GWENT, el juego de cartas de CD Projekt, se sigue actualizando con sus expansiones y probando fórmulas nuevas. En esta ocasión toca el turno al roguelike al más puro estilo Slay the Spire. ¿Qué tal funciona este mutágeno en su estructura original?
Los encargados de GWENT siguen apostando por la diversificación de su fórmula. Después del juego base y la gran apuesta single-player que fue Thronebreaker: The Witcher Tales, el juego de cartas de CD Projekt no ha querido perderse la última moda en el género: la fusión de sus mecánicas con el roguelike y la construcción al vuelo de mazos con eventos aleatorios en un mapa. Es, sin duda, una apuesta poco arriesgada, pues ya hay grandes exponentes del género como Slay the Spire, pero que sigue siendo muy atractiva para muchos jugadores y a la que Gwent podría haber añadido su propia personalidad.
Y, si bien no se puede decir que no la tenga, no dejo de ver en este Rogue Mage un producto algo apresurado, que se conforma con aplicar todo lo que ya había creado a un nuevo tablero, maquillado con algunos retazos de historia, pero no lo suficientes como para crear el mismo empaque que logró, de forma tan lograda, Thronebreaker. Aquí seguimos la historia de Alzur y Lyliana, dos magos que vivieron en el continente cientos de años antes que nuestro famoso brujo Geralt de Rivia. Sin embargo, sus historias están entrelazadas, puesto que en este periodo los monstruos no son un peligro escaso, sino el azote de la humanidad poblando las tierras a sus anchas y obligando a los magos a tomar medidas desesperadas.
Es fácil predecir lo que se está contando aquí, ¿no? El nacimiento de los brujos. La experimentación con los mutágenos de los monstruos que obligará a estos dos magos a ir más allá de la ortodoxia de su orden. El problema es que, después de una introducción que promete expandir más el fascinante mundo creado por Sapkowski, no encontramos tantos momentos narrativos como podíamos esperar (o como hacía el propio Thronebreaker) relegando la experiencia más a sus mecánicas jugables que vernos transportados de nuevo a sus historias de moralidad gris.
Vale, se puede aceptar que aquí el equipo de CD Projekt haya preferido ahondar en las mecánicas de roguelike con esta expansión. El resultado es divertido, aunque quizá esta modalidad no se ajusta tan bien al formato de cartas de GWENT como otros experimentos pasados. Aparte de la versión original online, el formato de partidas tradicionales y de puzle que contenía Thronebreaker, por ejemplo, sacaba mucho partido a las barajas, mientras que el ritmo rápido de las partidas de Rogue Mage y la aleatoriedad que pueden generar algunos mazos hacen que no siempre tengas tantas ganas de volver a comenzar como en otros juegos de corte similar.
No dejo de ver en este Rogue Mage un producto algo apresurado
Creo que esta es la clave: esas ganas de empezar de nuevo. No hay duda que Rogue Mage tiene una presentación muy cuidada, con un tablero tridimensional detallado, un gran compendio de animaciones y efectos para los ataques y hechizos, y un dibujo para las cartas magnífico. Todo lo que no tiene Splay the Spire, ¿verdad? Entonces, ¿por qué es tan fácil engancharse y volver a empezar en la obra de Mega Crit? Porque su ritmo es vertiginoso. Su paso por las mazmorras elimina cualquier elemento superfluo, al igual que las batallas, concentrándose en las sinergias que podemos ir formando a lo largo de la partida. Aquí es donde Rogue Mage creo que languidece. No es capaz de desembarazarse de ciertos elementos del esqueleto tradicional de GWENT para imprimir un nuevo tempo a las partidas.
El juego está dividido en tres campos de juego. El laboratorio, donde podemos configurar un poco nuestros mazos y hechizos, aunque siempre teniendo en cuenta que el mazo inicial nos viene dado de entre un puñado de configuraciones. El campo de batalla, una serie de caminos que se bifurcan y en los que tenemos que avanzar combatiendo contra enemigos y enemigos de élite, pero también donde encontrar runas de poder, tesoros y eventos con decisiones que pueden tener efectos beneficiosos o adversos. Por último, tenemos la partida de cartas en sí, que guarda muchas de las reglas originales de GWENT, como la victoria por número máximo de puntos y las filas, pero tras que varían para adecuarse más a este tipo de partidas y contiendas.
Hay novedades de peso, también, aunque en ocasiones da la sensación de que aplica la regla de "a grandes males, grandes remedios". La inclusión de los poderes mágicos de nuestros magos, que nos ayudarán a salir de situaciones complicadas, es sin duda la protagonista. Podemos crear hechizos con Alzur para potenciar cartas, atacar al rival o crear nuevas cartas en el proceso y Lily reacciona también a estos poderes con sus propios hechizos. Habrá que vigilar bien nuestra barra de maná para que no disminuya demasiado, aunque en las primeras partidas no tendremos tanto problema con los costes. Es un añadido interesante y no hay duda de que puede dar un vuelco a partidas que se pongan en nuestra contra, pero también se antoja a veces un parche para lidiar con el hecho de que comenzamos con una serie de mazos preestablecidos, que podemos ir alterando, sí, pero que quieren evitar complicaciones de base al estudio, haciendo que a veces estos hechizos cobren más protagonista que la propia sinergia en la construcción de cartas.
Todos estos ajustes hacen que las primeras partidas sean demasiado fáciles o demasiado difíciles, pero no siempre con la sensación de libertad y personalización que ofrece el deck builder. Al final, su estructura de Roguelike nos hará ir subiendo de niveles y desbloquear cartas más poderosas para tratar de luchar contra el infame RNG, y no hay duda de que en el proceso nos divertiremos, sobre todo contra algunos jefes que son duros, complicados y espectaculares.
El precio de este Rogue Mage está bastante ajustado a la experiencia que ofrece
Habría sido más fácil engancharse con una historia que acompañara tan bien a esta campaña como la de la reina Meve, pero, con todo, el precio de este Rogue Mage está bastante ajustado a la experiencia que ofrece y, aunque no ha logrado engancharme para seguir jugando y profundizando en él, tampoco se puede negar que es divertido y que se agradece el hecho de que el estudio siga experimentando con todas las fórmulas que permiten sus mecánicas de juego de cartas.