Análisis de Chromehounds

Las tensiones entre los países de la extinta Unión Soviética va en aumento. En un mundo futurista paralelo, en el que los conflictos ya no los resuelven soldados cuerpo a cuerpo, sino a lomos de enormes máquinas, tomaremos el papel de un mercenario que puede desequilibrar el combate. Un mundo persistente para el juego online, enormes posibilidades de personalización y una acción desenfrenada y sin límites son los puntos fuertes de este juego. ¿Estás dispuesto a sumergirte en Chromehounds?

El mundo de los “mech”, robots de tamaño descomunales destinados al combate, ha sido objeto de mucha atención en el mundo de los videojuegos. Los resultados, desde luego, han sido desiguales, y la promesa de un título que tratara esta temática y que hiciera uso de la brutal tecnología de la Next-Gen despertó en los fans inusitadas esperanzas.

Que mejor compañía para ocuparse del desarrollo de un lanzamiento de este tipo que From Software, un experimentado estudio que ya trabajó en la saga multiplataforma del mismo tema, Armored Core; y que debuta en Xbox 360 con este esperado Chromehounds, al que seguirá el prometedor Enchanted Arms.

La jauría de acero
La guerra del futuro se desequilibrará gracias a los “mechs”. Como bien dice Snake en el último trailer de Metal Gear Solid, la guerra ya no es lo que era. La infantería ya no tiene importancia, y los carros blindados se pasean por los campos de batalla con más pena que gloria. Es la era de los Hounds.

Aunque incomprensiblemente el juego se ha enmarcado en un contexto actual, protagonizaremos la encarnizada lucha entre tres países imaginarios contiguos en una especie de realidad paralela a la nuestra, en la que la tecnología bélica se encuentra en un estado muy avanzado, y en el que cualquier país dispone de un poder ofensivo desmesurado. El empleo de los mechs, llamados Hounds a lo largo del juego, es determinante en las batallas, y si bien veremos también tanques e incluso infantería su poderío no estará a la altura. Por otro lado la historia no resulta particularmente interesante, pero supone un entrenamiento y una ayuda a la hora de “cosechar” piezas para personalizar nuestros Hounds. La campaña no pasa de ser rutinaria, y a lo largo de 7 niveles por cada uno de los tipos de mech, ofrece una diversión limitada y ciertamente breve.

Chromehounds nos propone participar en una devastadora guerra futurista, al mando de unas enormes máquinas de guerra metálicas de avanzada tecnología, llamadas "Hounds".

Es en el multijugador donde Chromehounds verdaderamente destapa el tarro de las esencias. Si algo se puede decir de este juego es que es tremendamente inmersivo, y que nos hará sentirnos en el epicentro de un conflicto tecnológicamente futurista. En el modo Neroimus War, el más atractivo, elegiremos el bando en un conflicto a tres bandas en la región del mismo nombre. El objetivo de este modo es el de hacerse con el territorio de la capital de los países contrincantes. Para lograr esta meta dispondremos de un mapa táctico dividido en regiones, desde el cual, y mediante unos iconos dibujados sobre él, podremos observar el desarrollo del conflicto, las zonas que posee cada bando, y escoger en que región podemos participar luchando activamente.

También hay otro estilo de juego para Live, el de las clásicas batallas rápidas, que de forma extraña han sido introducidas en el menú de la campaña multijugador, y que ofrecen el típico entretenimiento rápido de escaramuzas.

El tuning del siglo XXI
Es la personalización uno de los puntos fuertes de Chromehounds. A lo largo de la campaña individual iremos obteniendo piezas para crear nuestro mech, y visitando el garaje podremos disponerlas a nuestro gusto.

La profundidad es enorme y las posibilidades casi infinitas. Dispondremos de un asistente que nos informará de nuestros errores, por ejemplo cuando un arma interfiera con una extremidad, pero por lo demás la libertad será total. Detalles totalmente inútiles como lanzagranadas que apuntan al cielo y hacen caer los proyectiles sobre nosotros, o ametralladoras que apuntan hacia atrás, dan testimonio del altamente satisfactorio nivel de detalle que se ha puesto en este aspecto.

En el modo Live podremos seguir obteniendo accesorios a lo largo de las misiones, y además dispone de una especie de mercado donde comprar lo que necesitamos y deshacernos de lo que nos sobra. Una opción verdaderamente interesante.

La guerra del futuro
En líneas generales la campaña defrauda considerablemente. Desde From Software se había prometido un modo individual serio y trabajado, que estuviera al nivel del multijugador, pero si esa era su verdadera intención han fracasado miserablemente.

Las posibilidades de personalizar nuestro Mech son inmensas, tanto en la campaña a un jugador como en la multijugador sobre Live, en el que podremos acceder a un mercado donde comprar y deshacernos de accesorios a nuestro antojo.

