Lo mismo tienes hasta un pisapapeles pero, ¿sabes a quién representan las estatuas más espectaculares de El Señor de los Anillos? Pues depende de la peli o del libro
El otro día estaba quitando el polvo a las bibliotecas y, al llegar a las estanterías que tengo dedicadas a la obra de Tolkien, me tocó pasar la mopa a mi sujetalibros de los Argonath. Y aclaro: cada vez que veo estas figuritas me transporto directamente al estreno de La Comunidad del Anillo en cines, a ese momento absolutamente espectacular en el que la Compañía entra en Gondor y cruza esa puerta simbólica que marca la frontera del Reino de los Hombres en la Tierra Media. Y claro, también a la lectura de El Señor de los Anillos cuando era un chaval. El caso es que, de los dos héroes representados en estas estatuas, me acordaba del nombre de uno… pero ¿y el otro? Cosas de la edad. No hay mal que por bien no venga, en cualquier caso, porque de ahí salió la idea de este artículo: ¿sabes realmente quiénes son los Argonath?
Los Argonath: la puerta de piedra al Reino de Gondor
Los Argonath, también conocidos como los Pilares de los Reyes o la Puerta de los Reyes, son uno de los monumentos más imponentes jamás descritos por J.R.R. Tolkien. Se alzan a ambos lados del río Anduin, en su entrada norte al lago Nen Hithoel, y marcan lo que durante siglos fue la frontera septentrional del reino de Gondor. Dos colosales figuras de piedra, erosionadas por el paso del tiempo, observan en silencio a quienes navegan entre ellas.
Cada estatua representa a un rey númenóreano, coronado y con yelmo, con un arma en la mano derecha y la izquierda alzada en gesto de advertencia. No es una pose casual: los Argonath no estaban pensados solo como homenaje, sino como una clara señal de poder y disuasión frente a los enemigos del sur.
¿A quién representan realmente las estatuas?
Aquí es donde empiezan las confusiones, especialmente para quienes conocen antes las películas que los libros. En el texto original de Tolkien, los Argonath representan a Isildur y Anárion, los dos hijos de Elendil y fundadores del reino de Gondor tras la caída de Númenor. Isildur es el nombre que casi todo el mundo recuerda. Es el rey que cortó el Anillo Único del dedo de Sauron usando la espada rota de su padre, Narsil, y el mismo que, incapaz de resistirse a su tentación, se negó a destruirlo en el Monte del Destino. Anárion, en cambio, suele quedar en un segundo plano, pese a haber sido una figura clave en la defensa de Gondor y en la Guerra de la Última Alianza. En las películas de Peter Jackson, sin embargo, Anárion desaparece por completo. En su lugar, las estatuas representan a Isildur y Elendil, el padre de ambos. Una decisión creativa que simplifica el árbol genealógico para el gran público, pero que altera el significado original del monumento.
Isildur: héroe trágico y legado maldito
Isildur fue el hijo mayor de Elendil y un dúnedain de linaje noble. Nacido en Númenor, logró salvar un fruto del Árbol Blanco Nimloth antes de la destrucción de la isla, fruto que acabaría dando origen al Árbol Blanco de Gondor. Tras la derrota de Sauron, heredó el trono de Arnor y dejó Gondor en manos de su sobrino Meneldil.
Su final es tan conocido como trágico. Durante su regreso al norte, fue emboscado por orcos junto al río Anduin. Intentó huir usando el poder del Anillo, pero este lo traicionó, resbalando de su dedo. Isildur murió atravesado por flechas, y el Anillo se perdió en el río durante siglos. Su linaje, no obstante, sobrevivió hasta Aragorn II, cerrando un círculo histórico que da aún más peso simbólico a los Argonath.
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Anárion: el rey olvidado que sostuvo Gondor
Anárion fue el hermano menor de Isildur y señor de Minas Anor, la futura Minas Tirith. Gobernó Gondor junto a su hermano desde Osgiliath y desempeñó un papel crucial en la defensa del reino cuando Sauron atacó desde Mordor. Mientras Isildur huía de Minas Ithil, Anárion resistió y logró contener al enemigo.
Murió durante el largo asedio de Barad-dûr, aplastado por una piedra lanzada desde la fortaleza oscura. Su muerte precede a la caída definitiva de Sauron y refuerza la idea de sacrificio que rodea a los Argonath: no son solo reyes gloriosos, sino figuras marcadas por la pérdida y la resistencia frente al mal.
Un monumento cargado de simbolismo
Tolkien explicó en sus cartas que los númenóreanos de Gondor tenían mucho en común con los egipcios antiguos: amor por lo colosal, por la piedra, por la memoria de los antepasados. No es casual que los Argonath recuerden a estatuas como los colosos de Memnón. Son una declaración de identidad, un "hasta aquí" grabado en roca. Un poco nuestro "non plus ultra" también, ¿verdad? Y tampoco podemos perder de vista la referrencia a los "argonautas" en la Mitología Griega...
Cuando la Comunidad del Anillo pasa entre ellos, Gondor ya es una sombra de lo que fue. Las estatuas están desgastadas, sus rasgos borrosos, pero aún transmiten poder y majestad. Es una imagen perfecta del mundo de El Señor de los Anillos: grandeza pasada, decadencia presente y la esperanza de un renacer.
En La Comunidad del Anillo de 2001, Peter Jackson convirtió a los Argonath en un momento icónico del cine moderno. Maquetas gigantes, fondos digitales y un encuadre que juega con la escala hacen que el espectador se sienta tan pequeño como los hobbits. Elendil aparece empuñando Narsil, no un hacha, reforzando el vínculo visual con Aragorn. Y quizá ahí esté la clave de por qué este monumento sigue fascinándonos.
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