La raza de Ahri, Nami y Rakan siempre fue un misterio… y ahora es clave para el futuro de League of Legends

La raza de Ahri, Nami y Rakan siempre fue un misterio… y ahora es clave para el futuro de League of Legends

Mitad humanos, mitad bestias, pero realmente otra cosa distinta. Así es la raza que esconde los secretos más antiguos de Runaterra.

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Ahri league of legends
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Bárbara Gimeno

Editor

El universo de League of Legends me resulta fascinante. Es increíble cómo a partir de un juego se ha podido crear un lore tan extenso y tan completo. Día tras día sigo descubriendo cosas nuevas que me hacen quererlo todavía un poquito más. Runaterra es enorme, hay muchísimos campeones y es posible que alguno de vosotros se los sepa todos pero, ¿conocéis sus orígenes? ¿sabes de dónde provienen tus campeones favoritos? En el tremendo universo de Runaterra, miles de razas conviven intentando hacernos ver cuál es la más fuerte.

Y hay que decir que pocas razas generan tanta fascinación —y confusión— como los Vastaya. No son humanos. Tampoco son bestias. Habitan en un limbo entre la carne y el espíritu, entre el mito y la realidad. Mitad animales, mitad personas, pero en esencia, otra cosa totalmente distinta. Los Vastaya no son solo una raza más. Son, quizá, la manifestación más pura de un poder ancestral que Runaterra todavía no conoce del todo: la magia viva.

¿Quiénes son realmente? ¿Cuál es su origen? ¿Y por qué parecen estar en el centro de un equilibrio que el resto del mundo ignora, pero que podría ser decisivo para su supervivencia?

Una herencia que trasciende lo físico

Los Vastaya descienden de los Vastayashai’rei, una raza mística que vivía en profunda armonía con la esencia mágica de Runaterra. No eran simples animales inteligentes, sino seres espirituales conectados con la naturaleza y la magia de tal manera que parecían ser uno. Según los fragmentos de lore que podemos encontrar por ahí, los Vastayashai’rei se cruzaron con humanos en algún momento del pasado dando lugar a los Vastaya, una mezcla en principio biológica pero también cultural y espiritual. De ese cruce surgieron posteriormente linajes (o razas per se) tan variados como los Lhotlan (Nami), los Shimon (Wukong), o los Vastaya Oovi-Kat (Ahri).

Cada una de estas subrazas presenta una fusión distinta entre lo humano y lo animal, pero todas comparten algo muy importante, una sensibilidad mágica única, casi intuitiva, que los conecta con los hilos invisibles que atraviesan Runaterra. Mientras que los humanos deben estudiar la magia, los Vastaya la sienten en lo más profundo de su ser.

Nami league of legends

Durante años, los Vastaya fueron percibidos de forma un tanto superficial por parte de la comunidad, que se fijaba únicamente en su estética, relacionada con esa mezcla entre lo humano y lo animal, como en el caso de Ahri, considerada  como una campeona diseñadas más para vender skins que para aportar profundidad al lore. Pero bajo esa lectura simplista se esconde un diseño mucho más cuidado y un lore muy rico detrás. Riot ha ido construyendo con ellos una mitología particular donde lo animal no es un disfraz, sino una herencia espiritual. Los Vastaya no son humanos disfrazados de animales sino que son la viva imagen de la fusión entre lo humano y lo mágico.

Esa dimensión los coloca en una posición única dentro del equilibrio de Runaterra, ya que su propia existencia es tanto un testimonio como una advertencia: cuando la magia y la vida natural coexisten, el mundo está en armonía, pero cuando ese equilibrio se rompe —cuando la magia se convierte en un producto o se corrompe—, los Vastaya se dan cuenta antes que nadie.

Símbolos del equilibrio mágico

Una de las cosas más interesantes del lore de esta raza es que cada Vastaya jugable, cada campeón de este tipo, tiene una relación distinta con el poder mágico.

