PlayStation 6 y la nueva Xbox están frente a la espada y la pared con las nuevas subidas de precio del hardware
Ser fan de los videojuegos se ha convertido en deporte de riesgo. Desde hace unos años, cada mañana te bombardean malas noticias como los despidos, cancelaciones de videojuegos y subidas de precio en dispositivos como consolas que antes hacían justo lo contrario: bajar. A menos que te limites a jugar títulos almacenados en tu biblioteca, ya sea física o digital, la actualidad de la industria apenas alberga razones para estar esperanzado por el futuro del medio.
Y, a no ser que viváis debajo de una piedra como el amigo Patricio Estrella, la mala noticia del mes es el encarecimiento desmedido de las memorias RAM. Las que otrora fueron uno de los componentes más baratos a la hora de montar tu PC por piezas o una de las partes que menos encarecían el desarrollo de las nuevas generaciones de consola han experimentado una subida de precio sin precedentes a causa de su uso en tecnologías adheridas a la fiebre del momento: la IA.
Las fábricas están dejando de surtir de RAM al pequeño consumidor, con ejemplos como el de Micron Technology abandonando el sector para centrarse en vender RAM y SSD a centros de datos y servidores. En PCPartPicker tenemos gráficas que hablan de la subida de precio exponencial de las memorias RAM en las últimas semanas, en particular las DDR5 y DDR4 que ahora mismo se estilan en los dispositivos pensados para jugar a videojuegos.
Una carrera gráfica sin sentido
Algunos expertos ya hablan de que esto se podría extender a otras partes como las GPUs, que al fin estaban empezando a bajar de precio tras un tiempo con Nvidia y AMD subiendo precios con cada nuevo modelo. De hecho, cada semana que pasa hace que los cálculos más halagüeños sobre el precio de Steam Machine pasen a ser más irreales, ya que el inminente hardware de Valve usa 16 GB de DDR5, pieza que prácticamente ha cuadriplicado su precio desde principios de septiembre.
La actual generación de consolas ya afrontó escasez en sus inicios por falta de semiconductores y ha sumado subidas de precio por razones como la inflación o las tasas de Donald Trump en Estados Unidos. Es fácil pensar que si esta situación se mantiene en el tiempo, veamos un enésimo encarecimiento de las máquinas cuando ya sobrepasan el quinto año de vida. Y si nos ponemos a pensar en la próxima generación de Sony y Microsoft, que parece que podría asomar la pata en 2027 y ensamblarse ya en 2026, no hace falta ser adivino para suponer que las consolas pueden pasar a tener (aún más) precios de objetos de lujo.
Pero en vez de derrumbarme y ver cómo una serie de malas decisiones, tanto geopolíticas como propias de la industria del videojuego, hacen tanto daño a un medio tan importante para todos los que leéis estas líneas, me gustaría intentar ser optimista. Como decía Albert Einstein, una crisis también es una oportunidad, y considero que bien podríamos aprovechar esta situación para solventar algunos de los problemas rampantes en el videojuego.
Para empezar, habría que decir adiós a una carrera por la fidelidad gráfica que está siendo la condena de muchos estudios y editoras. El aumento desmedido de los presupuestos en los videojuegos Triple A tiene que ver con esto, hasta el punto de haber limitado tanto la experimentación en los títulos lanzados, como la cantidad de estos últimos. Sony, Ubisoft o Electronic Arts lanzaron este 2025 una fracción de los juegos que sacaban al mercado hace dos o tres lustros, siendo además la mayoría entregas de franquicias ya asentadas.
La respuesta la tienen quienes más éxitos consiguen
Si este ansia por mejores gráficos se está dando de bruces con una subida de precio que dejará fuera a no pocos jugadores, quizás es el momento de optar por otra fórmula. Nintendo, que está batiendo récords de ritmo de ventas con su flamante Switch 2, ya comentó que no estaba preocupada por la subida en los presupuestos de los videojuegos, porque había una fórmula para sortearlos.
Shigeru Miyamoto dijo lo siguiente en una charla con inversores a finales de 2024: "Dado que nuestra escala de desarrollo ha crecido, el correspondiente aumento de los costes es, en algunos aspectos inevitable [...] "Creemos que no todos los productos requieren grandes costes. Incluso en el caso de los videojuegos, con la tecnología actual es posible crear juegos divertidos con un pequeño número de desarrolladores en un corto periodo de tiempo. Creemos que es importante no perder de vista esta perspectiva [...] "Lo importante es encontrar ideas que merezcan la pena perfeccionarse, y esto no ha cambiado desde la era de NES".
Pero no hace plantarse en Japón ni jugar la carta de una empresa tan establecida como Nintendo. Owen Mahoney, el responsable de que exista uno de los mayores fenómenos de 2025, ARC Raiders, dice que el modelo actual del Triple A está obsoleto: "Creo que la industria AAA está llegando a su fin desde el punto de vista estructural. Y si no se lleva a cabo una profunda revisión de la forma en que creamos los videojuegos, el resultado será aún más desastroso de lo que ya ha sido hasta ahora [...] (ARC Raiders) me recuerda a cuando Minecraft apareció de la nada y todas las creencias, tópicos y clichés que teníamos sobre los gráficos de alta fidelidad se esfumaron una vez más [...] Creen una cosa hasta que alguien les demuestra lo contrario. Eso es un indicio de la situación actual del sector. Todo el mundo está tan ocupado tratando de llevar a cabo las tareas del día a día que les cuesta mucho pensar en el futuro".
Presupuestos más ajustados, desarrollos más contenidos y eficientes, pero también que prioricen el innovar y aportar algo nuevo frente a perfeccionar una fórmula que lleva siendo explotada en la industria durante una década puede ser una buena idea en tiempos de necesidad. De igual manera, quizás no hace falta 8K en las nuevas consolas, o una cantidad desorbitada de polígonos si los videojuegos que más venden son los que acaban por ser memorables o los que aportan una experiencia que merece la pena vivir, ya sea en solitario o con amigos.
El sentido común dice que nadie quiere consolas de 1000 euros y juegos a 100, que no nos compensa tener que esperar diez años para que tu estudio favorito saque un nuevo título a costa de revender dos veces sus anteriores juegos, y que seis meses más de pulido no suplirán el ofrecer una experiencia idéntica a lo que llevamos jugando durante más de una década. Otra cosa es lo que dicten las grandes compañías del videojuego en el futuro inmediato.
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