Una historia mal escrita y poco interesante, una parte de personalización totalmente accesoria y una inteligencia artificial limitadísima, dan al traste con las campañas para un solo jugador, que sólo resultan necesarias para la obtención de piezas para Xbox Live.

Y es que a eso ha quedado reducido el modo historia, a un mero entrenamiento para el verdadero punto fuerte del juego, el multiplayer. Potente y profundo como se prometió, nos atrapará en una carrera por mejorar nuestro Hound y contribuir en la campaña para vencer a nuestros enemigos. La decisión de incluir el “Free for All” en el tedioso menú de Neroimus War, y la discutible forma de emplear los perfiles y la recuperación de los mech guardados emborronan ligeramente este, por lo demás, notable apartado.

Los gráficos son excelentes y sacan partido del hardware de la consola. Las texturas de los mechs son sobresalientes, y el efecto de las luces y las sombras sobre ellos están espectacularmente logrados. En líneas generales el apartado de la iluminación es francamente bueno, todos los elementos reaccionan proyectando sombras de gran calidad y de distinta manera si son iluminados por el sol a media mañana, en un atardecer, o si reciben luz de el equipo de focos del propio mech. Los efectos de explosiones, el daño que reciben los Hounds, y el fuego de las armas y el humo son también muy buenos, y nos meterán de lleno en los combates más intensos. Mención especial merecen las impresionantes batallas nocturnas, y los multitudinarios “fregados” multiplayer, donde lo tecnológico más deslumbra.

Sin duda el punto fuerte de Chromehounds es su potente multijugador, tremendamente inmersivo y en el que destaca el modo Neroimus War.

Los mapeados acusan desgraciadamente una cierta despoblación. Apenas encontraremos elementos en pantalla, salvo unos pocos árboles y alguna esporádica edificación, y no todos responden con la misma calidad a la interactuación con ellos. En ocasiones nos sentiremos como Godzilla enfrascado en una batalla con Gamera en una casposa producción de cine japonés de los 50. Algunos edificios se derrumban de forma muy creíble, pero otros en cambio caen como castillos de naipes de cartón piedra de una película de serie Z. Los árboles y tendidos eléctricos por ejemplo cederán a nuestro paso, pero por mucho que disparemos a los primeros no conseguiremos derribarlos con armamento, tan sólo pasándoles por encima. El diseño de los escenarios podría haber sido uno de los puntos fuertes del título, y podría haberle supuesto ganar un gran número de enteros, pero en ocasiones da la impresión de que cualquier usuario con un mínimo de tiempo libre y un buen editor, podría haber realizado un trabajo mucho más atento y detallista.

El sonido no puede pasar del aprobado raspado. Las escasas partituras que amenizan el juego son flojas y repetitivas hasta la saciedad; es posible que a las primeras de cambio acabemos hartos de los temas de los menús, y optemos por hacer la experiencia más llevadera usando nuestra propia música. El sonido de las gigantescas máquinas de guerra es correcto, sus pasos suenan poderosos y sus armas amenazantes, pero no existe una variedad de efectos apropiada para reflejar el gran número de diferentes piezas de las que disponemos, y muchas de ellas sonarán iguales entre si.

Podemos seleccionar entre seis tipos de vehículos, cada uno de los cuales sobresale en un aspecto diferente del combate: rastreador, soldado, francotirador, defensor, artillero y comandante táctico.

En cuanto al trabajo de voces, si bien no ha sido doblado al español, no tiene tampoco una calidad satisfactoria; el escaso número de personajes dotados de voz, y la pobreza de su componente dramático cierran un apartado sonoro en líneas generales muy poco convincente.

Chromehounds no es, por lo tanto, un juego para todos los públicos, y no porque la clasificación PEGI establezca restricciones en la edad de los usuarios, si no porque sólo los aficionados a los mechs disfrutarán al 100% de todo lo que ofrece este juego. Algunos aspectos como la enfermiza capacidad de personalización del Hound, que junto al Live, uno de los pocos aspectos que lo alejan de la mediocridad, sólo podrán ser valorados en su justa medida por fans de la temática. Por si fuera poco, y para limitar aún más el espectro de público al que va dirigido, el título sólo llega a nuestro país con su manual traducido, y tanto las voces cómo los textos están en inglés; de hecho se necesita un conocimiento de cierto nivel para entender algunos tecnicismos y palabras específicas de la temática.

Bueno

Chromehounds

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Chromehounds ofrece exactamente lo que prometía, un entretenimiento apasionante para los aficionados a los mechs, un modo multijugador brillante y espectacular, y una profundísima e inusualmente vasta personalización del robot. Lo desértico de algunos mapeados, una desatendida campaña para un sólo jugador, y algunas deficiencias en lo sonoro y a la hora de conectarse a Xbox Live, sólo achacables a la dejadez de los desarrolladores, empañan lo que podría haber sido un título sobresaliente.

Jugadores:
Idioma:
Duración:

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