Dambuster se enfrenta a la tarea de revitalizar una licencia que fue fugaz: Homefront. Y lo hace con un mundo abierto semejante a los estándares de hoy día que nos sitúa en la ciudad de Philadelphia, en una distópica ocupación norcoreana en el corazón de los Estados Unidos. ¿Preparado para unirte a la revolución?
Puede que Crytek y después Deep Silver rescataran la licencia de Homefront en aquella famosa subasta de THQ, pero lo cierto es que es bastante irreconocible si miramos atrás, al juego que nos dejó Kaos Studios allá por 2011. Para empezar, Dambuster ha querido replantear este extraño conflicto entre Corea del Norte y Estados Unidos desde cero. Aquí, la ocupación norcoreana no proviene de la ascensión al poder de Kim Jong-un mediante recursos militares y estratégicos, sino que se retrocede cuatro décadas para intentar explicar el ascenso del país oriental a lo largo de la Historia, y cómo Estados Unidos fue cada vez más necesitando los recursos tecnológicos y armamentísticos del país.
Al final, más como un argumento de ciencia-ficción, que implica la desactivación a distancia de las mismas armas que había vendido Corea del Norte a EE.UU., el país consigue una invasión sin precedentes y sin prácticamente resistencia. Todo esto es lo que se cuenta en la introducción, porque Homefront: The Revolution parece después olvidarse de su planteamiento para construir un mundo abierto en el ir construyendo poco a poco nuestra revolución más mediante el cumplimiento de misiones, que mediante avanzar la narrativa. De hecho, si obviamos la introducción y no sabemos muy bien de qué va un Homefront, sería bastante difícil llegar a conocer que lidiamos con una ocupación norcoreana. Sus soldados van uniformados hasta un casco que les priva de toda identidad y por el momento no hemos visto ningún personaje que ahonde en este conflicto que intenta tratar.
Porque Homefront lo que más quiere es centrar todos sus esfuerzos en construir un mundo abierto de los que se estilan hoy día, lleno de llamadas en el mapa y el minimapa con misiones que cumplir y actividades por realizar. La más llamativa sería la de ganarse los corazones y las mentes de la gente, lo cual, a través de una serie de actos como liberar prisioneros, ocupar lugares o sintonizar radios, conseguimos más recursos y personal para nuestra lucha.
La estructura es quizá menos original, recuerda mucho a cómo Ubisoft plantea sus mundos abiertos. Aquí no hay atalayas ni torres de radios, por supuesto, pero una vez conquistemos un edificio, en los que algunas veces será un puzle en sí mismo acceder a ellos, desvelaremos el resto de iconos del mapa con misiones secundarias y actividades por hacer. La misión principal será algo más independiente a todas estas actividades y nos permitirá centrarnos en la historia, pero será importante conseguir mejores recursos gracias a la obtención de estos pisos francos y la realización de misiones secundarias por toda la ciudad de Philadelphia.
Pero probablemente, más que jugar con las misiones y sus objetivos, el punto más divertido de Homefront radica en jugar con las propias armas. A medida que vayamos consiguiendo dinero y recursos podremos realizar modificaciones impactantes en ella, hasta el punto de convertir una simple pistola en un subfusil o una ballesta en un lanzallamas, todas ellas personalizables tanto en accesorios como en apariencia. Conseguir el set apropiado para cada estilo y ocasión es fundamental, y aquí es donde Homefront logra realmente esa libertad que se le escapa en unas misiones con algo menos de carisma.
Homefront lo que más quiere es centrar sus esfuerzos en construir un mundo abierto de los que se estilan hoy día
Es lo que ocurre entre ellas, lo difícil que puede resultar moverse por el mapa, en una zona plagada de enemigos, donde sale a flote más su carisma. Si eliges una aproximación directa te verás obligado a huir con la alarma siempre activada y los enemigos pisándote los talones, mientras que si optas por una actitud más sigilosa, tu paso será lento pero seguro hasta llegar a tu próximo objetivo. Y no hablamos de pequeñas aglomeraciones de enemigos en terrenos amplios y espaciosos como en un Far Cry, por ejemplo, no. Hablamos de calles estrechas y callejones sin salida donde hay que saber cuándo moverse y cuando esperar. Y para ello las armas y accesorios que elijas para ello serán vitales.
Una lástima, sin embargo, que en esta demo la sensación a la hora de disparar algunas de estas armas no termine de conseguir el impacto necesario para un juego tan centrado en su acción. Mientras que la variedad está asegurada y las modificaciones logran cosas tan espectaculares como una escopeta flamígera con alta cadencia, disparar no termina siendo por el momento la acción más precisa ni cómoda que hayamos tenido en el teclado como en el mando en las manos. El "gunplay" deja algo que desear motivando más al jugador a utilizar recursos como el propio sigilo o haciendo uso de algunos de los gadgets que tenemos a nuestra disposición: los molotov para las tropas de infantería, las granadas para los vehículos, los dispositivos de pirateo para drones, torretas y cámaras y algunos tan originales como los coches teledirigidos con bomba.
Frente Civil
Gráficamente Homefront: The Revolution tiene partes más y menos sorprendentes. Su iluminación es una de las mejores cualidades, si bien representar una ciudad sitiada resulta complicado porque hablamos de intentar plasmar un mundo abierto de una ciudad industrial devastada por la guerra y llena de escombros, que no puede beneficiarse tan fácilmente de los escenarios naturales de otros mundos abiertos. También tiene detalles bastante bien conseguidos como los efectos de fuego y el modelado y expresiones faciales de algunos protagonistas, que no sólo están bien representados, sino que interpretan personas con un carácter tanto físico como psicológico muy realista tratándose de una revolución. Aquí no hay héroes.
Nuestro paso por la zona amarilla y la zona roja, los lugares de más seguridad y de más bombardeos respectivamente, nos ha dejado algo fríos. Vemos el tesón y la pasión que están demostrando Dambuster con este juego, cuidando de que toda la ciudad de Philadelphia esté llena de tareas que realizar e incluso ofreciendo una opción cooperativa aparte con doce misiones que se duplicarán gratuitamente durante el año desde el lanzamiento del juego. Hay algo, no obstante, en su fórmula de mundo abierto que tenemos que explorar aún más para hacernos una idea de cuáles son las intenciones del estudio. Por el momento, las misiones jugadas nos han provocado sentimientos encontrados, con mejores resultados cuando podíamos jugar con nuestro arsenal y la personalización de las armas. Sin embargo la inteligencia artificial de los enemigos en esta demo todavía presentaba comportamientos bastante poco realistas a la hora de encarar los combates.
Queda tiempo para que Homefront The Revolution llegue a las tiendas y en ese tiempo pueden cambiar muchas cosas todavía. Los aficionados al mundo abierto verán aquí un videojuego que puede que no invente nada nuevo, puesto que recoge las reglas básicas y modernas del género; pero si logra seguir completando con carisma todas las actividades y misiones secundarias que realizar, ajustar mejor la IA y mejorar la sensación de disparo de unas armas que por otro lado son tan versátiles como divertidas de utilizar, podrían alcanzar quizá no una absoluta revolución, pero sí una gran evolución.