Ahri, con su transformación, digamos, incompleta y su necesidad de emociones humanas, representa el conflicto entre lo espiritual y lo carnal. Su historia es un reflejo de ese mestizaje, de la pérdida de raíces y del deseo de recuperar una identidad totalmente fragmentada. Nami, por su parte, lleva el peso de una misión ancestral, la de recuperar una piedra solar que mantiene el ciclo del océano. Su pueblo, los Marai, vive en función de ese equilibrio, actuando como guardianes de una fuerza que no dominan, pero que respetan profundamente.

Rakan y Xayah, como pareja rebelde, muestran otra faceta, en este caso la de la lucha política. Su causa es más bien existencial, luchan para proteger a su pueblo de la extinción cultural a manos de los humanos y su tecnología. Quieren llegar a ver un mundo donde la magia salvaje no tenga que esconderse. Y Wukong, aunque con un tono más ligero que el resto de los campeones, representa una especie de renovación. Él es un aprendiz, alguien que busca su lugar dentro de una tradición perdida, pero que aún mantiene esa pequeña chispa del legado vastaya.

Wukong league of legends

Juntos, estos personajes no es que cuenten una historia unificada, pero sí que nos enseñan un mosaico de temas que tienen mucho en común: identidad, legado, conexión espiritual con el mundo y resistencia frente a la colonización (mágica, tecnológica, cultural, la que sea). En definitiva, que es un lore que va mucho más allá de tener unas orejas puntiagudas o nueve colas.

Un mundo que no escucha

Una de las tensiones más evidentes en el mundo de League of Legends es cómo diferentes regiones tratan la magia. En Targon, se venera, en Ionia, se respeta y en Noxus se explota. En Piltover y Zaun, podríamos decir que se instrumentaliza. No se si os habréis dado cuenta pero los Vastaya son los únicos que no intentan controlar la magia, sino vivir con ella.

Como os podéis imaginar, esto los convierte en objetivos frecuentes de discriminación. Sus tierras son invadidas, sus rituales ancestrales ignorados (o incluso, robados) y su forma de vida es vista como primitiva. En ese sentido, hay una lectura poscolonial muy interesante que no está de más hacer: los Vastaya no son solo "seres mágicos", sino que representan un conocimiento ancestral que ha quedado eclipsado y desplazado por la arrogancia del progreso humano. Y aquí es donde su papel se vuelve crucial.

Los Vastaya son los únicos que no intentan controlar la magia, sino vivir con ella. Como os podéis imaginar, esto los convierte en objetivos frecuentes de discriminación

Si algo ha demostrado Runaterra es que cuando la magia se desequilibra, el mundo entero sufre. Lo vimos con la Ruina, con el ascenso de Aatrox o con los experimentos en Zaun. La pregunta es: ¿quién queda para recordar cómo vivir con magia sin destruirla? La respuesta podría ser, efectivamente, los Vastaya.

Si los humanos olvidan cómo coexistir con la magia, los Vastaya son un recordatorio andante. Y quizás por eso están siendo arrinconados: porque representan algo que el mundo moderno no quiere escuchar.

Un potencial narrativo aún sin explotar

Riot ha abierto muchas puertas con los Vastaya, pero también ha dejado muchas historias a medio contar. Aún no hay una narrativa principal en la que los Vastaya sean protagonistas a gran escala, no es que haya eventos que los coloquen en el centro del conflicto, pero todos los elementos están ahí: un pueblo fragmentado, una herencia olvidada y una amenaza inminente que solo ellos pueden entender. ¿Y si el próximo gran cataclismo de Runaterra solo pudiera ser detenido por quienes aún recuerdan cómo hablar con la magia?

Quizás el mayor misterio de los Vastaya no sea quiénes son, sino por qué aún están aquí. En un mundo que ha intentado ignorarlos, expulsarlos o absorberlos, siguen cantando sus canciones, bailando en los bosques y nadando entre corales con secretos antiguos bajo el brazo. No se aferran al poder, pero tampoco lo ceden. Son los latidos silvestres de un planeta que aún respira. Y cuando Runaterra necesite recordar quién fue antes de volverse una máquina de guerra y ambición… ellos estarán allí, como siempre han estado.

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