obra de corte independiente es que juega a las mil maravillas con la sensación de indefensión; de hacerte sentir totalmente vulnerable en un mundo en el que ni tan siquiera te puedes fiar de otros supervivientes, con los que podrás colaborar, por supuesto que sí, pero también combatir para hacerte con sus preciados recursos. ¿Qué? ¿Serás ese lobo feroz que solo mira por sí mismo? ¿O por el contrario buscarás la convivencia en compañía de otros?

Construyendo una alianza

Una antorcha para iluminar nuestro camino en la oscuridad. Un sencillo kit de primeros auxilios para sanar heridas leves. Y una gran piedra. Sí. Como leéis. Un pedrusco. Esas serán las únicas herramientas con las que emprenderemos nuestra particular lucha por la supervivencia en esta desafiante aventura de acción en primera persona. Título que sobre el papel puede resultar excesivamente parecido al popular DayZ, pero que sin embargo se desmarca de esta obra concediendo una importancia capital a la recolección de materias primas y la construcción de refugios.

Nuestros primeros pasos en Rust estarán marcados, por tanto, por la búsqueda de recursos y materias primas como madera, piedra, carbón y demás, con los que podremos empezar a fabricar una serie de rudimentarias herramientas de trabajo que nos facilitarán enormemente estas labores. Porque reconozcámoslo; aunque picar piedra y cazar con un pedrusco en las manos puede sonar muy "machote", mejor será hacerlo con un hacha o un pico ¿no? Más todavía teniendo en cuenta que la falta de alimentos será una constante a lo largo de la partida, obligándonos a actuar con presteza para abastecernos con la preciada carne de los animales salvajes que pulularán por este vasto mundo post-apocalíptico arrasado por un holocausto nuclear.

Criaturas que no nos causarán mayores problemas que el ir corriendo tras ellas mientras tratamos de asestarles un golpe mortal, al menos hasta que seamos capaces de fabricarnos un buen arco o ya apostemos por la caza mayor usando armas de fuego, a excepción de lobos y osos mutantes, que se convertirán en una de las mayores amenazas del juego. Y es que o vamos bien pertrechados con armas potentes y un buen equipo defensivo, o estos animales nos despedazarán en cuestión de segundos.

Ya no hay zombis, tan solo animales salvajes, pero Rust sigue siendo un videojuego temible. Sobre todo porque tu mayor enemigo, el resto de jugadores, irán vestidos con piel de cordero. ¡No te fíes de nadie!
Ya no hay zombis, tan solo animales salvajes, pero Rust sigue siendo un videojuego temible. Sobre todo porque tu mayor enemigo, el resto de jugadores, irán vestidos con piel de cordero. ¡No te fíes de nadie!

Por no mencionar que al caer la noche, con la amenaza del frío –que hará que descienda rápidamente nuestro medidor de hambruna- pendiendo sobre nuestras cabezas, estos animales salvajes podrán aparecer repentinamente y montarse un banquete con nuestros huesos. De ahí que sea importantísimo erigir también un refugio en el que guarecernos de estos peligros. Construcciones que podremos diseñar con un notable grado de libertad haciendo uso de un sencillo pero muy efectivo sistema de crafting. ¿Su funcionamiento? Bastará con seleccionar de una gran lista de objetos el ítem que deseamos fabricar, siempre y cuando contemos con los recursos necesarios para hacerlo.

Empalizadas, grandes torres defensivas, pequeños poblados con un gran muro a su alrededor… con un estilo precario propio de cualquier construcción realizada por manos inexpertas en condiciones extremas, muchos de vosotros pensaréis que estas medidas son exageradas para hacer frente a los animales salvajes. Y no os lo discutiríamos… si no fuera porque estas criaturas no serán nuestra única amenaza. Como ya avanzábamos líneas más atrás, la presencia de otros jugadores en los muchos servidores online que dan forma al universo Rust marcará notablemente nuestra forma de jugar. ¿Amigos? ¿Enemigos? Nunca se sabe. Así que ante esta tesitura, no serán pocos los jugadores que saquen a relucir su desconfianza, amenazando con matar a todo aquel que se acerque a sus dominios.

