Han pasado 13 años desde que conocimos Routine. Al fin, se ha estrenado en PC y Xbox Series
Lo hemos visto en el cine y lo hemos sufrido también en los videojuegos. El monstruo que aparece de la nada y te lleva al borde de un infarto. Así es relativamente fácil asustar a cualquiera. Lo difícil, claro, es meter miedo sin recurrir a los jumpscare; conseguir crear un ambiente tan hostil que el mero hecho de abrir una compuerta te ponga de los nervios. Esto es algo que solo los más grandes del terror consiguen. Y te garantizo que Routine puede presumir de haber hecho algo parecido. Porque sí, hay un par de momentos en los que recurre al 'susto fácil', pero en realidad no lo necesita. Hacía tiempo que no me enfrentaba a un survival horror como este, capaz de ponerte de los nervios con la simple imagen de un pasillo a oscuras. Claro, lo terrorífico está justo ahí, en las sombras; tras todas esas luces tintineantes; tras todos esos sonidos inquietantes que no te dejan respirar tranquilo. Y eso que en su mayoría no tienen nada de sobrenatural; son simples máquinas haciendo lo suyo.
Ya desde el mismo día de su presentación, hace nada menos que 13 años, Routine demostró ser un alumno aventajado en el arte de emular la opresiva atmósfera de la saga Alien. El resultado es uno de los escenarios de ciencia ficción ochentera más auténticos y aterradores que recuerdo. Cada sala por la que te mueves, cada lúgubre pasillo por el que avanzas lentamente, se ha diseñado con una obsesiva atención por los detalles para que todo luzca lo más auténtico y creíble posible. No hay espacios que se repitan ni escenarios que sobren. Todos tienen una pequeña historia que contar, ninguna buena por cierto, y además para hacerlo aún más realista, ni tan siquiera tenemos menús o botones de acceso rápido para interactuar con el entorno que nos rodea. Hay que hacerlo físicamente, pulsando botones y trasteando ordenadores; recogiendo documentos y tomando buena nota de lo que escuchamos en las cintas de cassette repartidas por la estación lunar en la que tiene lugar la acción de Routine. ¿Y sabes qué? Siempre estás expuesto a la muerte.
La acción nunca se detiene, ni tan siquiera cuando pulsas Pausa, así que la sensación de peligro es brutal y constante. Por eso decía que Routine no necesita de un monstruo aterrador para hacerte sentir incómodo. Lo que no significa que no lo tenga.
Lo mejor (y lo no tan bueno) de Routine
Está claro que Routine es uno de esos juegos que entran por los ojos con ese estilo tan Alien, tan ochentero, hasta el punto de usar un filtro de imagen que emula precisamente el estilo de todas esas películas de ciencia ficción que nos aterrorizaron en el pasado. Pero que hasta ahora solo haya hablado de su puesta en escena no significa que no tenga también virtudes como juego. En la línea de la saga Amnesia, o por cercanía en el tiempo, de Alien Isolation, hablamos de una de esas aventuras de terror en las que estás prácticamente indefenso ante cualquier amenaza. No hay armas, por mucho que en las fotos y vídeos veáis al protagonista, un ingeniero espacial, portando una. En realidad se trata de una herramienta que, en mi opinión, a nivel de diseño nada tiene que envidiar a otros gadgets míticos como el detector de movimiento de la saga Alien.
Lo más llamativo es que, como ocurre con los ordenadores, tienes que pulsar 'físicamente' los botones del H.A.C. para activar sus diversas funciones, entre las que se incluye 'conectarse' a la red para, entre otras cosas, guardar la partida o ver tu lista de tareas. Hasta ese punto el juego es realista huyendo de cualquier elemento que te saque de la experiencia. Su principal función, sin embargo, es ayudarte a ver mejor en la oscuridad; aunque confieso que más allá de lo estético, poca utilidad le he visto al respecto. También tiene una función de 'disparo', por así decirlo, que permite repeler a algunos de los peligros que acechan en las sombras… a costa eso sí de agotar más rápido su batería. Y más adelante encontrarás módulos adicionales, que por supuesto tienes que activar manualmente cada vez que vayas a usarlos, con nuevas opciones como la visión infrarroja.
Volviendo al juego en sí, antes mencionaba Alien Isolation porque es imposible no pensar en él cuando empiezas la partida. A fin de cuentas la premisa es la misma: estás solo ante el peligro en una estación espacial abandonada de la que debes escapar no luchando, sino huyendo, ocultando tus pasos a la par que resuelves puzles. La diferencia está sobre todo en el ritmo de la acción. Routine es un juego extremadamente lento. Avanzas muy despacio incluso cuando corres; con el 'hándicap' de que nadie te dice a dónde ir ni qué hacer. Reconozco que me encanta esa sensación de estar pedido y actuar como un detective en busca de pistas, pero el juego no siempre se explica bien y esto puede provocar que pases más tiempo del deseado deambulando de aquí para allá por una serie de niveles más enrevesados que los del citado juego de Alien.
