Así nos habla Elden Ring de cómo somos los seres humanos, ¿salimos bien parados?

Así nos habla Elden Ring de cómo somos los seres humanos, ¿salimos bien parados?
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Sí, Hidetaka Miyazaki siempre hace videojuegos con reyes muy malos y corruptos, pero ese mensaje se matiza en cada uno de sus videojuegos. Dark Souls habla de la paternidad, Dark Souls II de los sueños y el amor, Dark Souls III de la fe y Bloodborne de los peligros del saber, pero, ¿y Elden Ring?

Quién sabe por qué Hidetaka Miyazaki tiene una visión tan funesta del ser humano. Podemos encontrar la respuesta en su amor por el decadente, deprimente y desgarrador Berserk, en esa infancia suya que él siempre afirma que fue durísima, o en una primera etapa de madurez en la que se encontró perdido y sin ilusiones. Eso nunca lo sabremos del todo, pero sí que fue Ico lo que le devolvió las ganas de vivir, de crear y de soñar. En cada uno de sus videojuegos hay un mensaje terrible de miedo, desprecio y odio, pero también una muy sutil forma de convertir esos sentimientos en los personajes más elegantes que hayamos visto. Hidetaka Miyazaki pinta con sangre, lágrimas, frío y oscuridad, transformando la pena en una profunda nostalgia que nos abraza y nos desarma. Este toque tan suyo también está en Elden Ring, pero lo que este juego nos dice de nosotros mismos es sensiblemente diferente. Para abordar esta cuestión, voy a hacerlo a través de sus personajes. Y empezaré, por supuesto, por Ranni.

Todos amamos a Ranni. Como ya sabréis por haber llegado al final su misión completa, la hija de Rennala y Radagon encarceló su alma en una muñeca para huir de su naturaleza de empírea. La bruja obra un papel conmovedor en Elden Ring, pues es alguien capaz de sacrificar su carne a costa de ser libre de los dioses, negando su poder. Se dice que si la Voluntad Mayor te llama, no puedes resistirte a su convocatoria. Es decir, que quien recibe la llamada de un dios vive para siempre preso él. Ranni se negó a vivir bajo esta regla a costa de su propia materia física, ¿serías tú capaz? Las Tierras Intermedias están plagadas de individuos débiles, de seres que se sienten solos e indefensos. Cuando matamos a una lectora de dedos, esta nos llama insensatos por no seguir a ningún dios. Por ello, Elden Ring es, más que nunca, una crítica absoluta al más primario de los miedos: vivir y morir solos, sin nadie que nos guíe. El miedo a vivir por nosotros mismos.

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Es muy interesante quiénes siguen a Ranni: un troll que no es humano y una persona que dice ser Blaidd adoptando un aspecto animal. Los dos la aman precisamente por su voluntad de ser libre. Ranni protagoniza el que para mí es el final bueno del juego. Si la ayudamos podremos romper con la era liderada por el Árbol Áureo e iniciar la era estelar. “¿Y qué es la era estelar”, te preguntarás. Pues es un concepto que encierra una de las ideas centrales de toda la obra de su autor: que en esa decadencia, tristeza y frío con el que él alimenta su paleta de colores, hay belleza. Porque la libertad que Ranni anhela es una en la que se puede estar triste si se desea, en la que se puede tener frío o sufrir, pues eso es ser humano. Sin embargo, la gracia de la Voluntad Dorada nos da siempre, calor, guía, dirección y constante felicidad, pero, ¿es eso la auténtica libertad? No, es una esclavitud disfrazada de comodidad, la que hizo a Máscara Dorada peregrinar en busca de un nuevo camino para la Orden.

Ranni nos explica que ser libre también significa estar triste

Así nos habla Elden Ring de cómo somos los seres humanos, ¿salimos bien parados?

Además de la luna y el agua de Ranni, enfrentados a la luz y al cielo del Árbol Áureo, hay otra figura estética muy potente y que habla de nosotros: la putrefacción roja. ¿Qué es la diosa escarlata? ¿Qué es la maldición que ciega a Malenia, contra la que se enfrenta el espadachín azul o que hace nacer a las hijas de Millicent? ¿Es el mal? No, para nada. La putrefacción roja es lo salvaje que crece, sobrevive y se cuela entre tantos dioses inventados por el hombre. Es caótica, ardiente, pero llena de vida. Por donde ella pasa, los desheredados y marginados prosperan. Miquella, el único ser bueno de todo el juego, la acepta y la acoge en su Árbol Hierático, porque entiende lo que es: la vida salvaje que todos rechazan porque es fea y poco adecuada.

