Rogue Legacy 2 es como el primero, pero mejor: mejores gráficos, más ágil y más divertido

Rogue Legacy 2 es como el primero, pero mejor: mejores gráficos, más ágil y más divertido
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Rogue Legacy 2 no reinventa la rueda, no cambia las premisas del original ni lo pretende; ¿para qué hacerlo? El original ya funcionaba muy bien y tenía una idea de base sensacional. Esta secuela lo sabe, por lo que su tarea pasa por revisar los gráficos, ajustar sus clases y jugabilidad, proponer nuevos retos y darle un aspecto más compacto a todo.

De todos los videojuegos de mazmorras procedimentales que han salido al mercado en los últimos diez años, uno de los que más me ha gustado ha sido Rogue Legacy. Le dediqué horas y horas jugando en mi PSVita, y todavía regreso a él para echarme alguna que otra partidita de vez en cuando. El motivo de mi fijación por este título es que logró hacer algo que me parece muy difícil: que el azar y lo aleatorio se celebre. En Rogue Legacy manejamos a todo un linaje de héroes. Primero controlamos al padre y echamos una partida, avanzamos por las distintas salas de un castillo de cuartos de diseño cambiante, hallamos oro, runas y planos de construcción de armas. Si exploramos lo suficiente, llegaremos a un jefe. En caso de que muramos, la siguiente vez que nos internemos en el edificio será con nuestro hijo. La gracia es que este puede que sea vegano, amante de la carne, puede que tenga gigantismo o enanismo, tener un glaucoma, ser profundamente nostálgico, enfermizo o tremendamente fuerte. Esta diversidad, que se hereda por puro azar, hace que cada nueva partida sea diferente, alocada, tontísima, divertidísima y sin dejar de ser nunca tremendamente exigente. Solo otro juego de estas características ha realizado un uso tan divertido del azar: el incontestable The Binding of Isaac.

La esencia del primer Rogue Legacy, de un videojuego que resultó ser muy celebrado por todos los que le echamos el guante, regresa con esta secuela creyéndose mucho más sus puntos fuertes. Cuando volvemos a la vida como un nuevo descendiente, podemos elegir una de entre tres opciones de renacimiento, variando entre clase, condición y conducta, pero siempre sin que eso merme su trepidante ritmo de juego. Cada vez que nos morimos, le heredamos todo nuestro dinero y las habilidades que hemos encontrado a nuestro sucesor, que usará para que nuestro linaje, castillo y súbditos crezca. Esto se traduce en que las primeras partidas se resolverán siempre fatídicamente, creyéndonos torpes e inútiles, pero, cuánto más juguemos, mejor punto de partida tendremos. Estando todo esto más o menos igual que en el original, solo que ajustándose para que la experiencia funcione mejor y dé más gustito echar una última partidita, en lo que sí se ven cambios es el aspecto artístico del juego.

Rogue Legacy 2 es muchísimo más bonito que el original. Seguimos con gráficos en 2D, pero ahora cuentan con un arte que parece dibujado a mano muy simpático. Los monigotes que manejamos son encantadores, y también los enemigos. Ahora hay efectos de rotación, los monstruos se mueven mejor y también muchos elementos del decorado tienen animación. En líneas generales, es cierto que cuesta afirmar que estamos ante una secuela. Esto es más bien un Rogue Legacy 1.5 o el original rehecho, pero lo que he jugado me está gustando mucho. Y digo 'lo que he jugado' porque esta segunda parte no sale de la manera convencional, sino que aparece en acceso anticipado. Todavía hay muchas cosas por hacer, salas por terminar, clases que ajustar y desarrollo que finiquitar, pero el proyecto apunta maneras.

Lo nuevo y lo viejo

La primera impresión al jugar Rogue Legacy 2 es que estamos ante un remake del primero. Y lo cierto es que esa también será la segunda impresión y posiblemente también la tercera. Su ciclo de juego: nacer, visitar la mazmorra, morir y nacer es idéntico. La base de su presentación también lo es, pero ahora se han dejado atrás sus píxeles simplotes para pasarse a la animación 2D dibujada a mano.

