Es verdad que el año acaba de empezar, pero ya nos toca hablar sobre los juegazos que están por llegar. 2025 promete traernos montones de RPGs potentes, y ya hemos jugado 10 horas a uno de ellos. Kingdom Come: Deliverance 2 ya está en nuestras manos, y te voy a decir una cosa: si lo que buscas es un RPG realista y duro, pero también muy satisfactorio, harás bien en tenerlo en tu radar.
Un RPG medieval de mundo abierto completamente realista
Volvemos a la Bohemia del año 1403. Kingdom Come: Deliverance 2 se plantea como una secuela directa del original. Seguimos en los zapatos de Henry, de Skalice, quien se embarca en una misión de paz con Hans Capón para buscar apoyos en el conflicto armado contra el rey Segismundo. La cosa, como no podía ser de otra manera, no tardará en torcerse gracias a una misteriosa emboscada, dejando a Henry y Hans con un objetivo casi imposible de cumplir y montones de enemigos y conspiraciones políticas ocultos en las sombras.
Lo que diferencia a la ahora saga Kingdom Come es que Warhorse Studios ha optado por una ambientación 100% histórica. Olvídate de hechizos, dragones y seres de fantasía, tanto en Deliverance 1 como en su secuela están basados en los hechos reales ocurridos en la Europa del siglo XV. Es un título mucho más sobrio que, digamos, Baldur's Gate 3, pero eso no significa que sea aburrido o falto de sabor.
Continuismo mecánico, pero también pulido
Ahora bien, ¿cómo funciona Kingdom Come: Deliverance 2 como secuela? Exactamente como uno podría esperarse: de manera continuista. Si jugaste al primer título, sabes exactamente lo que puedes esperarte de él. Tienes un mundo abierto en primera persona que opta por el realismo tanto para su ambientación como para sus mecánicas. Es un RPG con los pies completamente en la tierra, y eso te hará prestar atención a elementos que en otros juegos ni te imaginarías que están ahí.
Mantiene el sistema de combate del primer título
Una de las señas de identidad el primer título es su sistema de combate. Lejos de machacar botones para asestar golpes rápidamente y ganar en una carrera de DPS, Kingdom Come (y, por ende, su secuela) te piden que controles la dirección de cada golpe. Todos sus encuentros son una especie de baile de espadas en el que tienes que tener en cuenta no solo los combos que puedes hacer combinando direcciones, sino también los ataques a bloquear de tus rivales y sus contraataques.
Está claro que es un sistema de ritmo lento, pero el resultado deja clara la importancia de todas y cada una de las peleas: un paso en falso puede ser el último y tienes que tomarte todos y cada uno de tus movimientos muy en serio. Por suerte, vas a poder tener un amplio arsenal de armas que utilizar a tu favor, aunque para ello vas a necesitar aprender a utilizarlo.
La manera en la que funcionan las habilidades y niveles de Kingdom Come es la más lógica de todas: aprendes y mejoras practicando. ¿Quieres ser un maestro de las ganzúas? Más te vale forzar muchos cerrojos. ¿Utilizar mazas? Necesitas experiencia en combate con ellas. ¿Mejorar tus dotes de supervivencia? ¡Embárcate en aventuras! No es el primer RPG que usa este sistema, pero eso no significa que sea menos efectivo, y la realidad es esta: el crecimiento de Henry se siente muy orgánico.
Realismo exigente, pero no injusto
Esta rigidez realista no solo está presente en el combate y las habilidades, sino también en todos los otros sistemas del título. Si quieres hacer una poción necesitas recoger tus propias hierbas, sí, pero también acercarte a una mesa de alquimia, calentar el agua, moler tus propios ingredientes... Hay un sinfín de ejemplos como estos: necesitas mantener tu propio equipo, lavarte para no estar cubierto de roña y sangre, y hasta tener en cuenta que los habitantes de Bohemia no te van a hablar si lo primero que haces es acercarte a ellos con la espada desenvainada.
No tengo nada en contra de los mundos abiertos que se plantean como parques de atracciones para los jugadores, pero es evidente que esta fórmula tiene un atractivo singular. Los mapas del juego no se sienten hechos para que tú, como jugador, los recorras, sino para ser zonas donde viven personas, ocurren sucesos y hay reglas que seguir a rajatabla. El sistema de reputación del título se encarga de que sopeses si merece la pena romper la ley para sacar beneficio a riesgo de que te pillen, ¡y ojo porque los bohemos no tienen ni que verte cometiendo un crimen para darse cuenta de que has sido tú. Al fin y al cabo, eres un forastero en estas tierras, y van a desconfiar de ti a la primera señal de que ocurre algo turbio.
