Se puede seguir la evolución de la saga Skywalker desde El Retorno del Jedi a El Ascenso de Skywalker solo estando atento a un peinado
De vez en cuando me dedico a revisar los libros de arte de las películas de Star Wars. Y es que me fascinan la gran cantidad de diseños alucinantes que se quedaron en el papel y nunca llegaron a la pantalla. Cada uno de esos bocetos es como una realidad paralela de la saga, un universo visual que pudo ser, pero que quedó atrapado en los archivos de Lucasfilm. Una de esas historias que nunca llegaron a los cines es la de los diseños originales de Anakin Skywalker, el gran protagonista de las precuelas. Lo curioso es que su aspecto no nació en los 2000, sino que tiene raíces en los primeros años 80, cuando George Lucas y su equipo trabajaban en El Retorno del Jedi.
Aquel material, que en su día no encajó, se convirtió décadas después en inspiración para Kylo Ren (Ben Solo), el villano de la trilogía de secuelas. Porque, como tu padre con los tornillos sueltos, en Lucasfilm nunca se tira nada que pueda servir para más adelante. Los artistas de la saga llevan décadas construyendo un archivo visual que crece, muta y se recicla con cada nueva trilogía. Detrás de cada sable de luz o cada capa negra hay un legado estético que se remonta al legendario maestro Ralph McQuarrie, el visionario diseñador que dio forma al universo visual de George Lucas.
La continuidad del diseño de los Skywalker
La coherencia visual de la saga Star Wars es uno de sus mayores logros. Paradójicamente, esa coherencia no surge de una planificación estricta, sino de un ciclo continuo de descartes y reciclajes. Lo que se desecha en una película puede encontrar su lugar en otra, a veces décadas después. A través del rastro del concept art y los diseños de producción es posible seguir la evolución estética de una misma familia narrativa: los Skywalker.
Doug Chiang, Iain McCaig, Rick Carter o Christian Alzmann son algunos de los nombres que han trabajado en esa genealogía visual. Cada uno aportó su visión de un personaje que debía transitar desde la inocencia hasta la corrupción. El diseño de Anakin Skywalker debía cubrir su evolución completa: de joven esclavo en La amenaza fantasma, a Padawan impulsivo en El ataque de los clones, y finalmente a caballero Jedi roto por el poder y el miedo en La venganza de los Sith. Todo ese viaje requería no solo buenos guiones o interpretaciones, sino una iconografía capaz de reflejar en su aspecto físico la tragedia interior del personaje.
Ralph McQuarrie y la semilla del reciclaje visual
Ralph McQuarrie fue el primer arquitecto de este imaginario galáctico. Sus pinturas conceptuales definieron la atmósfera de Star Wars antes de que se rodara una sola escena. De sus pinceles salieron los primeros esbozos de Darth Vader, C-3PO o R2-D2, y su estilo marcó el estándar visual de la saga. Sin embargo, muchas de sus ideas no se usaron en las películas originales. Quedaron archivadas, esperando su momento.
Esa reserva de ideas se convirtió en el banco genético del universo Star Wars. Cuando Lucasfilm inició las precuelas, los diseñadores revisaron cientos de bocetos de McQuarrie y los reinterpretaron para personajes nuevos. De esa práctica surgieron las primeras bases del aspecto de Obi-Wan y, más tarde, de Anakin. En ese sentido, Star Wars ha funcionado siempre como un ecosistema creativo que se alimenta de sí mismo. Lo que se guarda en un cajón puede convertirse en el corazón visual de la siguiente generación de películas.
De Luke descartado a Anakin reimaginado
Durante la producción de El Retorno del Jedi, Lucas y su equipo exploraron variantes radicales del aspecto de Luke Skywalker. Algunos de esos diseños descartados incluían trajes oscuros, capuchas o expresiones más sombrías, pensadas para reflejar la tentación del Lado Oscuro. En concreto llama la atención un diseño en el que Luke lleva el peli largo recogido en una coleta de inspiración samurai. Décadas después, cuando George Lucas volvió al tablero con las precuelas, parte de ese material sirvió como punto de partida para el joven Anakin.