Rogue Legacy 2 es como el primero, pero mejor: mejores gráficos, más ágil y más divertido


Rogue Legacy 2 se pasa a la animación 2D dibujada a mano y es, sin duda mucho más bonito que el original.
Rogue Legacy 2 se pasa a la animación 2D dibujada a mano y es, sin duda mucho más bonito que el original.

Este salto le sienta genial al juego; más a sus personajes principales que a sus enemigos, eso sí. Los hijos e hijas que manejamos partida tras partida parecen ahora más atolondrados que nunca. Parten hacia la aventura con la espada en alto y con sus particularidades genéticas mejor representadas. Sin embargo, sí es cierto que el salto al lápiz y los colores nos dejan unos enemigos más genéricos de lo debido, además de con unos ataques excesivamente simples. Esto no se notaba tanto con el píxel, pero el nuevo estilo gráfico ofrece un salto de definición al que los movimientos de nuestros rivales no corresponden.

Es en los escenarios en los que se nota más esa sensación de remake, porque son prácticamente los mismos pero redibujados. Están muy chulos y cuentan con efectos de movimiento, luces y rotaciones que antes no estaban ahí, pero se nota que el juego está en acceso anticipado. Las salas se repiten demasiado, hay callejones con una salida poco interesante o demasiado vacíos. Todo esto se explica en el menú de presentación de Rogue Legacy 2. Desde un diario público se va contando qué va añadiendo Cellar Door Games, modificando y ajustando para finalizar el título. Esta cuestión es una de ellas.

Lo que sí resulta muy interesante es encontrar portales a otras dimensiones. En ellas se nos proponen retos concretos basados en el uso de una habilidad nueva y hereditaria, que obtendremos si pasamos la prueba. A esto se le suma la necesidad de cosechar oro, mucho oro, para transmitirselo a nuestro hijo. Tras morir, nuestro vástago podrá usarlo para crear nuevas clases seleccionables, mejorar el rendimiento de las armaduras, armas e incluso hacer aparecer herreros y otros vendedores. En este sentido, el juego es tremendamente ágil: haz una internada, farmea oro, mata y sigue avanzando, resucita, crea nuevas estructuras en tu castillo para potenciar tus habilidades y vuelve a la pelea.

Los pros y contras del acceso anticipado

Rogue Legacy 2 es como el primero, pero mejor: mejores gráficos, más ágil y más divertido

Jugar a día de hoy a Rogue Legacy 2 es celebrar el reencuentro con lo mejor del original

Es una lástima que Rogue Legacy 2 no haya aparecido directamente como juego completo. Haber nacido a medio hacer y con la promesa de completarse hace que la exploración se resienta, pero no solo ella. Las distintas clases que podemos elegir están descompensadísimas. La mejor es la del bárbaro, con muchísima diferencia; mientras que la del mago o arquero no sirven para demasiado. Un movimiento básico es el de dar un golpe hacia abajo en el aire; sí, como en Shovel Knight o en el DuckTales de Nes. Con él rebotamos, pero no siempre el brinco que conseguimos al hacerlo o la caja de impactos funciona tan bien como quisiéramos.

Jugar a día de hoy a Rogue Legacy 2 es celebrar el reencuentro con lo mejor del original, disfrutar con lo bien redibujado que está todo y lo divertido que es morir y renacer. Sin embargo, todavía le falta la finura que se espera de un juego acabado. Seguiré muy atento a cómo avanza el progreso de esta continuación. Los mimbres ya están colocados y son sólidos, pero ahora hace falta trenzarlos y unirlos con cariño, recortar los flecos y entregar una experiencia sólida a la altura. Y me da que Cellar Door Games tardará varios meses en conseguirlo.

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