Las personas, en lugar de abrazar la pasión de la vida, nos encerramos a nosotros mismos en la adoración al Señor de la Sangre, a los Tres Dedos y a los Dos, a la Voluntad Mayor, a la luna, a… Y rechazamos a la putrefacción roja. Esta forma de criticar la relación del hombre con la naturaleza se muestra también en los dragones. Estas fantásticas criaturas fueron, junto con los gigantes y los Uhl, los primeros pobladores del mundo. Sin embargo, en lugar de respetarlos y adorarlos, fueron perseguidos y masacrados. Si atendemos al lore de Elden Ring, comprendemos que, una vez fueron diezmados por los seres humanos, estos los buscaron para adorarlos y pedirles perdón. Lansseax, hermana de Fortissax, hasta se convirtió en humana para guiar a los hombres por este camino. Pero la humanidad, en lugar de amarlos, prefirieron darles caza, comerse sus corazones y robar su poder. La comunidad dragontina no es otra cosa que un vil acto de asesinato, de usurpación y de ambiciosa búsqueda de poder desmedido. A día de hoy, esto habla mucho de cómo tratamos nuestro entorno natural. Decimos amarlo, pero lo matamos día tras día, aprovechándonos de él.

Decimos amar nuestro entorno, pero lo matamos día tras día, aprovechándonos de él

Además de la putrefacción roja, Elden Ring introduce otra maldición fascinante: la de los augures. Claramente inspirados por los cuernos que le salen a Ico en el videojuego homónimo, Mohg y Morgott son dos niños pequeños tirados por un pozo y abandonados en las cloacas de Leyndell. Su único pecado es haber nacido con un defecto que ellos no eligieron. ¿Y cuántas veces hacemos justamente eso nosotros? ¿Cuántas veces rechazamos al que no es normativo? No es la primera vez que lo aberrante es, en realidad, bueno en la obra de Miyazaki. ¿Recordáis Bloodborne? ¿Os acordáis de esa decisión que había que tomar sobre si enviar a los supervivientes de Yharnam con Iosefka o a la Capilla Odeón? En un principio nadie quería mandarlo a la capilla porque su anfitrión parecía un monstruo. Es una cuestión sobre la que resulta interesante reflexionar.

No todos los mensajes de Elden Ring son negativos

Caballero de Loretta
Caballero de Loretta

Aunque todo lo que Elden Ring quiere transmitirnos parezca terrible, no es así. Como aprendemos al ver florecer la aeonia de Malenia, hay belleza en lo putrefacto. ¿Quién no ama a Miquella? El hijo pequeño de Radagon y Malenia nació con la maldición de la infancia eterna y con la de ser deseado por todos. Aunque hay un tufillo fuerte a pederastia en todo su lore, ¿verdad, Mohg? Lo que Miquella representa es que la salvación está en la inocencia, en ser puro y en amar. Con Malenia, funda Elphael y crea el Árbol Hierático. Llegar a esta área, y encontrarte con bestias, cristalianos y demás enemigos adorando las estatuas del pequeño, viviendo en paz y armonía, es muy potente porque llegas a este sitio tras unas ochenta horas matándolos sin piedad. ¿Y sabes todas esas cuevas repletas de monstruitos? No eran más que unos hogares que improvisaron para huir de la Devastación y de la lluvia de cascotes que cayeron desde Farum Azula. Y tú has acabado con ellos.

Quizás, en el fondo, no queremos salvarnos ni vivir en paz

Fuera de las fronteras de Elphael solo hay violencia y caos, pero aquí no. Además, no son solo los monstruos los que habitan este sitio, sino que también hay humanos desertores de Leyndell y de Caria protegiendo el lugar, como Loretta. Es decir, la bondad de Miquella ha inspirado a muchos a dejar de adorar a ningún dios y a seguir una idea muy sencilla: la de aceptarnos a todos por igual. ¿Y qué hace el jugador? Pues matarlos a todos, asesinar a Malenia y ser incapaz de rescatar a Miquella de las manos de su captor. Porque, quizás, en el fondo, no queremos salvarnos ni vivir en paz. Somos humanos, somos los malos.

Estos son los mensajes que, en mi opinión, son los más interesantes de cara entender cómo Elden Ring nos ve como civilización, pero los albináuricos, Gideon Ofnir, el Devoradioses, Godwyn, el halcón que Nepheli vio en su juventud, o las alegres damiselas que danzan mientras arden los cadáveres de los nobles, esconden muchos más. Por eso, ahora te toca a ti, ¿qué elemento del juego encierra ese mensaje que a ti, personalmente, te ha calado más hondo?

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