Vampyr es música para los oídos de los amantes de lo vampírico. Un cirujano, maldito, se enfrenta a una pandemia de gripe española en una oscura y sórdida Londres de 1917, escenario ideal para un juego de vampiros. La dualidad del protagonista dibuja una perfecta mascarada para sus intereses. ¿La desaparición de ciudadanos responde a la enfermedad o a la sed? ¡Lo hemos jugado!
Dontnod parece tocada por una varita. Me atrevería a decir, incluso, que responde a una especie de karma: aunque todo lo sufrido con Remember Me y Capcom pudo ser correspondido con el éxito de Life is Strange y Square Enix, Vampyr huele a que va a ser parte del rédito positivo que nace de la creatividad del equipo comandado por Oskar Guilbert. Se ve claro que en el estudio francés había ganas de rendir culto a los vampiros en el mundo del videojuego, y tras las dos horas que pude disfrutar a sus mandos, puedo deciros que aspira a ser una de las grandes experiencias de 2018.
Aunque se confesaron grandes fanáticos de Vampiro: La Mascarada en el pasado What’s Next de Focus Interactive, Dontnod se ha alejado de la marca de White Wolf y de otras interpretaciones populares y respetadas de las criaturas de la noche para construir el relato de Jonathan Reid. Aquí ha tirado de narraciones vampíricas más clásicas, y no ha dudado en ser duro, sucio y oscuro con lo explicado. Vampyr no es un cuento elegante sobre aristócratas bebedores de sangre; es una tragedia oscura y sin luces, en la que el jugador decide el tono gris de la misma, con un final que se avecina que solo puede ser trágico o muy trágico.
El descenso al infierno del doctor Jonathan Reid, sin embargo, si admite un poco de luz: en tus manos estará que el buen médico sea capaz de intentar remediar, siempre de noche, una pandemia que ha terminado colapsando todos los hospitales de Londres. La sombra de la maldad siempre acechará al usuario, ¿quién notaría una muerte más por gripe a cambio de calmar la sed y obtener valiosa experiencia? Lo brillante de Vampyr (también su gran desafío) es que cualquiera de los más 70 personajes distribuidos en los cuatro distritos del juego tiene un objetivo y un cometido, y su vida o muerte puede cambiar, por completo, su devenir.
Chupasangres... con consecuencias
Imagina, por un momento, que tras convertirte en vampiro en dramáticas circunstancias decides adoptar la actitud de un auténtico demonio sin sentimientos, capaz de segar las vidas de toda la ciudad de Londres y convertirte en una de esas amenazas fantásticas con las que fantasean los tabloides ingleses… es tu decisión, y Vampyr te lo permite. Jonathan, a los pocos minutos de comenzar el juego, explica el que es, casi, el leit motiv de la propia aventura: “Es mucho más fácil matar que curar”, y dicha filosofía es perfectamente aplicable al trabajo de Dontnod. Que te dé la opción de llevarlo a cabo es, ya de por sí, una más que grata noticia.
La otra cara de la moneda está en una supervivencia vampírica penosa y triste, en la que Jonathan lidie con su eterna sed a base de pequeños roedores. El desafío, como imaginarás, es enorme, y el uso de las distintas disciplinas de sangre acabará agotando más que nunca al protagonista, que por propia decisión decidirá no beber de los recipientes que campan por la noche londinense. En todo caso, y como nos comentó Philippe Moreau durante la propia prueba de dos horas, la trama puede extenderse entre las 15 y las 30 horas si decidimos jugar en un extremo u otro de la pena vampírica.
Como decía, todas las decisiones tomadas a la hora de repartir vida o muerte serán importante en la vida de los cuatro distritos de Londres. El ejemplo que siempre se explica es el de la pareja de posaderos que, dependiendo de la muerte de uno, otro o ambos acaba cerrando de una forma u otra la posada, lo que te impedirá, posteriormente, conocer a otros personajes que estaban predestinados a pasar por allí. El otro caso nos lo contó nuestro compañero Alberto Pastor en el pasado E3: el de un ciudadano que pide a Jonathan encontrar un colgante de su difunta abuela en una historia que, a pesar de la presupuesta bondad que oculta, no es lo que parece.
Es una tragedia oscura y sin luces, en la que el jugador decide el tono gris de la misma
Podría parecer una elección fácil e inocente para el jugador el decidir beber o no sangre humana, pero Dontnod, en otra inteligentísima decisión de diseño, ha sabido cómo conseguir que la tentación vaya en aumento con cada hora de juego. La relación de Jonathan con los vecinos de Londres oculta una curiosa circunstancia: cuanto más los conozca y menos secretos oculte con ellos, mayor será la experiencia que obtendremos al darles muerte. De alguna forma, todos los problemas por los que pasen los chupadores de ratas con los distintos enemigos de la noche podrán ser solucionados en pocos minutos si desean dar el beso mortal a sus vecinos. ¿Te apetece un tentempié? “Murió por la gripe”, dijo el doctor.
Disciplinas vampíricas y batalla
En Vampyr no solo hay gestión, investigación y tratos con los distintos protagonistas del juego: también hay batallas por tu vida. Debo decir que no es el apartado que más disfruté durante mis dos horas de partida, pero también es cierto que le debo la duda por no ver más que la mera superficie del sistema. Armas cuerpo a cuerpo, pistolas, escopetas y las distintas disciplinas vampíricas son los protagonistas de las batallas contra los skals, grotescas formas de vida a caballo entre lo peor del ser humano y el vampiro, que te atacarán en grupo y serán capaces de ponerte las cosas muy difíciles en los distritos más oscuros de la ciudad.
Por supuesto, las habilidades mejorarán según nuestro nivel, y la relación entre los descubrimientos que hagamos, las batallas que ganemos y la gente que matemos será la que justifique nuestro poder como vampiro. Lo que sí os puedo asegurar es que estoy ilusionado con Vampyr: creo que Dontnod, a pesar de las obvias diferencias con ellos, está construyendo el juego de vampiros que veníamos pidiendo desde Vampire: The Masquerade Redemption y Bloodlines, y ha sabido crear en sus limitaciones una serie de virtudes incuestionables y una experiencia narrativa prometedora que aspira a ser uno de los grandes del año.
Es duro jugar contrarreloj en eventos como el de la semana pasada, y más cuando estás metido en la partida. Lamenté profundamente encontrar en los últimos minutos de la partida a una paciente del hospital que creía ser una vampira, pero que en realidad sufría un severo caso de síndrome de Cotard. Me recordó, inevitablemente, a las representaciones vampíricas contemporáneas de libros y películas, que dicen ser vampiros pero que en realidad no lo son. Me quedé con ganas de saber más de ella y presentarle el beso de un auténtico vampiro. ¿Cuál habría sido su reacción? ¿Qué habría hecho yo? ¿Obviarla, convertirla o matarla? ¿Qué harás tú? Ve pensándolo, que el 5 de junio tenemos cita con el doctor Reed en PS4, One y PC.