Riot nos muestra cómo funciona su autobattler Teamfight Tactics en dispositivos móviles. Tras probarlo, competir y disfrutar de su profunda propuesta, comentamos qué puntos positivos y negativos tiene en comparación con el juego original de PC
Autobattlers hay muchos en el mercado, pero el de Riot Games es uno de los más interesantes. Conocido como Teamfight Tactics, las reglas de juego siguen siendo las mismas que en todos: contamos con un tablero dividido en cuadrículas en las que disponemos a héroes que elegimos de entre varios que se nos presentan al azar. Pagamos oro por ellos, que también podemos usar para subir de nivel. Si juntamos a varios de la misma clase obtienen ventajas todos los de la misma, y si unimos a tres héroes exactos, estos mejoran sus habilidades y fuerzas. Hay una fase de preparación en la que compramos y realizamos gestiones y otra en la que se pelea, tomando en esta segunda las decisiones de a quién atacar y cómo la propia IA.
Lo que hace especial a Teamfight Tactics es su abultado número de clases y combinaciones presentes entre sí, el uso determinante de objetos cuando la partida va por la mitad, que sus casillas son de un número mayor que otros autobattlers y que, como en League of Legends, tomar una mala decisión al principio de la partida acerca de qué héroe compras, cómo se combinan o cómo los posicionas, se paga muy caro en el tramo medio y final de la acción.
Cada partida se juega en salas de ocho jugadores. Nosotros somos uno de ellos y nuestra misión es ganar uno a uno, poco a poco. Cada victoria le inflige daño en su barra de vida, de forma que al final solo pueda quedar uno en pie. Las partidas, por lo tanto, suelen durar unos cuarenta minutos o incluso un poco más.
TFT se adapta a móviles manteniendo las bases de PC
El port que se ha realizado para llevar el juego a smartphones mantiene esta misma base pero con algún sacrificio técnico y con alternativas táctiles a las viejas formas de manejo. Ya no usamos el ratón para seleccionar, posicionar a nuestras unidades, moverlas o tirarles objetos, sino el dedo. Tampoco contamos con un gran monitor para poder leer bien toda la información que se ofrece en pantalla, sino la relativamente modesta de nuestro smartphone; el móvil tampoco es tan capaz en términos de resolución y potencia. Todas estas cuestiones implican un comprensible empeoramiento en la lectura de la información que se nos da y en la usabilidad del dispositivo.
Resulta mucho más complicado asignar objetos o colocar campeones
Usando nuestra huella dactilar resulta mucho más complicado asignar objetos o colocar bien a nuestros campeones. Al no ver tan claramente quiénes son, también podemos llegar a confundirnos y realizar alguna gestión errónea que pagaremos caro más adelante. Será común que te líes al retirar e incorporar a nuevos personajes a la batalla. En móviles, TFT da más de un tirón brusco en pleno combate y le cuesta tanto como en PC; quizás un poquito más, dar comienzo y preparar la partida. Además, estamos hablando de encuentros que se hacen muy largos al ser jugados en móviles, sobre todo cuando vas perdiendo.
A cambio de la portabilidad, sacrifica usabilidad y legibilidad
Sin embargo, uno acaba acostumbrándose. Al cabo de un par de encuentros, lanzarás el dedo con precaución y conveniente precisión, emplearás la memoria para obtener una información que en PC puede conseguirse de forma más clara y te acostumbrarás a todo salvo a la larga duración de partidas y a lo mucho que tardan en configurarse. En móviles este problema se acusa más por el terminal en el que nos encontramos.
A cambio, obtenemos una de las mejores experiencias de autobattler para jugar tirados en el sofá. Personalmente, otros en smartphone como Chess Rush, Arena AllStars o Might and Magic: Chess Royale se me acaban haciendo aburridos porque apuestan por una sencillez y accesibilidad propia de móvil que acaba desmotivando; pero este no, este es un juego de PC porteado a móviles sacrificando lo justo en lo técnico y en usabilidad, pero no en su propuesta.
Este planteamiento cobra fuerza al saber que el juego cuenta con cross play con los usuarios de PC. Como las batallas no dependen de la habilidad sino de la gestión, no hay problema al compartir dispositivos. Como viene siendo habitual en Riot, todos los micropagos son estéticos, nunca para mejorar o limitar nuestro juego, lo que se agradece.
Desde Riot avisan que, cada seis meses, TFT cambiará trayendo a nuevos héroes y refrescando así su propuesta. También cuenta con clasificación para que puedas encontrar a un rival a tu altura e ir aprendiendo poco a poco.
Un autobattler profundo y exigente, ahora también en móvil
El punto más negativo de este port es tener que dejar de usar el ratón para recurrir a nuestro torpe dedo, también que ese obvio bajón en la calidad de la imagen por el smartphone le quite legibilidad a las acciones. Es por ello que más que considerar este TFT como un juego con valor por sí mismo, lo veo más como un interesante complemento a su versión en PC.
Porque si quieres jugar a ganar y en serio, lo mejor es disfrutar de la versión en compatibles. En el corto tiempo que se nos da para cambiar de ronda y saltar al siguiente combate, el uso del ratón da unos instantes que pueden llegar a marcar la diferencia entre ganar o perder, pero si estás tirado en el sofá y te apetece echarte un autobattler complejo y de calidad, esta es una opción magnífica.
La propuesta acaba de redondearse por la no existencia de micropagos para seguir jugando y unos desafíos que apetece completar y que motivan a usar héroes distintos o combinaciones de personajes diferentes. Me hubiera gustado algún modo de juego más acortado para móviles, pero poco más se le puede pedir a un juego que lo que viene a hacer lo hace bien: ser un port solvente para jugar a TFT tirado en el sofá.