Me habían dicho que era uno de los mejores animes del año, no me habían dicho que me iba a tener horas destrozado y pensado sobre la crueldad de los niños
Llevo tanto tiempo oyendo hablar de que Takopi's Original Sin es uno de los mejores animes del año que ya no encontraba excusas para no verlo. Y buscaba excusas, porque como ya advierte mi compi Raquel Cervantes, es un anime duro. Disfraza bajo su simpática fachada una auténtica patada en las tripas. Yo pensaba que este año, después de la maravillosa Look Back, ya nada iba a hacerme daño. Qué error. Porque al final, cuando conseguí dejar de llorar, me quedé dándole vueltas a una idea que me removió por dentro: ¿por qué los niños son tan crueles?
Takopi's Original Sin es un anime de 2025 que, bajo la apariencia de una historia ligera sobre un pulpo extraterrestre que quiere repartir felicidad, se convierte en un retrato desgarrador del maltrato infantil y de la crueldad entre niños. A través de la inocencia de Takopi y su incapacidad para comprender por qué Shizuka sufre acoso escolar y violencia en casa, la serie muestra lo absurdo y doloroso de estas dinámicas, recordándonos que la verdadera solución no está en inventos mágicos, sino en la empatía, el acompañamiento y el compromiso de los adultos. ¿De qué le sirve un gorrocóptero a la niña más triste del mundo?
Conviene aclararlo desde el principio: yo no soy psicólogo. Lo que comparto aquí nace de la curiosidad y del interés que este tema me despierta desde hace años, de lecturas, conversaciones y reflexiones que he ido acumulando. Pero también de una certeza: ante la menor sospecha de que un niño esté sufriendo maltrato o acoso, es fundamental recurrir a profesionales preparados para manejar estas situaciones. Ni la improvisación ni el silencio ayudan; lo que sí puede marcar la diferencia es la intervención temprana y especializada.
La crueldad infantil y el espejo de Takopi's Original Sin
La crueldad suele definirse como la acción intencional de causar daño, físico o psicológico, a otra persona. En la infancia adquiere un matiz particular: no hablamos de adultos con una visión consolidada del mundo y una experiencia vital que respalde anímicamente sufrir este tipo de comportamiento, sino de niños que todavía aprenden a relacionarse con los demás. Para la psicología, se trata de un comportamiento aprendido, vinculado a la falta de empatía y muy condicionado por el entorno. Un niño no nace cruel, pero puede descubrir pronto que humillar o agredir le proporciona poder, atención o incluso una manera de liberar su propio malestar.
Entre los factores más repetidos encontramos la exposición a entornos violentos, la presión del grupo de iguales y las dinámicas familiares que normalizan la agresividad. En la escuela, ese pequeño laboratorio social, la búsqueda de estatus hace que algunos niños descarguen su frustración sobre otros más vulnerables. El ejemplo más evidente es el acoso escolar. En España, según la Fundación ANAR y el Ministerio de Educación, un 12,3 % de estudiantes lo sufre, una cifra que ha aumentado en los últimos años. Insultos, aislamiento, motes hirientes, humillaciones, maltrato físico o amenazas forman parte del día a día de miles de alumnos.
La era digital ha multiplicado estas formas de violencia: un 14,2 % de los casos ya incluye ciberacoso. Se difunden rumores, se manipulan imágenes e incluso se usan herramientas de inteligencia artificial para generar vídeos falsos. Las víctimas cargan con las consecuencias: ansiedad, depresión, problemas de autoestima e incluso pensamientos suicidas. Y, aunque menos visible, también hay consecuencias para los agresores: la normalización de la violencia puede arrastrarse hasta la edad adulta en forma de conductas antisociales. Lejos de ser un juego de niños, el bullying es un problema de salud pública y emocional que requiere atención inmediata por parte de familias, escuelas y sociedad.
El anime como espejo incómodo
En este contexto, algunas obras de ficción funcionan como espejos que nos obligan a mirar de frente esta realidad. Ese es el caso de Takopi's Original Sin, un anime estrenado en 2025 y basado en el manga de Taizan5. La premisa parece inocente: Takopi, un pulpo extraterrestre que llega desde el Planeta Feliz, trae consigo "artilugios de la felicidad" con los que quiere repartir alegría en la Tierra. Sin embargo, al conocer a Shizuka, una niña víctima de acoso escolar y violencia familiar, descubre que su misión es imposible.
La mirada inocente de Takopi resalta lo absurdo de la crueldad infantil. Incapaz de comprender por qué los compañeros de Shizuka la desprecian, se topa con un muro invisible: el dolor emocional y la soledad no se solucionan con inventos mágicos. Cada fracaso de Takopi pone de relieve que lo que realmente puede salvar a un niño es la empatía, el acompañamiento y la presencia de adultos responsables. Lástima que aquí no tengamos nada de eso. El desenlace, trágico y conmovedor, subraya el mensaje: lo que cura no son soluciones fantásticas, sino la capacidad humana de escuchar y de estar ahí cuando alguien lo necesita.
