¿Está Nintendo Switch preparada para afrontar la nueva generación de consolas?

Hablaremos sobre la potencia de la portátil y de sus opciones de recibir apoyo futuro.

Nintendo Switch se encuentra en un buen estado de salud. Con más de 30 millones de consolas vendidas en sus escasos dos años de vida, el sistema híbrido de la compañía nipona ya se ha convertido en su consola más exitosa desde el lanzamiento de la famosa Nintendo Wii. Parte de culpa de este triunfo lo tiene un mayor apoyo de terceras empresas, adaptando sus producciones al sístema híbrido aunque en más de un lanzamiento haya que esperar un tiempo largo adicional frente a otras plataformas.

Esto es debido a varios factores. Uno de ellos los vemos en el hardware de la portátil, donde la mayor parte del protagonismo lo acapara el chip Tegra X1 de Nvidia, un procesador diseñado para dispositivos móviles que coloca a Nintendo Switch como la consola menos potente de la actual generación. Sin embargo, esto no ha sido excusa para dejar de recibir grandes producciones. El ejemplo más reciente lo tenemos en el port del premiado Hellblade de Ninja Theory, con un aspecto muy notable.

El trabajo de esta celebrada adaptación corrió a cargo del equipo de QLOC, y consistió más en el uso inteligente de los limitados recursos de la consola que en el de un mero recorte en el apartado gráfico, que es especialmente importante en este título dado su protagonismo dentro de la narrativa del juego protagonizado por Senua.

Recortes en la distancia de visionado, o en el nivel de detalle de los escenarios, acompañan junto a la menor resolución a otras técnicas que mantienen el aspecto general del título, como la utilización de partículas adicionales (niebla, efectos de luz y similares) en las zonas con más modificaciones, o el uso de videos prerrenderizados para las secuencias del título. No es la primera vez que se utiliza este tipo de técnicas para realizar una adaptación a esta consola. Casos como Doom o Wolfenstein 2 sufrieron importantes cambios en la calidad de las texturas para no desbordar los 4GB compartidos de memoria y mantener un rendimiento aceptable.

Todos estos cambios hacen posible disfrutar de estos títulos en la portátil de Nintendo, pero con las primeras noticias oficiales sobre las especificaciones de algunas de las consolas de la próxima generación como PS5 y la sombra de su lanzamiento puesta sobre el próximo año, no es descabellado preguntarse por el estado de salud de la consola para afrontar los ports provenientes del nuevo ciclo generacional.

Para esclarecer esto es necesario profundizar más en las especificaciones de la consola, concretamente en el ya mencionado chip Tegra X1 de Nvidia que da vida al sistema. Se trata del mismo procesador que podemos encontrar en otros dispositivos como el Nvidia Shield TV con una ligera modificación para reducir su consumo y temperaturas. El procesador cuenta con cuatro núcleos ARM A57 y otros cuatro núcleos de apoyo A53 menos potentes, pero más eficientes. El chip cuenta con una gráfica integrada basada en la arquitectura Maxwell de 256 núcleos CUDA, una construción ya algo longeva pero que cuenta con soporte para las principales librerías y repositorios. En conjunto, el chip aporta una potencia estimada de 1 teraflop, muy alejados de los 4.2 de la actual PlayStation 4 Pro y los 6 teraflops de XBox One X.

Pero no todo es negativo para las especificaciones internas de la consola. La consola se desenvuelve bien en los principales motores gráficos del mercado, cómo es el caso del engine desarrollado por Epic Games, Unreal Engine 4, que es uno de los más extendidos del panorama actual, usado tanto en títulos de Nintendo (Yoshi's Crafted World) como en obras de compañías externas, tomando como muestra el famoso Fornite de la propia Epic. Aunque no libra a los desarrolladores de tener que adaptarse a la potencia más limitada de la consola y volcar más trabajo en la optimización y adaptación a su arquitectura RISC frente al x86 usado por la competencia hoy día.

También cuenta a su favor los rumores sobre la retrocompatibilidad o pseudo-generación que viviremos en los próximos años, donde PS5 ya ha anunciado su retrocompatibilidad y Microsoft habla de un ecosistema Xbox intergeneracional. Todo esto favorece la continuidad en la aparición de superproducciones en el futuro para la consola de Nintendo ya que se mantendrán los mismos estándares para el desarrollo de futuros títulos a corto-medio plazo.

Por último, siempre existe la posibilidad de una consola intergeneracional de la mano de la propia Nintendo. Existen rumores de una revisión de la consola usando el chip Tegra X2 desde poco después de su lanzamiento y no es descabellado pensar que Nintendo pueda aprovechar este chip más avanzado para un dispositivo futuro. Este movimiento no es nuevo dentro de la compañía y ha surtido con éxito para alargar la vida útil tanto de la actual consola de Sony como la de Microsoft.

Sea como fuere, la relevancia de Nintendo Switch en el futuro del mercado de producciones de gran presupuesto depende principalmente de la capacidad de la consola de captar público, ya que su hardware, aunque limitado, aún puede ofrecer con la optimización y el trabajo de adaptación adecuado, versiones de los videojuegos más punteros tan dignas como el de los dispositivos más potentes.