God Eater no salió ni saldrá nunca de Japón, pero su sucesor sí. Probamos God Eater Burst, la versión remasterizada y potenciada de un videojuego que podría definirse a sí mismo como el Monster Hunter apocalíptico de Namco Bandai. Y es que esta vez no se trata sólo de salvar una aldea, sino de librar una batalla contra el mal para salvar a la humanidad.
A día de hoy, nadie puede negar que las cacerías de la serie Monster Hunter no hayan creado escuela. Y la mejor prueba la tenemos hoy con otro videojuego para PSP que apuesta por su misma mecánica de misiones y de cooperación. Su nombre es God Eater, y lo más interesante de todo es que, aún fijándose en los éxitos de su vecino (por cierto, también nipón), logra adquirir identidad propia.
Sólo hay un pequeño problema, y es que es el título nunca saldrá de Japón. Y es una pena, sobre todo teniendo en cuenta que vendió más de medio millón de copias en tan solo unas semanas, además de que obtuvo en la famosa publicación Famitsu la respetable puntuación de 34/40.
Un God Eater potenciado para Occidente
Aunque no todo son malas noticias. Debido al éxito del juego, en Japón se ha decidido realizar una remasterización para intentar amortizar aún más los esfuerzos de producción. Y ahora viene lo mejor: God Eater Burst sí llegará a suelo europeo y norteamericano, con un paquete de mejoras entre las que se incluye una renovada interfaz, gráficos potenciados, más misiones, nuevos enemigos, un mayor equilibrio en la dificultad, más elementos de personalización, nuevas mecánicas jugables y hasta la funcionalidad Ad-Hoc Party para jugar por Internet. Así que no habremos recibido God Eater a tiempo, pero sí una versión mejorada que -es necesario aclararlo- mantiene todas las virtudes del original, incluidos el argumento (apenas modificado) y un esquema de juego tan adictivo como interesante.
God Eater Burst, como su antecesor, basa su historia en la lucha que está manteniendo la humanidad contra unas feroces bestias conocidas como Aragami. Dentro de un escenario apocalíptico donde la supervivencia es lo único que importa, nosotros -como jugadores- nos ponemos del lado de un joven al que, desde el mismo comienzo, daremos nombre y sexo para después personalizarlo con diferentes estilos de peinado, formas de cara, vestimentas o incluso voces entre las que elegir (todas se han aumentado en número con respecto al primer God Eater).
En definitiva, un comienzo muy similar al de cualquier Monster Hunter, sólo que en esta ocasión se aprecia un mayor énfasis por el argumento, más profundo, con más líneas de texto y muchos más personajes. De esto será algo que nos demos cuenta al entrar a formar parte del grupo de los God Eaters, un conjunto de guerreros destinados a salvar al mundo de la destrucción.
Todo a lo largo de más de 100 misiones (también se ha incrementado el número con respecto al original) en las que recurrentemente deberemos aniquilar los monstruos que se nos propongan. Distintos escenarios, límites de tiempo y un máximo de cuatro jugadores simultáneos -tanto humanos como controlados por la CPU-, completan las características de una estructura de juego firmemente apoyada en el concepto de ir progresando desde misiones-tutorial hasta otras mucho más complicadas. Y siempre sin olvidarnos, por supuesto, de aprender, ganar experiencia y evolucionar en nuestro camino.
Un camino que se plantea largo, con muchas horas de juego, donde la acción y la exploración en tercera persona conforman las claves de un título que, aunque similar al caza-monstruos de Capcom, aún tiene mucho que demostrar. Por ejemplo, aquí la ambientación es futurísticamente decadente, los personajes gozan de gran personalidad y, sobre todo, el sistema de batalla presume de una mayor respuesta, versatilidad y rapidez.
Y esa es una gran virtud que marca claramente la diferencia. Los enfrentamientos contra los Aragami son realmente apoteósicos, con combinaciones de golpes tan explosivas como implacables, gracias a nuestro principal arma, la "god machine", que nos proporciona un poder especial para empuñar espadas e incluso pistolas. Pero eso no es todo. La variedad es predominante en la obra, con lo que existen desde las espadas cortas y las largas, hasta todo un arsenal de munición -con multitud de variantes- para acabar con nuestros rivales desde una cómoda distancia.
El apocalíptico Monster Hunter de Namco Bandai
De hecho, uno de los aspectos que más nos ha llamado la atención es el componente táctico que desprende God Eater Burst. Así, mientras que un jugador distrae a un enemigo en el cuerpo a cuerpo, otro puede fusilarle a balazos mediante el sistema de apuntado que incluye el videojuego. Porque no debemos olvidar que el factor más determinante para entender el título reside en que admite cooperativo (tanto por Ad-Hoc Party como local) para hasta cuatro jugadores simultáneos.
En definitiva, otro parecido más que razonable con Monster Hunter. Incluso se ha heredado el sistema de control, con la cruceta para rotar la cámara, el gatillo L para reorientarla hacia el frente, y la importante funcionalidad de invocar el menú de objetos con sólo tocar el botón SELECT. Hasta tenemos un mapa para orientarnos, una puntuación al final de cada misión y variadas recompensas que dependen, muchas veces, de lo bien que lleguemos a explorar cada escenario en busca de items.
Tampoco se libra de aparecer el recibidor (más conocido como "lobby") donde comienzan y acaban cada una de nuestras misiones, nutrido con una serie de NPC que van desde el comerciante -con un gran surtido de objetos, armas y otro equipamiento- hasta una amable señorita que nos informa sobre las nuevas misiones disponibles, divididas todas en varios niveles de dificultad que se van desbloqueando según avanzamos en la aventura.
Una aventura que, no obstante, como ya hemos adelantado, posee alma propia. Y esto ocurre, principalmente, porque God Eater Burst consigue eliminar pequeñas frustraciones presentes en videojuegos similares. Por ejemplo, el ritmo de batalla resulta muy frenético, con combos rápidos que consiguen arrojar satisfacción sobre cada impacto propinado. En segundo término es muy de agradecer que, cuando perdemos la vida, se nos dan unos segundos para que otro compañero nos auxilie, evitando así que tengamos que reaparecer en una parte del mapeado. En tercer lugar, poseemos ataques especiales capaces de conseguir que nuestras armas entren en la conocida como forma "predator", en la cual nuestra espada adquiere vida propia para comerse a los enemigos (de ahí el término "god eater").
En suma, un conjunto de bondades a las que se añade la importancia de las cinemáticas y una narrativa de claro espíritu "anime". Además de frecuentes diálogos (por el momento en japonés), nos encontramos con diseños inspirados en dibujos animados nipones que se complementan por un repertorio de melodías que en ocasiones están hasta interpretadas por Alan Dowa Dolma (cantante de origen chino con popularidad en Japón).
Algo que, en absoluto, resulta negativo para el videojuego, sobre todo si tenemos en cuenta el apartado gráfico que lo recubre. La exquisitez de los modelados, la calidad de las texturas y el carácter abierto de los escenarios, abren las puertas a uno de los títulos más prometedores de PSP para principios de 2011. Un potenciado God Eater con grandes posibilidades para convertirse en el revulsivo que le hace falta a la portátil de Sony de cara al año que viene.