Doug Chiang e Iain McCaig reinterpretaron esas ideas en clave trágica. El objetivo era que Anakin encarnara visualmente la herencia de su hijo: un héroe con la sombra del mal siempre a sus espaldas. Pero no fue un camino fácil. En La amenaza fantasma, el diseño del joven esclavo interpretado por Jake Lloyd fue sencillo: ropa sencilla, colores terrosos, cabello desordenado. En cambio, con la versión adolescente y adulta, las cosas se complicaron. El personaje debía evolucionar de aprendiz entusiasta a guerrero obsesionado, y esa transición debía ser visible en su rostro, su mirada y hasta en su peinado.
Propuestas radicales
En los libros de arte y materiales detrás de las cámaras de La venganza de los Sith hay propuestas que parecen sacadas de otra galaxia. Uno de ellos es el que os mencionaba antes de Luke, que pasó a ser la idea original para un joven Obi-Wan Kenobi. La idea volvió a descartarse y a valorar algo más tarde para Anakin. Tampoco cuajó, pero diseños muy similares pueden encontrarse ahora en algunos secundarios de la serie de animación Clone Wars. Algunas versiones mostraban a Anakin con un aspecto radicalmente distinto al que conocemos, como el que nos lo presenta como una cresta de inspiración mohicana, rapado por los lados y con una coleta en la parte superior. George Lucas lo vio y sentenció: "Es demasiado". Hayden Christensen tampoco estaba cómodo con aquel corte. Finalmente, el actor lució una media melena que equilibraba la juventud y el conflicto interno del personaje.
Pero los diseños más inquietantes no eran solo capilares. Uno de los descartados mostraba a Anakin con los ojos amarillos del Sith y envuelto en la capa del Conde Dooku, el mismo al que acaba de matar. Esa versión del personaje, casi fantasmal, exudaba orgullo y maldad sin remordimientos. En lugar del Anakin que en la película se pregunta "¿Qué he hecho?", estas ilustraciones mostraban a un asesino satisfecho, un Darth Vader prematuro que disfrutaba del poder. Lucas y su equipo decidieron dar marcha atrás: un Anakin demasiado malvado habría hecho imposible su redención en El retorno del Jedi.
El eco hasta Kylo Ren
Esa colección de ideas descartadas no se perdió. Décadas después, parte de esa estética (las líneas agresivas, el color negro, la capa y el aspecto arrogante y nobiliario) resurgió en el diseño de Kylo Ren. La actitud de Ben Solo hereda elementos de aquellas versiones no utilizadas de Anakin. La genealogía visual de la familia Skywalker se cierra así en un círculo perfecto: lo que empezó como un boceto rechazado en los 80 para Luke encontró su eco en las películas de 2015.
En el fondo, Star Wars siempre ha sido una conversación entre pasado y futuro. Sus diseñadores, de McQuarrie a Alzmann, trabajan con una especie de arqueología visual: rescatar fragmentos, reinterpretarlos y darles nueva vida. La estética punk y la oscuridad operática de Kylo Ren son descendientes directos de los experimentos visuales que un día definieron a Anakin. Si hablamos d ela saga Skywalker no podemos dejar fuera a Rey, por mucho qu ele pese a algunos fans, ya que en los diseños descartados para la versión mucho más oscura y siniestra de su trilogía, la película que por aquel entonces se titulaba Duel of the Fates, podemos ver a Rey con diseños que recuerdan al aspecto de Luke en El Retorno del Jedi. Todo Rima.
Seguir el rastro de los bocetos y diseños de producción permite entender Star Wars no solo como una historia sobre el bien y el mal, sino como una evolución artística constante. Cada cambio de actor, cada decisión de guion, las modas o avances tecnológicos dejan su huella en la forma que toman los personajes. Anakin fue concebido en muchos momentos como un héroe trágico, otras veces como un joven violento, incluso como una figura casi punk. Todas esas versiones coexistieron antes de que la cámara rodara una sola escena.
Y de esa mezcla de visiones surge la riqueza estética de la saga. El diseño de producción de Star Wars funciona como un archivo viviente, una especie de ADN visual que sigue mutando. Los bocetos de McQuarrie, los descartes de El Retorno del Jedi y las reinterpretaciones de Chiang o McCaig forman una cadena creativa que atraviesa generaciones. Como dice Luker: "Nunca nadie se va del todo". Ni los héroes, ni los villanos, ni siquiera los peinados imposibles de Anakin Skywalker.
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