Takopi's Original Sin se suma a una larga lista de obras que han explorado la crueldad infantil. Los cuentos clásicos ya hablaban de exclusión y sufrimiento: El patito feo u Orejas de mariposa son claros ejemplos. En el anime, títulos como A Silent Voice, por ejemplo, aborda el bullying desde la perspectiva del agresor y su posible redención. Estas historias no son simples ficciones. Funcionan como herramientas educativas, capaces de despertar conversaciones que de otro modo tal vez resultarían incómodas. En ese sentido, Takopi's Original Sin se encuentra en el límite, porque es realmente incómoda de ver en muchos momentos. Al identificarse con personajes que sufren o agreden, niños y adultos pueden reflexionar sobre las dinámicas que normalizan la crueldad.
¿Por qué los niños pueden ser crueles?
Responder a esta pregunta exige reconocer que la crueldad se aprende. Los niños reproducen lo que ven a su alrededor: dinámicas familiares, sociales y culturales que validan la burla o la agresión. En su mundo reducido, las diferencias se convierten en blanco fácil. Pero la otra cara de la moneda también existe: pueden aprender empatía, respeto y compasión si se les guía en esa dirección. Por eso, hablar de crueldad infantil no es solo describir un problema, sino también recordar la responsabilidad de los adultos. Estar atentos a las señales, intervenir a tiempo y fomentar espacios donde los niños se sientan seguros es la verdadera clave.
En Takopi's Original Sin la idea de que la crueldad se aprende y no es innata queda retratada con una crudeza difícil de ignorar. Los niños que rodean a Shizuka no nacieron siendo acosadores, pero han crecido en un entorno que normaliza la violencia, el rechazo y la indiferencia. El caso más evidente es el de Marina, su compañera de clase que lidera las burlas y humillaciones. Su actitud no surge de la nada: detrás de esa fachada de "niña cruel" hay un contexto familiar desestructurado que convierte la agresión en una forma de afirmarse, de proyectar hacia fuera su propio dolor. Así, lo que parece un simple capricho infantil es en realidad la repetición de patrones aprendidos en casa. En realidad, hay mucho más, pero ese es un secreto y no os quiero estropear las sorpresas que guarda la serie.
En Takopi, la única criatura que parece incapaz de comprender por qué alguien haría daño a otra persona es, precisamente, un alienígena. Eso ya dice mucho de nuestro mundo. Takopi encarna esa mirada ingenua que muchos desearíamos que los niños conservaran siempre, pero la serie demuestra que, en cuanto entran en contacto con entornos hostiles, esa inocencia se erosiona. Las consecuencias del mundo adulto pesan de forma brutal en los protagonistas. Shizuka sufre en carne propia la violencia de su madre, una figura incapaz de darle amor y apoyo, y el abandono de su padre. La ausencia de protección en casa se amplifica en la escuela, donde nadie detiene el acoso que vive a diario. ahí están los profesores, completamente ciegos a una situación que resulta evidente para todos los niños del centro escolar. Las heridas de los adultos, frustraciones, traumas no resueltos, dinámicas de poder, sus malas decisiones, recaen directamente sobre los niños, que no tienen herramientas emocionales que les permitan relativizar, defenderse emocionalmente o superar esos escollos vitales. Cada episodio es un recordatorio de cómo las grietas del mundo adulto se transmiten a la infancia como un eco devastador: no recuerdo ningún anime que acumule tanta cantidad de trauma por episodio.
La serie no trata solo de ver a una niña sufrir acoso o a un alienígena fracasar en su misión de repartir felicidad. Es la forma en que, uno tras otro, los personajes infantiles cargan con responsabilidades, dolores y decisiones que les superan. La genialidad de este anime recae en su enfoque, desde una presentación genuinamente kawaii no expone todos los grises de estas complejas dinámicas entre los personajes, porque ni todos los niños son tan buenos, ni los que son malos lo son sin una motivación comprensible. Ese es, quizás, el mensaje más incómodo pero también el más necesario de la serie.
Al final, Takopi's Original Sin no es tanto una serie sobre ciencia ficción como una metáfora sobre la infancia herida. Su valor reside en incomodarnos, en resultar difícil de ver, en obligarnos a sentir y en recordarnos que lo que más duele a un niño que se siente solo es la ausencia de apoyo humano. Quizá por eso este anime ha despertado tantas emociones entre el público. Nos hace llorar, sí, pero también nos invita a reflexionar. Y en esa mezcla de lágrimas y pensamiento crítico se encuentra su mayor fortaleza. Si algo deja claro la historia de Takopi y Shizuka es que la mejor arma contra la crueldad infantil no viene de otro planeta. Puedes ver Takopi's Original en Crunchyroll. Consejo: coje antes pañuelos y traga saliva.
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