Gracias a los videojuegos he sido un explorador espacial, un asesino elfo, un superviviente de un evento zombi e incluso campeón de artes marciales mixtas. Pero ningún videojuego me ha hecho sentir tan dentro de su universo digital como cuando Red Dead Redemption 2 me llevó al salvaje Oeste y me convirtió en un forajido con conciencia.
Creo que lo que más me gusta de los videojuegos es la facilidad con la que te meten de lleno en otras vidas. Esa capacidad para transportarme en el espacio a extraños mundos alienígenas, o en el tiempo al Egipto Ptolemaico, por ejemplo. Es algo de un enorme valor para mí, de mi experiencia como jugador. Dentro de estas propuestas hay videojuegos a los que vuelvo, de manera recurrente, por lo bien que consiguen esa inmersión: Skyrim, Assassin's Creed Origins y Valhalla, Ghost of Tsushima, The Witcher 3… Y Red Dead Redemption 2.
Ya el primer título logró convencerme de que yo era John Marston. Hay pocos juegos que ofreciéndome un personaje ya construído, y con una personalidad definida, hayan logrado que me identifique tanto con su protagonista. Podría contarlos con los dedos de la mano del revólver. El caso es que con el lanzamiento de Red Dead Redemption 2 no solo se logró elevar el listón en lo técnico, algo esperable, también se mejoró la experiencia de juego. La inmersión. Las transferencia. Hablo de esa capacidad de Red Dead Redemption 2 para meterme en el juego y hacerme disfrutar en cada partida. Donde siempre tengo alguna misión secundaria, donde puedo divertirme pescando, con la doma de caballos o dando caza a algún fuera de la ley. Y no se trata solo de la calidad gráfica, que sin discusión te traslada a ese Far West que huele a bostas de caballo, pólvora, sudor, Leone, Peckinpah, Parollini y Tessari. Se trata de la experiencia. De cuidar tu arsenal, de cepillar a tu caballo, de vender lo que has cazado antes de que se pudra, de pegarte con borrachos en un callejón, de ahorrar para comprar ropa de abrigo o de acampar cuando cae la noche. Red Dead Redemption 2, siendo un juego de acción, ha logrado hacerme sentir protagonista de la aventura más que la mayoría de juegos que he jugado.
Para mí lo logra especialmente en su "end game". Terminada la trama principal, y ya sin los agobios de seguir la narrativa de Arthur Morgan, Rockstar nos convierte en un joven John Marston que todavía está definiendo su personalidad. Entrar en el juego en ese momento, en el que uno puede decidir recorrer el mapa de norte a sur y de esta a oeste sin ningún tipo de atadura, es uno de los mejores ejemplos de la esencia del "sandbox". Y de alguna manera, también de esa idea idealizada del "Far West" en el que la libertad se extiende siempre un paso más allá del horizonte y donde lo único que debe preocuparte es la próxima comida y que nadie te dispare por la espalda.
En el momento en el que retome mi partida solo tengo que decidir en qué dirección encaminarme
Con eso en mente, y con un escenario tan rico, detallado y vivo como el que se creó para Red Dead Redemption 2, la experiencia de juego se convierte en un despliegue de posibilidades tremendo. Tal vez solo Breath of the Wild supo sacar mejor partido a esa mano de cartas. En mi caso prefiero la propuesta de RDR2. En el momento en el que retome mi partida solo tengo que calentar un café, levantar el campamento, ensillar mi caballo (Ender se llama, por cierto) y decidir en qué dirección encaminarme. Lo que ocurra hasta el momento de volver a caer la noche está en manos de la providencia generada por los eventos aleatorios de Rockstar. Nunca sé qué me va a pasar: ¿tratarán de robarme al caballo?, ¿dormiré en un hotel esa noche? ¿me tropezaré con algún jugoso cartel de "se busca"?, ¿me atacará un oso?, ¿ganaré lo suficiente jugando al Blackjack como para comprarme ese abrigo que quiero para poder adentrarme en las montañas?
Jugar a Red Dead Redemption 2 se trata de una emocionante experiencia desde la seguridad y comodidad del sofá. De vivir los riesgos y desventuras de una poetizada vida en el "far west". Y será porque estoy rendido a los encantos cinematográficos del Western, pero su propuesta ha resonado con lo que busco en un videojuego como muy pocas propuestas del medio. ¿Tendré que esperar mucho para disfrutar de un Red Dead Redemption 3?