Pocos momentos históricos hay más apasionantes que el declive del Imperio Romano. Tras siglos de dominación, una profunda crisis en el sistema político y militar del régimen les llevó a despedazarse durante años. Atila, caudillo de los hunos, leyenda militar, hizo ver las debilidades de un enemigo antaño invencible.
The Creative Assembly pasa por un momento dulce: más allá del éxito de crítica y ventas de Alien Isolation, su serie fetiche, Total War, está de aniversario y presenta un año 2015 de excepción. Por un lado, Total War Arena supondrá el estreno de la franquicia en el campo del F2P respetando su identidad estratégica; Total War Battles: Kingdom llevará a tabletas y ordenadores la gestión por turnos del universo medieval en una desenfadada experiencia alejada de lo estrictamente belicoso. Sin embargo, el año comienza con la historia de Atila el huno en Total War: Attila, nuevo software que se estrenará a mediados de febrero y que supone un nuevo paso adelante para la serie.
Le ha costado más de lo esperado, máxime con lo prometedor que se veía antes de su lanzamiento, pero los creadores parecen haber aprendido de lo acontecido con Total War: Rome II y han sumado diferentes elementos ampliamente demandados por la comunidad de jugadores. Más allá del deseo y las buenas intenciones de sus creadores, muchos usuarios han puesto en Attila la sombra de la sospecha: ¿Podría haber sido un DLC de Roma II que se acabará vendiendo por separado para sacar mayor beneficio a las carteras de los compradores en pos de Sega y Creative Assembly?
Tras lo mostrado en los últimos meses en ferias y eventos y lo probado en la beta de Attila, pensamos que hay suficientes diferencias para desmarcarlo de Roma II. La secuela romana ha necesitado de diferentes parches para llegar a estar a la altura de lo que se esperaba de él y mientras arreglaban uno, el otro se desarrollaba, y algo más de dos años después de que comenzase su desarrollo, comienza la batalla de Atila en el campo de la estrategia en tiempo real con todas las ventajas y moras obtenidas en el otro título.
Estrategia de conquista y muerte
Puede que la distancia entre la época de Attila y los acontecimientos vividos en Roma II también haya llevado a que muchos sospechen, pero no se necesitan muchas horas de juego para ver que las diferencias son importantes entre uno y otro. Ciertamente, el motor es el mismo y se han aprovechado algunos elementos del título romano, pero Atila es a Roma II lo que Napoleón fue a Empire en su momento: mejora en todo a su predecesor y abarca un momento histórico más breve, pero también más concentrado. Si en algo ha mejorado especialmente el título es en el juego más allá del campo de batalla, y en las influencias políticas y sociales que pueden llevar a cabo tus decisiones.
Prácticamente todo depende de los gobernadores, y se recaudará más o menos dependiendo de las estadísticas de los gobernantes puestos a dedo por el usuario. Las influencias políticas sumarán una nueva relevancia a las influencias: se ha evolucionado con un nuevo sistema en el que podrás tener control total sobre todo lo que ocurra en tus filas políticas, que acaban degenerando en influencia que se convierte en beneficios o taras. De hecho, será importante gestionar cada uno de los flancos de tus representantes para con tropas y ciudadanos. Ya se comentó en su momento, pero las intrigas familiares también supondrán un buen punto con respecto al juego anterior.
Se ha apostado por la claridad en la interfaz, que se ha visto reflejada por ejemplo, en el árbol tecnológico o cívico, que se ha simplificado a la vista para agilizar su acceso y clarificar su resolución a la hora de crear nuevos elementos durante los diferentes turnos que han pasado de ser anuales a trimestrales, cambiando por completo la concepción temporal de la campaña. Aunque los usuarios de Roma II se acabaron acostumbrando al complejo diseño de interfaz que tenía el título, Attila ha ganado en mucho en elementos de diseño, ahora mucho más claros que los exhibidos en el pasado.
El nuevo desafío
La beta nos ha permitido disfrutar de un buen puñado de encontronazos en Europa entre los Sasánidas, el Imperio Romano Oriental, los sajones y lo ostrogodos, cada uno con diferentes beneficios, defectos y posibilidades a la hora de sobrevivir y llevar a cabo su demostración de poder en el continente. La dificultad general es ampliamente superior a la mostrada en otros capítulos, y puede aumentar con el nivel y el reto al que te enfrentes con la elección de cada facción: no es lo mismo ser un visigodo que un romano occidental, claro. El reto en la presente entrega también es mayor que el pasado, suponiendo un gran reto para los usuarios más avanzados de la franquicia.
La tecnología y la construcción de edificios también han mejorado notablemente. Todo gana en claridad y ayuda a ampliar las miras guerrilleras de tu facción sumando nuevas unidades, armas y un largo de etcétera que incluye, por ejemplo, elementos higiénicos que prevendrán enfermedades, sumamente peligrosas para el avance de tus ciudadanos. Pueden enfermar y contagiar a toda la urbe, incluyendo a las tropas, provocando oleadas de cansancio, muerte y miseria que, obviamente, se verá reflejada en el campo de batalla. Se puede propagar de muchas formas, siendo una de ellas el comercio con localizaciones afectadas por alguna pandemia.
A las mejoras civiles y tecnológicas comentadas, hay que sumar nuevas actitudes en el campo de batalla que antaño no existían. En el caso de avecinar nuestra derrota en turnos posteriores en un territorio concreto, podrás acabar con él y no dejar nada aprovechable para el rival, circunstancia que otorgará ventaja al jugador en algunos flancos en momentos en los que no se pueda defender todas las líneas y fronteras. La opción entre una derrota total o la posibilidad de sumar una pequeña victoria en la desdicha es interesante.
Aunque se han hecho mejoras importantes en el territorio que va más allá de las batallas, no se ha descuidado ninguno de los elementos jugables a la hora de tomar las armas. Se ha apostado por batallas más calmadas y largas y se han sumado nuevos elementos que mejoran las contiendas contra tropas enemigas, haciendo más creíbles los episodios violentos y llevando a las ciudades todo el horror de la guerra. Las flechas, las espadas y el fuego ahuyentarán a los ciudadanos tras las murallas de la ciudad, que correrán despavoridos mientras la sangre corre en cruentas contiendas que también se han visto beneficiadas en el campo tecnológico.
Hay diferentes mejoras en las animaciones de las unidades, llevando a la batalla a un nuevo punto de vista. Prácticamente todas los elementos del juego han sumado nuevas animaciones que llevan a cambiar lo visto en Roma II, pero también hay cambios tecnológicos que apartan a algunas unidades del pasado y suma nuevas. Sin olvidar, claro, las nuevas localizaciones y especialización en nuevas razas y facciones. Es importante lo que ha supuesto para el juego y su apartado técnico la iluminación de Attila, que supone un nuevo enfoque para la creación británica si dispones de un equipo capaz de moverlo a su máxima potencia.
Se ha trabajado en un nuevo fuego dinámico que también acaba afectando de forma importante a la batalla, incendiando edificios, campos o unidades cercanas al siniestro, que pueden ahogarse con el humo provocado por las llamas. Súmale todos los elementos adquiridos de otros Total War, añádele los adelantos y tu pericia a la hora de tomar la batuta estratégica y ya puedes imaginar cómo avanzará la historia de Europa en tus manos. Y si el Papa León I te intenta convencer de que abandones tu cruzada, ahora podrás hablar en nombre del Azote de dios y llegar hasta el final y acelerar el proceso de desconstrucción romana.