Vuelve John Cooper y su banda… aunque con algunos cambios. Desperados III rescata la clásica saga de estrategia en tiempo real, al estilo de Commandos, mezclando la fórmula con la visión de los creadores de Shadow Tactics.
Nunca dejo de sorprenderme que en la saga Desperados —una de las clásicas sagas herederas de Commandos— existiera la opción de afrontar cada misión del juego cañón en mano y haciendo todo el ruido posible. Por más que lo intente, a mi no me sale. Mi forma de jugar, y es algo que veo reflejado en esta nueva entrega de la serie, es mediante sigilo. Sí, aunque estemos en el Lejano Oeste, yo eso de salir a la plaza a cruzar tiros no lo contemplo. Estos juegos me hacen actuar de la forma más silenciosa y precavida posible. Con un dedo en el clic izquierdo del ratón y otro en el F5 para el Guardado Rápido. Que haya gente capaz de sacar la artillería pesada solo me indica, en el fondo, lo bien diseñado que está este juego.
Se nota desde el primer momento. El legado de Desperados III es tanto de la propia serie como de la otra obra de Mimimi Productions: Shadow Tactics: Blade of the Shogun. Si tienes este último muy reciente encontrarás demasiadas similitudes entre ambos juegos, incluso. Cinco personajes con habilidades, en ocasiones, bastante parecidas. Al fin y al cabo, el género del… ¿cómo se llamaría ahora para resultar moderno? ¿Commandos-like? es difícil de evolucionar, pero sorprende que Commandos 2 siga manteniendo la hegemonía tras tantos años, gracias a la abundancia de personajes y herramientas de cada uno de ellos. Tanto Shadow Tactics como Desperados son juegos accesibles y realmente divertidos, pero en cuanto a posibilidades, sobre todo a través de objetos consumibles, la obra de Pyro sigue invicta.
Las misiones que he podido jugar de Desperados III demuestran que a Mimimi se le da muy bien esta fórmula. Han decidido tirar por precuela, y con licencias, para sentirse libres con la historia y sus personajes, aunque tampoco es lo más destacable de la obra. Es por ello que vemos a viejos conocidos, como un joven John Cooper acompañado de Doc McCoy y Kate O’Hara, pero perdiendo a los otros compañeros y siendo sustituidos por Héctor —solo Héctor— y una Isabelle Moreau que sin duda es el personaje más interesante del elenco. Se intenta, a través de una serie de cinemáticas introductorias y diálogos en misión, crear un hilo conductor, pero lo cierto es que es difícil prestar atención a las conversaciones cuando estamos pensando nuestro siguiente movimiento en el terreno de juego. Y si te lo estás preguntando, lamentablemente la respuesta es sí: el número de protagonistas se reduce a cinco.
Lo interesante es que las combinaciones entre personajes y sus habilidades no solo abren el abanico, sino que hacen jugadas hermosas. Las dos pistolas de Cooper son un espectáculo cuando sabes manejarlas, pero también hay opciones sigilosas con el lanzamiento de cuchillo y la moneda para distraer, mientras que Héctor recurre a las trampas y a la fuerza bruta de su escopeta y hacha. O'Hara cumple su papel como espía para infiltrarse y distraer a enemigos y McCoy es el francotirador que no puede faltar a la cita, además de un excelente envenenador. ¿Isabelle? Isabelle es una bruja del pantano de Loisiana. Aquí, el estudio se aleja de formalismos creando a un personaje capaz de manipular mentalmente a enemigos y enlazar a dos de ellos para que lo que le pase a uno, se refleje en el otro. Incluso la muerte. Una pequeña licencia alejada del trasfondo del Oeste que aporta, sin embargo, la variedad necesaria al conjunto.
Desperados 3 tiene la capacidad de crear una escenas dignas del mejor spaguetti western
Lo grandioso de Desperados no es solo la combinación de estas habilidades, sino la capacidad de crear una escena, ahora sí, digna del mejor spaguetti western. Mimimi rescata las Acciones Rápidas, la posibilidad de pausar la escena y realizar movimientos con nuestros personajes para que se ejecuten a la vez, de forma que no solo podamos eliminar a un par de enemigos, por ejemplo, sino también hacernos cargo del vigía que dará la voz de alarma. Darle al botón de ejecutar y que las cosas salgan según lo planeado es uno de esos momentazos que regala el videojuego, e imprescindible cuando las misiones se vuelven verdaderamente complicadas o a la hora cumplir con algunos retos extra al jugar niveles de nuevo.
Con seis misiones jugadas, la mayor duda que tengo es sobre la duración de este Desperados III —no he logrado encontrar el dato de cuántas tendrá la campaña total—. El juego original en el que más se inspira, Wanted Dead or Alive, tenía 25 fases, pero Shadow Tactics tenía 13, por lo que no estoy seguro de si Mimimi optará por el modelo tradicional o por el suyo propio. Más que nada porque las primeras cinco misiones que he jugado corresponden, sobre todo, al aprendizaje de cada personaje y sería interesante llegar a una complejidad mayor, una vez dominada cada clase con todas sus habilidades desbloqueadas.
Aun así, los niveles que he podido jugar prometen variedad, no hay duda. He visto un poco de todo. Un asalto a un tren. Un pueblo en el que podemos pasear tranquilamente hasta meternos en zonas restringidas para acabar con diversos objetivos. Una boda en la que infiltrarnos. Un pantano en el que rescatar a todos los personajes en el orden que queramos. Un rescate con sabotaje incluido. En todas ellas se destila que existen ciertas formas de abordar cada situación que el juego favorece, pero siempre respetando la «creatividad» del jugador y permitiendo que pueda combinar las clases y habilidades de personajes de formas únicas. Mi regla siempre fue la misma: sigilo y cero alarmas. Pero, como decía al principio, existe la posibilidad de ir pistola en mano barriendo el escenario, algo que ya estaba en el juego original y demostraba que era uno de los alumnos aventajados de la escuela Commandos.
En cualquier caso, Desperados III es también un digno sucesor del trabajo original de Spellbound. Si eres muy purista, es cierto que sigue también la estela de Mimimi con Shadow Tactics, y habrá ahí un conflicto de intereses, entre los que prefieren la fórmula impertérrita del original frente al estilo nuevo del estudio. Algo parecido, pero en menor escala, a lo que sucede con Baldur’s Gate 3. Lo que no me cabe duda es que el tiempo que he pasado con la banda de Cooper ha cumplido mis expectativas personales. Incluso técnicamente se ve una evolución al trabajo previo, con un mejor refinamiento en los entornos y, en especial, en los personajes. Que tantos años después estemos viendo a este particular género de la estrategia en tiempo real gozando de tan buena salud, definitivamente, nos alegra el día.