La compra más grande de la historia del videojuego ha dado un paso adelante con la aprobación de los accionistas de EA
Este año será recordado por muchísimas cosas, pero sobre todo porque hemos presenciado el inicio de la segunda mayor compra en la historia del videojuego. La adquisición de Electronic Arts por parte del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí (PIF), por un total de 55.000 millones de dólares, colocaría a la compañía estadounidense bajo el paraguas de uno de los grandes "agentes del cambio" del sector, un país que ha ido metiendo la patita en la industria año tras año. No obstante, y aunque la operación es de enorme calado, todavía tiene varios escollos que superar. Eso sí, acaba de cumplir uno clave: los accionistas de EA han aprobado la compra, tal y como se esperaba.
La propuesta fue aprobada esta semana en una votación de accionistas, allanando el camino para que el PIF se haga con el control mayoritario de la compañía. De completarse el acuerdo, el fondo soberano saudí pasaría a poseer el 93,4 % de Electronic Arts, mientras que Silver Lake Partners, un fondo de inversión estadounidense, mantendría un 5,5 % de las acciones.
La operación, que ahora queda pendiente de la aprobación de los reguladores gubernamentales, marcaría un punto de inflexión tanto para la editora estadounidense como para la creciente estrategia saudí en la industria del entretenimiento interactivo. Aun así, el PIF se enfrenta a un problema relevante: la aparente falta de liquidez.
El Fondo Soberano saudí tiene varios problemas que superar
Como ya se ha señalado, la adquisición se convertiría en la mayor compra apalancada jamás realizada. Sin embargo, las finanzas del país comienzan a mostrar signos de tensión. Aunque el movimiento se enmarca dentro del ambicioso plan del PIF por diversificar la economía saudí y ganar peso en industrias culturales y tecnológicas a escala global, The New York Times ha citado que el fondo se habría quedado sin "efectivo". Y aunque es cierto que aún dispone de numerosas operaciones capaces de generar una importante liquidez, el enorme coste de la compra deja la viabilidad de la adquisición en entredicho.
Además, el acuerdo se encuentra bajo la atenta mirada de los reguladores. En este contexto, y aunque todavía no se han completado los primeros análisis de viabilidad, varios senadores estadounidenses han expresado su preocupación por los posibles riesgos para la seguridad nacional y por la influencia extranjera que podría derivarse de la privatización de una gran empresa tecnológica y de entretenimiento estadounidense. En una carta dirigida al secretario del Tesoro, Scott Bessent, dos senadores solicitaron un "escrutinio exhaustivo" del acuerdo antes de conceder la aprobación definitiva.
Por último, algunos legisladores también han cuestionado las verdaderas intenciones del fondo saudí, sugiriendo que sus inversiones estratégicas en deportes, videojuegos y otras instituciones culturales buscan más influir en la opinión pública internacional sobre Arabia Saudí que obtener beneficios económicos directos. Además, pusieron en duda la colaboración del PIF con Affinity Partners, la firma de inversión fundada por Jared Kushner, y señalaron que esta alianza podría estar diseñada para facilitar la aprobación del acuerdo por parte del Gobierno estadounidense.
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