Insisto en ello porque esto puede provocar cierta frustración. Ya desde el primer puzle, Routine deja claro que es un título que juega con sus propias reglas. La respuesta a este rompecabezas es tan obvia y a la vez tan inesperada que cuesta no sonreír y maldecir a partes iguales. Así que el reto no es tanto por la dificultad de los puzles, que alguno hay bastante interesante, como sí por entender qué diablos se supone que tienes que hacer. A esto súmale, claro, la presencia de un enemigo mortal.
El monstruo en las sombras
Creo que uno de los grandes aciertos de Routine es que es bastante contenido en lo que ofrece. Es un survival horror que dura lo que tiene que durar, unas 6 / 8 horas, sin abarcar más de lo que puede gestionar (más tras un desarrollo accidentado con varios reinicios), y siempre buscando la forma de sorprenderte con algo diferente. Es verdad que no siempre explota al máximo algunas de las ideas que pone sobre la mesa y que la historia ciertamente está lejos de ser memorable, pero tiene una puesta en escena tan poderosa y juega tan bien con el misterio, que al final es imposible no querer seguir adelante.
He leído algunas quejas sobre la presencia del monstruo, en este caso autómatas que han perdido el control, porque se abusa de ello y ralentizan tus progresos, pero diría que es todo lo contrario. Claro que hay momentos de correr y esconderse, pero son puntuales, y el propio juego es lo suficientemente inteligente como para saber cuándo darte un respiro para que resuelvas los puzles sin excesiva presión. El problema más bien es que por el propio diseño del juego, vas a terminar dando muchas vueltas por un mismo escenario, lo que al final te tendrá atrapado con estos seres mecánicos más tiempo del que te gustaría.
Además hay un problema extra con su inteligencia artificial, pues a diferencia de Alien Isolation u otros juegos más recientes como el muy recomendable Amnesia The Bunker, aquí lo de salir corriendo sin mirar atrás es una táctica perfectamente válida. A veces basta incluso con correr un poco y esconderse bajo una mesa, aunque sea a la vista del monstruo, que sorprendentemente, no hará nada para sacarte de ahí.
Hablando de esconderse, tampoco es que Routine vaya sobrado de opciones. No hay armarios ni escondrijos a los que recurrir, más allá de alguna mesa, ni tampoco recursos para distraer a los enemigos; ya sea con bengalas o simplemente lanzando objetos. En este sentido es un juego bastante simple, aunque para la experiencia que propone, tampoco es que le haga mucha falta. Obviamente habría estado genial tener algo más para no sentir que simplemente tienes que esperar un rato tras una esquina, o directamente correr hacia una zona segura, pero como se centra principalmente en los puzles, no notas tanto su ausencia.
Al final, a pesar de su espectacular puesta en escena con Unreal Engine 5, Routine no deja de ser un survival horror humilde. ¡Espectacular!, sí, pero también muy consciente de sus limitaciones. Acierta en su apuesta por la calidad por encima de la cantidad, logrando que cada uno de sus capítulos se sientan únicos. Es verdad que la historia se siente desaprovechada (queda lejos de la excelencia de SOMA), como algunos de los módulos de tu H.A.C., pero también es verdad que el juego consigue mantenerte en tensión hasta el mismísimo final. Y esto no es algo que logre cualquiera.
Un espectáculo de terror ochentero
Routine es uno de esos juegos de terror que te pueden enamorar por su increíble ambientación, pero también es fácil que acabes algo frustrado o incluso que no lo disfrutes lo suficiente por su propio diseño. Muy centrado en los puzles, y sin apenas pistas que marquen tu camino, a veces el mayor enemigo no es el monstruo que acecha en las sombras, sino la incertidumbre por no saber qué hacer. Y aquí, el juego tiene parte de culpa por no explicarse lo suficientemente bien. Pero incluso así, he disfrutado mucho de este viaje de pesadilla, cuya mayor virtud es hacerte sentir en peligro de principio a fin.
- A nivel de ambientación es un espectáculo. El diseño de escenarios y el sonido son pura SciFi ochentera
- Es un juego de terror que sabe cómo mantenerte en tensión todo el rato...
- … pero tu enemigo no es muy listo y la táctica de correr sin mirar atrás es perfectamente válida.
- Es un survival horror sin armas y centrado en los puzles, pero no siempre explica bien lo que debes hacer.
- El H.A.C. es una herramienta genial. Lástima que no se exploten todas sus virtudes.
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