Pixar siempre ha sido garantía de buen cine para mí, pero a su última película le ha faltado algo de chispa para emocionarme. Crítica de Elemental

Pixar no logra encontrar su foco con Elemental, un estreno tremendamente soso

Elemental llega a la pantallas de cine con la intención de volver a emocionar a los espectadores. Y a pesar un asombroso despliegue visual, tal vez una de las películas más bonitas de Pixar, en esta ocasión de estos maestros de la animación se diluye en una trama algo sosa a la que le falta la pegada emocional que caracteriza al estudio. Y no es que Elemental no se esfuerce por tratar de arañar con la uña la superficie del corazón del público. Aunque tal vez trata de abarcar demasiados temas para sus 102 minutos de metraje.

En ellos se nos cuenta la historia de una familia de llamas emigrantes que llega a Ciudad Elemento, una metrópolis donde el fuego, el agua, la tierra conviven con sus más y sus menos. Candela, la joven y flamígera de esta familia, reside en el vibrante barrio fuego, donde su familia ardiente espera que siga los pasos de su padre regentando una tienda de productos típicos de su país natal. Sin embargo, todo cambia cuando conoce a Nilo, un joven funcionario apasionado y sensible de agua.Y siendo una película de Pixar, uno podría de primeras esperar un desfile de pequeños dramas por los que, lástima, esta película pasa casi de puntillas.

Desdibujando a Pixar

Hay que reconocer que Pixar sabe donde pega, y que tiene cierta felicidad para aflojar el lagrimal a padres, hijos, abuelos y, presumiblemente, mascotas. Pero a pesar del reconocimiento mundial recibido por sus grandes títulos, de vez en cuando se queda un poco corto. Es el caso de la serie Cars, Lightyear, Red o El viaje de Arlo. No pasa nada, en realidad, como le pasa a Elemental, no son malas películas. Pero palidecen junto a otras producciones del estudio. Como soy un gran fan de esas grandes películas de Pixar he pensado mucho en qué es lo que le falla a sus películas más flojas. Y en mi opinión creo que es un problema de foco, tal vez nunca mejor dicho.

Por un lado, creo que las películas que mejor le funcionan a Pixar son aquellas que son ambiciosas a la hora de hablar a su público. Tratan de ser lo más universales posibles porque tratan realidades muy concretas y cotidianas por las que pasamos todos, como el dolor de la pérdida o no encontrar nuestro sitio en el mundo. Luego hacen volar una casa atando miles de globos de colores al tejado, no pasa nada. Pero la carga dramática funciona porque todo el mundo, en un momento u otro, pasa por esos pequeños dramas. Y no se trata a los niños, por el hecho de ser niños, como si fueran más ingenuos de lo que son. El tono, además, es amable con todas las edades, pero no trata de engañar a nadie ocultando el dolor. Es evidente que su objetivo principal es el de entretener a los espectadores más jóvenes, pero no conozco a ningún adulto que no haya llorado con Toy Story 3 o con el arranque de UP.

Por otro lado, las mejores películas de Pixar son aquellas que tienen claro lo que quieren contar y se lanzan a ello. Hay una idea, un tema que se explora a fondo y que luego puede enriquecerse con otras tramas accesorias que refuerzan el conjunto y que ayudan mucho con el ritmo de la historia. Tras ver Elemental me parece que la película acierte en ninguno de estos dos focos. Se queda cerca en ocasiones, pero no lo suficiente como para que podamos hablar de un nuevo clásico de Pixar.

¿Para quién es Elemental?

Una de las dudas que me genera esta película es que no sé a quién está dirigida. Los protagonistas tienen esa inestable edad en la que se dice adiós a la adolescencia y se comienza a tomar las riendas de la vida. Es un momento complicado e interesante. Pero en esta película de animación por su tono parece que se tiende la mano a un espectador mucho más joven. Un espectador infantil al que eso del amor, buscarse la vida y saber qué se va a hacer con en el futuro queda demasiado lejos. Y debido al propio tono infantil de la película Elemental también se aleja del público más maduro, que si bien ya ha pasado por esa experiencia y puede identificarse con ella, tal vez no logre participar del humor sencillo y blanquísimo de Elemental. Así queda una estrecha franja de espectadores a los que esta película habla directamente y que tal vez, por su edad, tengan la cabeza ocupada por otras cosas que no son "las películas de dibujos animados".

