The Last of Us ya está entre nosotros. La adaptación de uno de los videojuegos más exitosos de la historia es bastante fiel al guion original, así como a la trama que todos conocemos, pero se toma ciertas licencias en una búsqueda de mayor realismo. De hecho, no hay esporas porque eso sería un problema para los supervivientes que no se solucionarían tan fácilmente como en el juego.
Uno de los cambios más sonados es la alteración de la cronología. The Last of Us, en concreto el día que cubre el prólogo y que da el pistoletazo de salida a la infección a nivel global, arranca en 2013. Sin embargo, la serie empieza en 2003 y luego traza una elipsis hasta 2023, año en el que está encuadrado el presente de la adaptación.
Cuando los móviles no era smartphones
Eso no tiene demasiada importancia de momento, pero sí que la serie se esfuerza porque nos quede clara la situación cronológica del prólogo. Además de ese fantástico huevo de pascua que es el uso de un DVD de Curtis and the Viper 2, la película de acción de los 80 de la que hablan Ellie y Dina en Parte II, hay otro detalle que nos sitúa a la perfección en 2003.
Y ese detalle no es otro que el teléfono móvil de Joel. Llegado cierto momento, recibe una llamada, haciendo que la cámara se centre en este dispositivo. Ese móvil está lejos de ser un smartphone, y no es otro que un teléfono de cuando Nokia dominaba el mercado.
En concreto, se trataría de un Nokia 3210, uno de los más exitosos de comienzo de siglo. Lanzado en 1999, es conocido por ser de los primeros en integrar la antena dentro de la carcasa, así como por uno de sus legendarios juegos: el Snake. Con un objeto tan simple como este, los creadores de la serie nos sitúan de forma perfecta en 2003.
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