La posibilidad de ver un videojuego de Assassin's Creed ambientado en París ha estado en el aire desde el anuncio de las primeras entregas. Ubisoft estaba esperando pacientemente para planteárnoslo, con un título destinado específicamente a la next-gen. Visitamos la Francia del siglo XVIII para luchar por la Revolución junto a los asesinos. ¿Nos unimos?
Todo videojuego tiene una forma peculiar de llegar a sus destinatarios. Unos lo hacen por su adictiva jugabilidad, otros por el carisma de sus personajes, lo interesante del argumento o la atracción generada por su lado artístico. En el caso de Assassin's Creed, dependiendo de la entrega, podríamos destacar algunos de estos aspectos sobre otros, pero siempre ha habido un elemento que nos ha fascinado: la fantasía de descubrir un período histórico al lado de unos asesinos que tratan de redirigir los cauces del mundo.
En este último evento en 3DJuegos tuvimos la ocasión de viajar a París, en concreto de visitar el Museo de Ejército, sentarnos en una de sus salas y disfrutar de Unity como si se tratase de uno más de los cuadros que inmortalizan aquel período que marcó a los franceses allá a finales del siglo XVIII: la Revolución Francesa. No es exageración. Los desarrolladores se han volcado en recrear la ciudad parisina hasta el último detalle. Han tenido a trabajadores dedicados exclusivamente a ello. Sin ir más lejos, uno de los empleados estuvo haciendo Notre Dame durante un año entero.
Tal es el empeño puesto, que incluso las nuevas consolas parece que se quedan cortas a la hora de plasmar la ambición del estudio. Pero ya hablaremos sobre ello. Ahora lo que importa es dejar claro que, cuando pisas la ciudad, la sensación de verte envuelto por la situación es de las más intensas de toda la serie. Fusiles cargando. La muchedumbre agonizando. Las calles están vivas con gente yendo de un lado para otro, con cánticos en clave patriótica que resuenan junto a las campanas de la urbe. Se nota que había ganas por parte de Ubisoft de mirarse el ombligo y explicar de dónde venía eso de "liberté, egalité y fraternité".
¡Viva la France!
Sin restricciones, toda la ciudad está disponible desde el primer minuto de juego. Esto es lo que nos aseguró Vincent Pontbriand (Producer), recordándonos la importancia que se va a dedicar a la historia, como viene siendo habitual en los Assassin's Creed. Así que los que temían porque la vertiente individual se viera desfavorecida por la aparición del cooperativo parece que pueden estar tranquilos. De hecho, podemos constatar que las misiones de trama son abundantes, acompañadas de sus respectivas cinemáticas, algunas de ellas muy elaboradas.
Tal vez no sorprenda y veamos a Arno como un personaje plano, sin esos matices que hicieron triunfar a asesinos del estilo de Ezio. Las tareas a realizar tampoco es que se salgan de la tónica habitual, pero al menos el esquema gana en profundidad. En nuestro caso, completamos una misión de infiltración en Notre Dame. Podíamos acceder por la puerta central, soltando una bomba de humo sobre los guardias. También era posible subir a lo alto de la estructura para encontrar una zona en obras por la que colarnos. Existía hasta la posibilidad de seguir a unos guardias en la calle para robarles una de las llaves que abrían las puertas laterales de la catedral.
Lo mejor de Unity es la cantidad de oportunidades que ofrece para completar una misma tarea. Una vez dentro del enclave, nuestra víctima se movía tanto y existía tal cantidad de muchedumbre que costaba situarse en un punto de asesinato idóneo. Movernos entre las alturas fue primordial, y eso siempre evitando ser detectados. Sin duda, el sigilo recobra mucha importancia en este lanzamiento, y es algo que agrada por lo bien que sienta al resultado final.
En particular, este Assassin's Creed penaliza de forma contundente a los usuarios menos precavidos. Resulta más difícil pasar desapercibidos, y aún más escapar con vida. Evitar ciertos enfrentamientos es muchas veces la mejor opción, especialmente cuando nos encontramos con esos "tanques" (hacha en mano) que con un golpe dejan nuestra barra de vida tiritando. El fácil acceso a las curas -cruceta hacia arriba- es una ayuda, pero ya os adelantamos que lo más inteligente será evitar problemas.
