Han pasado más de dos décadas desde el estreno de PlayStation 2, el segundo sistema de sobremesa de Sony y, en estos momentos, la consola más vendida de la historia. Sin embargo, aunque se ideó como sucesora de la PlayStation original y el único objetivo de la firma nipona era que se utilizase como plataforma de ocio, su potencia y sus posibilidades convirtieron al dispositivo en un quebradero de cabeza para el gobierno japonés.
Como cuentan nuestros compañeros de Xataka en un reciente reportaje, las posibilidades del “Emotion Engine” (el chip de PlayStation 2) pusieron en alerta al gobierno por su increíble capacidad para procesar imágenes en tres dimensiones. Así, se pusieron manos a la obra para evitar su uso con fines militares, como por ejemplo con un sistema de guiado de misiles, y ordenaron al ministerio de comercio tomar una decisión sin precedentes: elaborar un permiso de exportación especial para sacar las consolas de Japón. Sin embargo, ni siquiera con esas medidas pudieron evitar que Estados Unidos crease un superordenador o que Irak, en aquellos momentos con Sadam Huseín al frente, intentase sacar partido.
Veto a varios países y superordenadores con 70 PlayStation 2 que fueron un fracaso
Después de muchas negociaciones, Sony alcanzó un acuerdo con el gobierno para comercializar la consola fuera de Japón. No obstante, esta negociación incluía el veto a Libia, Irán, Irak y Corea del Norte, cuatro regiones que los dirigentes de Japón consideraban potencialmente peligrosas. Aún así, Irak consiguió comprar 4.000 consolas para fines que se desconocen, apuntando algunos medios de la época a un posible plan de Sadam Huseín para “conquistar el mundo utilizando la PS2”. De hecho, medios como WND publicaron que “combinando 12 o 15 consolas se tendría suficiente potencia como para controlar un UAV iraquí”.
A la postre, quién buscó sacar partido a las posibilidades del sistema fue el gobierno de Estados Unidos. En uno de sus múltiples experimentos, una delegación especializada creó un superordenador combinando entre 60 y 70 consolas PlayStation 2. Para su desgracia, y después de invertir cerca de 50.000 dólares, este proyecto resultó un auténtico fiasco, una situación diametralmente opuesta a lo que pasó con el superordenador compuesto por más de 1.700 PlayStation 3. Así, aunque temían que el sistema se usase con fines militares por su potencia y posibilidades, la mayoría de las más de 155 millones de unidades vendidas se utilizó para lo que fueron ideadas: jugar.
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