La premisa de Far Cry: Primal es simple: no estás en la cima de la cadena alimenticia. ¿Tu punto a favor? Una buena cantidad de aliados capaces de adiestrarte en los instintos más primarios de la guerra y convertirte en el Señor de las Bestias, el primer ser humano de la historia en domar fieras. Hazte con su confianza y llévalas al campo de batalla, toda ayuda para hacer renacer tu tribu es poca en la nueva aventura de Ubisoft.
Nuestras Impresiones
Far Cry: Primal es un ejercicio arriesgado por parte de Ubisoft: salir de la zona de confort de Far Cry y arrebatarle a la serie algunos de los elementos característicos que le han dado nombre y prestigio en los últimos tiempos no es poca cosa. Recrear una aventura en plena Edad de Piedra tampoco. Lo principal de la serie sobrevive, es obvio, ¿pero puede hacerlo sin armas de fuego, vehículos y centrándose en una era histórica inédita en el FPS? Parece que sí.
El objetivo pasa por someter a las tribus rivales para hacer fuerte a la tuya propia. Suma experiencia, aprende a crear tus propias armas y estudia el campo de batalla y sus dificultades. La alianza con las criaturas del entorno es vital: dómalas y alíate con ellas para conseguir llegar a tu meta. Para ello, deberás cazar y sobrevivir al entorno más salvaje y violento que se ha visto en la franquicia Far Cry. Los cimientos puestos por Ubisoft son interesantes, pero deberemos esperar a febrero para concretar que lo visto está a la altura del nombre y el riesgo asumido.
Puntos Clave
- El entorno prehistórico no es uno de los frecuentes en la acción en primera persona. Abre un abanico de posibilidades a Far Cry: Primal muy interesante.
- Dominar animales y usarlos a tu antojo. Cada una de las bestias disponibles tiene sus propias habilidades y comportamientos. Importante saber cuándo usar cada una.
- El tamaño del juego será similar al exhibido por Far Cry 4. Un mapa enorme y una cantidad mareante de misiones y acontecimientos.
- Ubisoft ha prescindido del multijugador cooperativo y competitivo para encarar una campaña imponente. Toca estar a la altura para justificar la ausencia.