A este problema de tono se suma el problema de no saber exactamente de qué trata la película. Es cierto que hay una idea principal: la joven Candela quiere encontrar su propio camino en su vida sin defraudar a sus padres, quienes han realizado un sacrificio tremendo precisamente para poder ofrecerle un modo de posibilidades a su hija que ellos no pudieron. Es un tema dramático. Todo aquel que haya visto durante años a sus padres salir a trabajar a las 6 de la mañana para trabajar en oficios que no les gustaban solo para que ellos pudieran disfrutar algún día de las oportunidades que ellos no pudieron tener seguro que entiende de lo que hablo. Yo me emociono con solo escribirlo. En elemental se complica todo con otros ingredientes como los motivos por los que los padres de Candela abandonaron su país original. La xenofobia del país que les recibe. Y el trabajar hasta la extenuación para, con suerte, jubilarse algún día y disfrutar del poco tiempo y salud que quede. Sin olvidar los problemas propios de Candela: un amor que parece imposible, la responsabilidad y los ataques de ansiedad.

Con esos ingredientes yo pensaba que Pixar me iba a arrancar el alma al más puro estilo de Shang Tsung de la saga Mortal Kombat, y que me iba a quedar hecho un saco de llanto en la butaca del cine. No ha pasado nada de eso, porque en esta ocasión los colorines de Pixar sirven para esconder el golpe. La dulcificación de todos estos traumas vitales es exagerada e incluso llamativa dentro de la producción general de un estudio que durante años lleva hablando sin tapujos de temas tan serios como la muerte de los padres. Además se habla de tantas cosas en la película que finalmente muchos se exploran muy tímidamente y sin mojarse demasiado. Uno puede entender que al final, en una película de este tipo todo tiene que terminar bien. Claro, lo suyo sería que la película te dejara cierto poso. Una reflexión que tiene que ver en muchas ocasiones con el aprendizaje de que en la vida, a veces, pasan cosas que son una mierda, y que hay que aprender a vivir con ellas y seguir adelante lo mejor que se pueda. Eso no pasa en Elemental.

Si piensas en el trauma que supone para familias enteras el tener que abandonar todo lo que tienen para irse a un país que no les reciben precisamente con los brazos abiertos, uno ve una auténtica mina de la que la mejor Pixar podría sacar diamantes para concienciar y educar. Incluso Zootrópolis se mojó más con estas ideas. Con Elemental todo se soluciona con la falacia de "el sueño americano", ese que dice que si tienes un sueño y luchas por él se cumplirá. Un sueño que todo el que tenga cierta edad sabrá que se cumple las menos veces, da igual lo duro que pelees. La mayoría de los sueños se quedan en el camino.

Sobre ese cuento de la lechera se hace humor, incluso con momentos tremendamente duros. Un ejemplo: casi al inicio de la película los padres de Candela llegan a Ciudad Elemento, como no hablan el idioma, son incapaces de registrarse correctamente en la frontera y el agente de inmigración les registra con el primer nombre que se le pasa por la cabeza. Y "jiji" y "jaja" por algo tan duro como la pérdida de la identidad y las raíces, del nombre, algo que por cierto sufrió una gran cantidad de gente procedente de todo el mundo a su llegada a Estados Unidos en busca "del sueño". Otro ejemplo es que la maquinaria de la burocracia que amenaza con cerrar de manera fulminante el humilde negocio de tu padre se puede detener solo por compartir aficiones deportivas con el funcionario de turno.

En general, da igual lo mal que quieran los guionistas de Elemental ponerle las cosas a los protagonistas, porque nunca existe la sensación de que pueda pasar algo. Ni siquiera cuando una enorme tromba de agua puede arrasar el humilde y segregado barrio de la gente de fuego. Cero dramas. En general, se trata de una trama tan sosa como soso es Nilo, el interés romántico de la protagonista, con quien se nos insiste que es muy gracioso pero que, eso, tiene la personalidad de un vaso de agua del grifo.

Pixar ha dado otro pequeño tropiezo en su legado de excelencia cinematográfica con Elemental, una película que con todo, está logrando cautivar al público, porque no hay quien se resista en periodo vacacional a ir al cine a ver una película de Pixar. Su animación es deslumbrante, como no podría ser de otra manera, y brilla cuando trata de hacerle guiños al cine de Studio Ghibli. Pero no logra auparse al nivel alcanzado con otras películas que han hecho de Pixar uno de los estudios de animación más influyentes de todos los tiempos.

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