Al principio puede que nos lo tomemos a guasa. Que pensemos: "vaya, sí que se lo toman en serio estos tipos". Pero cuando uno, dos y hasta tres jugadores distintos te acribillan a balazos o te clavan un hacha en la cabeza, es cuando empiezas a darte cuenta de cuan duro y temible puede resultar sobrevivir a este mundo persistente. Sobre todo porque al morir, aunque podemos reaparecer en nuestro campamento -siempre y cuando dejemos allí un saco de dormir-, perderemos todos los objetos que lleváramos encima. Lo que en ocasiones puede resultar verdaderamente dramático. Máxime con lo difícil que resulta hacerse con ciertas armas especiales. Por eso Rust nos resulta tan atractivo.

La recolección de materias primas será esencial para fabricar nuevas armas y herramientas de trabajo. Sin ellas, sobrevivir será imposible.
La recolección de materias primas será esencial para fabricar nuevas armas y herramientas de trabajo. Sin ellas, sobrevivir será imposible.

El peligro está ahí fuera

Que nos metan el miedo en el cuerpo ante la escasez de alimentos o la falta de munición es, por así decirlo, relativamente sencillo de lograr. Pero conseguir que nos sintamos totalmente vulnerables a los peligros que nos rodean, hasta el punto de hacernos dudar de todo aquel que se acerque a nosotros, ya es otro cantar. Y en estas lides, Rust resulta sorprendente incluso en el todavía prematuro estado de desarrollo en el que se encuentra. Y es que pocos videojuegos tratan de una manera tan realista y cruel las relaciones humanas, haciendo aflorar nuestra peor cara.

Asesinar por la espalda a pobres desgraciados que todavía pelean con una piedra, asaltar pistola en mano a cualquiera que se cruce en nuestro camino, negar la hospitalidad en nuestro refugio a otros supervivientes por desconfianza… son tantas las opciones a nuestra disposición, que incluso podemos formar un escuadrón de soldados para asaltar los refugios de otros jugadores por pura codicia. Momentos que, por cierto, resultan verdaderamente espectaculares por la tensión que generan. Un fallo y moriréis. Así de claro. Pero ojo. También existen servidores en los que está muy limitado el componente Jugador contra Jugador, favoreciendo en estos casos la cooperación.

Algo con lo que también se disfruta por las grandes posibilidades que brinda el construir un enorme refugio junto a otros usuarios. No por nada, todo resulta un poquito más fácil cuando tienes a un amigo cerca ayudándote a obtener alimentos, extraer materias primas o recogiendo mejor equipo de combate. Vamos. Ya no es que sea recomendable, sino prácticamente una obligatoriedad, porque cada servidor puede dar cobijo a cerca de 200 enemigos potenciales. Casi nada.

La libertad que se nos concede para edificar resulta encomiable. Con el apoyo de otros jugadores se pueden construir auténticas fortalezas. Y son una pasada.
La libertad que se nos concede para edificar resulta encomiable. Con el apoyo de otros jugadores se pueden construir auténticas fortalezas. Y son una pasada.

Por no hablar del peligro que corremos también de caer en las zonas radiactivas, al más puro estilo S.T.A.L.K.E.R., o despertarnos una buena mañana encontrándonos con nuestra base y materias primas saqueadas por un comando nocturno. ¿Cómo es posible? Todas las acciones que se acometan en un servidor son permanentes y constantes; por lo que aunque nosotros estemos fuera de la partida, el mundo seguirá adelante.

En este sentido, conviene destacar que el juego todavía necesita pulir ciertos aspectos como la inteligencia artificial de los animales salvajes, el equilibrio entre ciertas armas o su apartado audiovisual. Pero incluso en el estado de desarrollo alfa en el que se encuentra actualmente, con posibilidad de disfrutar ya de sus contenidos gracias al Acceso Anticipado en Steam, Rust ofrece la suficiente diversión y variedad de contenidos como para mantenernos enganchados durante horas y horas.

Es verdaderamente desafiante, y sin el apoyo de otros jugadores la experiencia de juego puede tornarse un completo infierno; pero la verdad es que los creadores de Garry’s Mod tienen entre manos un proyecto de lo más prometedor que si todo sale según lo previsto, nos dará grandes alegrías en el futuro.

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