The Last Guardian: Naturaleza y Hombre

The Last Guardian: Naturaleza y Hombre
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¿Por qué nos gustan los videojuegos? Cada persona tiene una respuesta distinta, pero a mí me lo recuerda videojuegos como The Last Guardian. Y lo peor es que es difícil explicarlo, porque estos títulos hay que jugarlos para comprenderlos. Por eso, más que impresiones jugables, son impresiones espirituales.

El otro día tuve un pequeño encontronazo con Fumito Ueda durante una entrevista. Fue un choque de visiones. Después de jugar un nuevo segmento de The Last Guardian, sentí que su mundo volvía a ser protagonista indiscutible de sus juegos, un lugar misterioso, precioso, pero al mismo tiempo peligroso. Ueda no estaba de acuerdo con ese último término, consideraba que más bien era calmado.

Intenté dialogar con el creativo, no me dejaron. Faltaba tiempo, me decían. Una pena. Era una entrevista grupal con varios medios y me quedé con las ganas de decirle que tal vez este choque de ideas se debía a que su obra era arte, y el arte tiene interpretaciones diferentes dependiendo del sujeto. Su visión es tan correcta como la mía. Y vuestra visión también será tan correcta como la del resto cuando juguéis.

Fue algo que me hizo reflexionar. Veo en torno a este juego dudas sobre rendimiento, control y otras cuestiones que parecen importantes. Sin embargo, acaban siendo nimiedades si nos centramos en su alma. Cuando cogí los mandos y me encendieron la televisión, a los pocos minutos empecé a palpar esa maravillosa sensación que ya tuve con ICO o Shadow of the Colossus. Hay algo en The Last Guardian que se cuela a través de las manos y llega hasta la mente. Una conexión entre desarrolladores, personajes y nosotros. Una conexión entre ese extraño ser llamado Trico y yo.


La magia de UEDA

No oiréis en este texto el nombre del niño al que manejamos. Me cayó mal. Conecté tan poco con él que creo que no pasó ni media hora hasta que mi subconsciente decidió tomar su lugar. ¡Apártate!, escuché desde mis adentros. Creo que, de hecho, es a partir de ese momento cuando empecé de verdad a disfrutar del juego, cuando entendí realmente de qué iba la cosa. Puede ocurrirte a los minutos o a la hora, pero acaba sucediendo.

Fumito Ueda estuvo a la defensiva en la entrevista, temeroso por las preguntas sobre un videojuego que, sin embargo, luce un genial aspecto.
Fumito Ueda estuvo a la defensiva en la entrevista, temeroso por las preguntas sobre un videojuego que, sin embargo, luce un genial aspecto.


Entonces empieza la magia. Tú y tu amigo os vais de aventuras sin importar el destino. En el horizonte, mil y un peligros, un mundo inhóspito a mi parecer (aunque Ueda no lo comparta). Es bello, pero a la misma vez supone el gran obstáculo que se interpone entre nosotros y Trico. Debemos colaborar para superar sus desafíos. Debemos usar el poder de la amistad para no caer en el abismo de su soledad.

No es una forma poética de hablar. Esta demo discurría en un paraje con torres situadas a gran altura, con cuerdas y otros elementos que conectaban caminos sobre el vacío. El diseño es a veces torpe, y en distancias cortas el control frustra. Pero todo se te pasa cuando Trico pone ojitos porque te vas a caer y, en el último segundo, te salva de una muerte segura durante una secuencia cinemática.

The Last Guardian: Naturaleza y Hombre


Es una historia de amor entre naturaleza y hombre

Jugué a esta nueva demo, a la del E3 y a la del reciente Tokyo Game Show. En todas salía este recurso, la de fundir naturaleza con humanidad, un rasgo heredado del autor Hayao Miyazaki. Cuando cité al autor nipón durante la entrevista, Fumito Ueda no opuso crítica. Ya se sabe… quien calla, otorga. Me parece estupendo. Ya dijimos en 3DJuegos que la magia de Miyazaki estaba en el aire. Ueda no ha hecho más que respirarla.

Se han mejorado muchos aspectos desde pasadas demostraciones. El título tiene sus defectos, pero es su alma lo que cuenta.
Se han mejorado muchos aspectos desde pasadas demostraciones. El título tiene sus defectos, pero es su alma lo que cuenta.


El resultado es una historia de amor entre naturaleza y hombre, entre Trico y yo. "Esto no puede acabar bien", piensas mientras juegas. O, al menos, lo intuyes. Existe una tensión invisible, la de que en cualquier momento va a ocurrir algo terrible. O muere ese entrañable bicho o morimos nosotros. La gran pregunta es si se impondrá la realidad, la desdicha o la ñoñez. Por eso, es tan difícil hablar sobre The Last Guardian, porque su grandeza no creo que dependa tanto de sus mecánicas, sino de qué demonios nos quiere decir…

Me diréis que estoy hecho un sentimental. No os falta razón. Pero si por algo me gustan los videojuegos es porque de vez en cuando llegan títulos como este, para darnos un bofetón, que nos lo merecemos. Tantos rollos de "frame-rate", HDR, 4K y estupideces… cuando aún nos encontramos en el paleolítico en cuestiones como la forma en que deben expresarse los videojuegos.

The Last Guardian: Naturaleza y Hombre


He sentido que The Last Guardian me ha hablado, y no estoy loco. Me da igual que su control y diseño no sean los mejores. Valoro mucho más que un videojuego esté hecho con ánimo de crear arte, aunque Ueda me lo rechace en las entrevistas. No me importa nada lo que me digan. No os debería importar lo que os digan. Hay que jugarlo para entenderlo, hay que entenderlo para jugarlo.

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