El efecto de sonido que convierte al ED-209 de RoboCop en algo aún más aterrador tiene un origen escalofriante, pero ayudó a que la peli ganara un Oscar
Yo vi RoboCop siendo muy chaval. Tal vez demasiado. Pero no me arrepiento. El caso es que la película de Paul Verhoeven dejó bastantes secuelas en mi imaginación. Más allá de los tiroteos, la ultraviolencia y los giros argumentales, la enorme presencia mecanizada del ED-209 me dejó huella. Ese robot, enorme y torpe a la vez, dejó la semilla de un pánico enorme a la idea de la automatización y la privatización de los cuerpos policiales, algo que hoy es aterradoramente real. Y ahora, que ya han pasado, madre mía, tres décadas desde que vi la peli, me he enterado de algo que hace que este robot me aparezca todavía más aterrador.
ED-209: un gigante de acero con fallos mortales
En la mitología de RoboCop, el ED-209, o Enforcement Droid Series 209, fue concebido como una máquina de pacificación urbana totalmente automatizada creada por Omni Consumer Products (OCP). La idea de Dick Jones, vicepresidente de OCP, era presentar un robot imponente capaz de reemplazar a los cuerpos policiales, pero ya sabemos cómo va la historia: la estética primaba sobre la funcionalidad. Craig Hayes, diseñador del modelo final que se utilizó en las películas de la saga, se inspiró en la fuerza bruta de las orcas y la potencia de un caza Corsair de la Fuerza Aérea estadounidense. El objetivo era claro: que el robot resultara visualmente amenazante y corporativamente "molón", aunque su capacidad de maniobra urbana dejara mucho que desear.
El resultado fue un robot armado con tres cañones automáticos en cada brazo, capaz de realizar ataques cuerpo a cuerpo, pero con una inteligencia limitada y una incapacidad crónica para superar obstáculos tan simples como una escalera. La demostración en la que ED-209 elimina al ejecutivo Kinney de manera excesiva e innecesaria se convirtió en un ejemplo paradigmático de su mal diseño, y en la película subraya de manera memorable cómo un producto pensado para impresionar puede convertirse en un peligro absoluto para los ciudadanos.
El mago Phill Tippett y una pesadilla sonora
La versión final del ED-209 que aparece en pantalla no hubiera sido posible sin el legendario especialista en efectos especiales Phil Tippett, quien se encargó de animar los modelos a escala y supervisar cada movimiento del robot, asegurando que su torpeza y amenaza quedaran plasmadas en cada escena. Aunque el diseño fue obra de Hayes, Tippett añadió vida y una sensación de inestabilidad constante, como si el gigante metálico estuviera siempre a punto de caerse… hasta que lo hacía.
Y aquí llega lo que me dejó helado. Estaba viendo la serie documental En busca del futuro, y en ella Tippett explicaba que el efecto de sonido que escuchamos cuando ED-209 cae patas arriba, incapaz de levantarse, tiene un origen escalofriante: son los chillidos de un lechón recién nacido siendo degollado. Este sonido fue manipulado y adaptado por John Pospisil, el legendario editor de sonido estadounidense que ganó un Oscar por su trabajo en RoboCop. Terrible y fascinante a la vez, un pequeño detalle que convierte la escena en algo memorable y profundamente perturbador, incluso décadas después.
Más allá de la violencia y la sátira social, RoboCop sigue siendo un referente del cine de ciencia ficción y de cómo los efectos visuales y sonoros pueden construir un terror inolvidable. Hoy puedes ver RoboCop en Movistar+ y Filmin, y descubrir o redescubrir a ED-209 y sus escalofriantes caídas con un sonido que ya jamás olvidarás.
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