La nueva ministra virtual de Albania evitará la corrupción en los contratos públicos
Es la respuesta a las críticas por corrupción que podrían frenar la entrada del país a la Unión Europea
Con vistas a convertirse en estado miembro de la Unión Europea en 2030, Albania se ha convertido en objeto de debate en Bruselas por lo que allí consideran un problema grave de cara a su aceptación: la corrupción política. Con la intención de mostrar un paso firme para solucionarlo, la respuesta albanesa ha sido anunciar la llegada de Diella, una nueva ministra presumiblemente incorruptible porque no es una humana, sino un algoritmo.
La llegada supone el primer paso hacia un experimento sin precedentes, que un organismo público se apoye en la inteligencia artificial para aprobar las contrataciones públicas de Albania, evitando así que las licitaciones públicas tengan el menor atisbo de corrupción porque será ella la que, a partir de ahora, se encargue de analizar y aprobar los posibles contratos públicos que se pongan sobre la mesa.
La primera ministra virtual de Europa
Aunque no son pocos los países que de alguna forma se han acercado a los algoritmos para llevar a cabo ciertas tareas, como los casos de Ucrania con su portavoz digital para dar comunicados oficiales, o el caso del primer ministro de Suecia utilizando ChatGPT en busca de "segundas opiniones", el caso de Albania es el primero que persigue automatizar al completo algo que hasta ahora era competencia de ministros o estamentos oficiales. En el caso de España, sin ir más lejos, es el Ministerio de Hacienda el que se encarga de esas contrataciones públicas.
La idea de una máquina sin sesgos o gobernada por condicionamientos éticos encargándose de realizar este tipo de análisis es, sobre el papel, aparentemente buena. No hay amiguismos ni mordidas capaces de corromper sus decisiones, por lo que debería actuar en base a unas reglas previamente establecidas sin salirse de los márgenes y permitiendo que, según el gobierno de Albania, sus decisiones sean "100% incorruptibles y que todos los fondos públicos que pasen por el procedimiento de licitación serán 100 % legibles".
La realidad, en cambio, es que los algoritmos en materia de poder están lejos de ser la solución ideal. Tal y como recogían nuestros compañeros de Xataka, hablamos de una tecnología que plantea serios problemas para el control democrático por estar apoyadas precisamente en un sistema opaco heredado de empresas tecnológicas con sus propios intereses.
Los datos con los que se alimentan a dichos algoritmos pueden terminar agarrándose a esos mismos sesgos y decisiones contaminadas contra las que Albania parece querer luchar, además de no ser ajenos a posibles ciberataques o manipulaciones que, chocando frontalmente contra esa supuesta transparencia que parecen querer prodigar, en realidad no se alejan por completo de los problemas de corrupción que pretenden frenar.
Sumemos ahí, además, el problema de las responsabilidades jurídicas. Una inteligencia artificial no puede enfrentarse a la ley si esa corrupción se cuela entre sus grietas de la mano de contratos falsos o propuestas que pretendan favorecer a algunas empresas mientras se discrimina a otras. Si ya es difícil abrirle las puertas a un ministro digital sin arquear la ceja, la intención de elevar algún día ese poder hasta el primer ministro, tal y como propone el actual jefe de estado de Albania, lo hace aún más.
Imagen | Pastzilla
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