Un título para aquellos que quieren aventuras densas
Como puedes ir sospechando, Kingdom Come: Deliverance 2 es un juego duro y complejo, pero no diría que antepone su estatus de "juego hardcore" por encima de la diversión del jugador, sino todo lo contrario. Estamos ante un título para aquellos que quieren sumergirse en una aventura densa y exigente, y sabe cómo recompensar y sentirse extremadamente satisfactorio una vez consigues coger las riendas y domar esta bestia. Eso sí, tienes que ser un perfil de jugador muy concreto para que los desafíos de este RPG no te devoren sin piedad: el que no solo no se achanta ante las dificultades, sino que disfruta de profundizar en y aprender a reconocer tantos los recursos como los obstáculos que tiene ante sí.
Montones de contenido en Bohemia
Ahora bien, de nada sirve construir una compleja relación entre elementos y sistemas sin tener cantidad y variedad de contenido para aprovecharlos, y este es otro de los aspectos donde brilla el título. La región de Bohemia rezuma contenido en distintas formas. Vamos a tener eventos aleatorios mientras transitemos sus caminos, montones de NPC con extensos diálogos que nos van a dar misiones secundarias, minijuegos y, evidentemente, una campaña que los creadores del título han afirmado que durará unas 50-60 horas.
En mis paseos por la región de Trosky me he encontrado un poco de todo: desde misiones más serias que tratan de secuestros y asesinatos hasta riñas entre pueblos. Incluso me topé con un hombre que me confundió con el mismísimo Diablo y me pidió, de manera muy educada, que le otorgase suerte para... ganar en un juego de dados. Este mundo apunta a tener una gran variedad de historias que contar a todos aquellos que queramos peinar cada centímetro de sus mapas.
Además, vas a tener varias maneras de afrontar y resolver estas cuestiones. Puedes evitar combates con diálogos, aprovechar los sistemas del título para llevar a cabo sus objetivos, y hasta desbloquear diferentes finales para las misiones que se te presentan. Es en este aspecto, además de en el manejo de inventario y estadísticas, donde se nota que estamos ante un RPG con todas sus letras.
Como puedes ver, el espíritu de Kingdom Come: Deliverance está intacto en su secuela, pero el paso de los años se hace notar a nivel técnico. Warhorse Studios consigue empujar a su límite conocido el CryEngine en esta secuela que llega casi una década después del original. Los paisajes bohemos han sido recreados con todo lujo de detalle, y la densidad de elementos en todos sus escenarios (ya sean bosques, planicies o interiores) hace que sea fácil venderte la fantasía de estar perdiéndote por parajes del siglo XV.
Exigente en PC, pero con facilidades para ganar FPS
En 2025, una de las grandes preocupaciones de todos los que jugamos a títulos punteros es, desde luego, su rendimiento. Mis horas con el juego las he pasado usando la versión de PC, y sí, es tan exigente como decían sus requisitos, pero también ofrece mucho margen en sus opciones gráficas. Mi equipo cuenta con un procesador Ryzen 7 5800X3D, una tarjeta gráfica RX 7900 GRE y 32 GB de RAM DDR4 a 3.200 MT/s. Con estas especificaciones, he podido jugar en 4K a 60 FPS con una mezcla de FSR en modo calidad y opciones medio-altas.
¿Qué significa esto? Que sí, es un título que va a poner contra las cuerdas incluso a algunas de las tarjetas gráficas más potentes del mercado, pero que también te da suficientes herramientas como para que puedas ajustar su rendimiento sin perder una cantidad abismal de detalle.
El juego me ha sorprendido en Steam Deck
Por otro lado, he podido probar el juego en mi Steam Deck OLED, y me ha sorprendido el buen rendimiento que se puede conseguir en la máquina de Valve. Utilizando un TDP de 15W, todas las opciones gráficas en bajo y FSR en modo rendimiento, he llegado a superar los 60 FPS en el mundo abierto, aunque con algunos bajones.
Sé que no suena impresionante, pero hay que tener en cuenta que la máquina de Valve empieza a dejarnos claro que no está hecha para sacarle todo el jugo a los títulos más actuales. Warhorse todavía no se ha pronunciado sobre la compatibilidad que tiene el título con esta portátil, pero en mi experiencia ha sido más que jugable.
Está claro que solo 10 horas no bastan para ver todo lo que un videojuego de esta magnitud tiene para ofrecer, pero sí para hacernos una idea de lo que plantea, y me está gustando. Es una secuela tremendamente continuista, sí, pero que ha sabido pulir varias de sus asperezas en los 8 años que han pasado desde que se lanzó la primera aventura de Henry de Skalice. Tiene todas las papeletas para convertirse en el primer gran RPG de 2025, pero ahora queda una duda pendiente de resolver: ¿puede aguantar el tipo, mantener sus estándares de calidad y sentirse fresco durante varias decenas de horas más?
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