Editoriales como Kadokawa y Kodansha tienen las miras puestas en el exterior
Hay toda una generación que ha crecido enamorada del manga y el anime, pero el sueño de trabajar en la industria parecía imposible fuera de Japón. Desde su nacimiento, estos mundos de fantasía han estado anclados al talento y la idiosincrasia nipona, creando referentes tan potentes como Dragon Ball, One Piece o Naruto, que han inspirado a creadores en todo el planeta.
Lo que empezaba como un hobby de nicho se ha convertido en una industria global, y con ello llegan expectativas de producción que están desbordando a la propia industria. Este año declaraban en Netflix que al menos un 50% de su base de usuarios veía anime. Una auténtica barbaridad que les ha animado a doblar la apuesta por el formato. Contenido que fuera de Japón antes requería de plataformas muy específica o de la piratería ahora está a dos clicks de distancia en la plataforma de streaming más popular del mundo.
Audiencia global
Más allá de la enorme demanda está la realidad japonesa. La crisis de natalidad está dificultando encontrar nuevos jóvenes talentos, pero es que incluso aunque los hubiera, no está asegurado que quisieran trabajar en ello. A la vez que el arte se democratiza, dependiendo cada vez menos de grandes editoriales para crear, el deseo de entrar en la industria para jóvenes japoneses es menor de lo que era históricamente. No ayuda al sueño de ser mangaka décadas de vender una narrativa alrededor del artista sufridor y de malas condiciones laborales.
Es por eso que en los últimos tiempos la industria del manga y el anime está haciendo algo impensable: abrirse al exterior. Este año Netflix lanzó Leviathan, la adaptación de un universo literario steampunk que tenía equipo japonés pero director francés. En agosto, la editorial Kadokawa iniciaba un concurso llamado 'Wordless World Manga Contest'. Su formato consistía en la inscripción de trabajos únicamente basados en narrativa visual y sin diálogos, y tenía el principal objetivo de captar el interés de artistas independientemente de su procedencia.
Van tan en serio con esta búsqueda que están empezando estrategias de reclutamiento más focalizadas, desde Japan Times se hacían eco de la experiencia de Ayane Chiba, editora de la editorial Kodansha asignada a Barcelona cuyo propósito es específicamente encontrar talento español.
El por qué es curioso. Los japoneses están convencidos de que hay un hueco en el mercado español que no se está aprovechando, ya que el talento norteamericano está principalmente dedicado a los superhéroes mientras que el resto del talento europeo está centrado en el mercado franco-belga."Muchos artistas españoles crecieron con manga y anime, así que conocen bien el estilo japonés", declaraba Chiba al medio.
Esto ha llevado al descubrimiento de artistas como Konata o Juan Albarrán, que sinergizan su talento con el guion de escritores japoneses, dando así mangas que buscan alcanzar los altos estándares que demandan los lectores a la vez que ofrecer un estilo refrescante y único. Los frutos de estas colaboraciones han dado los mangas Matagi Gunner y Meaheim, el primero habiéndose ya ganado el respaldo en España de Norma Editorial, y el segundo creando gran expectación en Japón. Esta primera generación de nuevos artistas es solo el principio de una industria japonesa que busca renovarse y adaptarse a su nueva situación, con una audiencia que sigue creciendo y es cada día más global.
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