Aparte, el sistema combativo no es ni de lejos lo que más evoluciona, al menos en esta demostración. Tampoco el sistema de apuntado, que arrastra la imprecisión de otras entregas. Sin embargo, el sistema de escalada sí que recibe una inyección de novedad al introducir la posibilidad de ascender y descender con mayor libertad. Se incluyen más animaciones, haciendo posible una navegación muy orgánica, con movimientos en fachada que antes no eran posibles, tanto en ascenso como descenso.
La oportunidad de acceder a una gran cantidad de edificios -ya sea por la puerta o las ventanas- añade una capa de complejidad adicional a un conjunto que se ve apoyado por la presencia de facciones: guardias, extremistas y revolucionarios. Lo más interesante, según Pontbriand, es que cada grupo tiene su zona de influencia, de forma que serán nuestros aliados o enemigos según las circunstancias. Así que hay que tener mucho cuidado porque aquí nadie es de fiar. Estar en medio de un conflicto nunca es fácil.
Como consuelo, contaremos con algunos recursos de nuestro lado. Tenemos campanas de alarma que podemos sabotear para evitar males mayores al ser detectados. El hecho de tener en pantalla a cientos de ciudadanos no sólo contribuye al impacto visual, sino que ayuda a escapar de miradas enemigas. Y luego están los Café Teatro, unos locales que si ayudamos a reconstruir nos facilitan el viaje rápido entre las diversas partes de París. De forma adicional proporcionan misiones, así que expandirán felizmente nuestro tiempo de juego.
Otro aspecto que nos llamó mucho la atención es la opción de crear nuestros propios clubes, los cuales pueden competir contra otros para obtener puntos Creed (canjeables por determinados beneficios durante la aventura). Los desarrolladores se han tomado bastante en serio la sensación de estar conectados. Después de todo nos encontramos ante el primer Asssassin's Creed exclusivo de nueva generación. Se ha depositado bastante confianza en el cooperativo, que tendrá misiones que admiten desde dos hasta cuatro participantes.
Para los lobos solitarios, cabe comentar que estas misiones "coop" también se pueden disfrutar en individual, aunque se recomienda encarecidamente la compañía. ¿Qué decir sobre ellas? Pues que en esta toma de contacto no nos han resultado tan sorprendentes como esperábamos. En un caso no se alejaron del típico: accede a un recinto, roba unos cuadros, neutraliza a los guardias y escapa sin levantar sospechas. En el otro de nuevo apostamos por la infiltración, con bombas de humo por doquier y asesinatos por la espalda.
Realmente la única diferencia es que jugábamos en compañía a planteamientos ya vistos antes, y sí, el esquema funciona, sobre todo si usamos la comunicación por voz, que se convertirá en el mejor aliado. Por supuesto, el juego incluirá una opción muy útil por si no nos apetece ponernos el micrófono, consistente en una especie de indicadores para mostrar a nuestros acompañantes por donde seguir… Será interesante comprobar qué sistema acaban usando los usuarios cuando el juego se ponga a la venta.
También nos interesa muchísimo dilucidar cuál va a ser el rendimiento final que va a ofrecer el videojuego en Xbox One, PS4 y PC. Por el momento, nosotros sólo podemos hablar de la consola de Microsoft, que ya es un logro que pueda manejar tal cantidad de elementos simultáneos en pantalla, desde las propias construcciones (recreadas perfectamente) hasta la cantidad de NPC que se presentan. No nos libramos durante esta demo de saltos de frames, popping y generación repentina de texturas sobre las fachadas mientras corríamos por las calles. Sin embargo, entendemos que el título aún se encuentra en fase de optimización.
Realmente, y como apuntábamos antes, la sensación es la de encontrarnos ante un proyecto colosal, puede que adelantado en términos técnicos a su tiempo, o puede que simplemente en las puertas de sacar el máximo potencial al nuevo hardware. Sea como fuere, el tiempo que estuvimos con Assassin's Creed: Unity se nos hizo corto. Nos quedamos también con ganas de jugar con más libertad al cooperativo (y no tan guiados por los desarrolladores). Así que, como siempre decimos en estos casos, esperaremos, más que nada por eso de analizar desde una posición de mayor tranquilidad la magnitud de lo que se nos avecina.