Los microdramas abrazan las tendencias de consumo de nuestro tiempo
La industria cinematográfica está pasando por una etapa compleja. El streaming gana terreno y las opciones de entretenimiento audiovisual en la palma de nuestra mano no hacen más que crecer. Llevamos años de taquillas renqueantes y los cines haciendo lo posible por sobrevivir. Fuera de los megaestrenos, el espectador medio cada vez se siente menos motivado para acudir a las salas.
El resultado lo estamos notando ya en la mismísima meca del cine. Hollywood lleva una racha francamente mala. Se reporta que en los últimos dos años se han perdido 42.000 empleos, y eso incluye trabajos tanto técnicos como creativos. Operadores de cámara, animadores, guionistas… Los despidos suponen una caída de más del 20% del sector, creando una tasa de desempleo que supera la media nacional estadounidense.
Los factores son varios. En parte son los cambios de tendencia mencionados, y en parte es un cambio de filosofía logístico que está ocurriendo con el que era el escenario más icónico del séptimo arte. Los platós se están vaciando y dejando espacio para producciones televisivas y de streaming, más baratas. Al mismo tiempo, los rodajes de cine están viendo un éxodo. En algunos casos nacional, a estados como Georgia que tienen mayores beneficios fiscales, pero en muchos otros casos se van incluso fuera del país, bien a Canadá o a Europa.
Abrazando la fórmula TikTok
Mientras, el alcance de las plataformas sociales crece a pasos agigantados. Este año Youtube se cimentaba como el entretenimiento principal en el salón para muchos usuarios por encima de la televisión o de cualquier plataforma de streaming. Lo de TikTok es una batalla completamente distinta. La app no es solo un tremendo éxito, con una base de 159.000 millones de usuarios en datos de 2025, su fórmula de vídeo de corto formato se ha implantado en el resto de plataformas y en el día a día de los usuarios.
Si no puedes con ellos, únete. Es lo que debió de pensar alguien en China en algún momento a principios de la presente década. Fue entonces cuando nacieron los llamados microdramas. Una industria que en menos de un lustro ha alcanzado cifras descomunales, con las últimas estimaciones hablando de ingresos de 7.000 millones de dólares, una potente producción local y plataformas como DramaBox o ReelShort alzándose como principales actores del mercado.
La fórmula es tan inverosímil como infalible. Estos dramas combinan la capacidad de enganche de una telenovela con la inmediatez de un vídeo de TikTok. La interfaz es la misma que ha enganchado a usuarios en todo el mundo, con un formato de vídeo vertical y episodios que se suceden con la facilidad de un scroll. Estos episodios duran de media entre uno y dos minutos, las tramas no tienen un segundo que perder, y sus giros y sorpresas ocurren a una frecuencia insólita. Fuera de aplicaciones móviles, estas apps se han expandido en interfaces de escritorio o en canales en redes sociales que acumulan clips con millones de visualizaciones.
Hasta ahora, el precio a pagar parecía ser bajar los estándades de la ficción. El formato se ha asociado desde el principio con sus bajos costes, interpretaciones huecas y guiones que dejaban mucho que desear. Esto es algo que desde la industria quieren cambiar. El enorme éxito viene de la mano de una mayor profesionalización, con mayores presupuestos (que aun así son irrisorios comparados con el de un largometraje) y con historias que buscan seducir con IPs conocidas, cerrando acuerdos por ejemplo con Tomato Novel, un equivalente chino a Wattpad.
¿Y cómo de potentes son estos microdramas? Tan potentes que se estima que superen incluso la recaudación de la taquilla china. Con una industria cada vez más sólida y que no da señales de aminorar, es solo cuestión de tiempo que acabe calando en el resto del mundo. De hecho, la adaptación a otros países ya está comenzando, y estamos viendo una creciente internacionalización de las producciones. En estos momentos, Estados Unidos ya es el segundo mercado más potente del mundo con beneficios de 819 millones de dólares en 2024, y América Latina ha empezado también una fuerte apuesta por el formato.
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